Con el fin del año también se terminó la fructífera y elegante vida de James Earl Carter, cuyo ejercicio presidencial fue tan poco valorado inmediatamente que no logró la reelección a la que se presentó mientras ocupaba la más alta posición política. Con el paso del tiempo, se le reconoció con más fuerza la calidad de su administración. Sin embargo, por sobre todas las cosas, fue su gestión como ex presidente la que más se pudo apreciar. En primer término, porque fue muy larga ya que pasó diez veces más tiempo como expresidente que como candidato o como presidente y, en segundo término, porque fue muy productiva.
Su no dedicación a la reelección no significó una renuncia a la voluntad de tener una incidencia en la vida de su país y en el panorama mundial. A veces se refería a los presidentes y ex presidentes de su país con humor, como la ocasión en 1991 cuando les dijo a Reagan, Ford, Nixon y Bush padre que ellos eran más afortunados que él porque habían conocido personalmente a un presidente demócrata, una suerte que él no había tenido. A veces no se mordía la lengua para criticar la acción de algún sucesor, como cuando en el marco de un discurso apoyando a su antiguo jefe de gabinete, dijo que Ronald Reagan debió haber sido más transparente en su manejo de todo el asunto denominado Irán-Contra.
Pero fue sobre todo a través de sus acciones que demostró el apego que le tenía a un uso democrático del poder. Este fue el caso cuando aceptó su derrota y luego, cuando decidió no volverse a presentar como candidato en las elecciones de 1984 (apoyó a quien había sido su candidato de boleta en el escrutinio presidencial anterior, Walter Mondale) y cuando, a través del Centro Carter promovió la celebración de elecciones limpias en todo el planeta, una de las más recientes el caso de Venezuela, donde este centro fue muy claro en señalar todas las irregularidades que se manifestaron en el proceso.
A menudo, estas intervenciones tenían un fuerte sustrato moral. Si cuando él era presidente tanto republicanos como demócratas se mofaron de él porque su herencia calvinista lo llevó a apoyar una iniciativa para legislar sobre la cantidad de alcohol que se podía servir en los restaurantes, como ex presidente, su trabajo a favor de la construcción de casas para los más desfavorecidos también tenía una motivación religiosa de búsqueda del bien común.
Lo que la vida de Carter significa para mí es que llegar al poder político no es fácil, administrarlo puede ser complicado y solo unos cuantos saben retirarse del lugar central y continuar manteniendo una positiva hoja de servicios.
Nota para los que han empezado a seguir la actualidad noticiosa recientemente. Esta es la relación de primeros mandatarios a la que se refería Jimmy Carter el día de la inauguración de la Biblioteca Reagan, cuando se reunió con sus homólogos norteamericanos y el primer mandatario de entonces:
- Richard Nixon ganó en el 68 y luego en el 72, pero debió renunciar en agosto de 1974
- Gerald Ford asumió la presidencia en el 74 y no ganó la postulación del año 1976
- Jimmy Carter ganó en noviembre del 76 y perdió la postulación del año 1980
- Ronald Reagan ganó en 1980 y se reeligió en el 84
- George H. W. Bush ejerció desde enero de 1989 hasta enero de 1993
Y estos son los que vinieron después de la foto que sirve de ilustración para este artículo:
- Bill Clinton, ejerció entre 1993 y 2001
- George W. Bush, 2001-2009
- Barrack Obama, 2009-2017
- Donald J. Trump, 2017-2021
- Joe Biden, 2021-2025