El texto gnóstico es una escritura-pensamiento religioso, que temporaliza y se escribe en los primeros siglos de la iglesia primitiva cristiana. Son apologías, plegarias, evangelios, visiones, transmisiones orales y escritas. El texto gnóstico es también texto apócrifo y que abre zonas de revelaciones religiosas, culturales y místicas.
La filología bíblica y el biblismo en general, se han reformulado y desarrollado como campo de trabajo interdisciplinario, entre 1945-1947 con los descubrimientos de códices, manuscritos y signos arqueológicos provenientes de cuevas, espacios sepulcrales y secretos y por el cuerpo religioso y cultural visionario. Con la aparición de la Biblioteca de Nag Hammadi y de los Manuscritos del mar muerto, así como con el descubrimiento de apócrifos neotestamentarios, intertestamentarios y veterotestamentarios, se ha operado y producido un conocimiento y una revolución en la investigación prebíblica, bíblica y postbíblica.
Ya hemos visto cómo en los Oráculos Caldeos, las líneas de escritura se cruzan y dialogan de un fragmento a otro. Los textos se concretizan y emigran a otras regiones simbólicas, creándose así travesías de ida/vuelta y regreso a los conocidos formatos textuales que se nutren de escrituras, poniendo en crisis el concepto de texto y de intertexto.
En efecto, es en la variedad de ciertos evangelios apócrifos donde observamos las cardinales significativas, la sustancia y formas textuales que motivan un cuadraje reconocido como fuerza verbal sacro-profana.
El mundo en estos mensajes cobra valor en la unidad y bifurcación del texto- intertexto gnóstico que viaja, moviliza los signos escritos, orales y gráficos. De hecho, no existe en el caso de la literatura gnóstica o apócrifa un texto en el sentido unitario o monádico de la palabra, sino más bien un intertexto en el sentido poliédrico de la expresión. Se trata de líneas verbales, ceremoniales, artísticas, simbólicas que producen la conjunción, el Misterium magnum de toda cosmogonía y cosmología en los relatos de tiempos arcaicos. Intereses herméticos, cristianos y gnósticos se encuentran en los textos religiosos y espirituales producidos entre los siglos I y IV antes de nuestra era y después.
El texto desenterrado de Qumran, así como los apócrifos y las imágenes que fecundan algunos de los textos establecidos en la Septuaginta, o cualquier biblia constituida en cualquier tradición lingüístico-verbal, constituyen el espacio de un sentido abierto a la interpretación, creándose así posibilidades de lectura y comprensión direccional, a partir de una carga simbólica doblemente inducida por la metáfora, el figuralismo textual y la alegoresis de aquellos textos ocultados por las viejas alianzas religiosas y por las barreras creadas en el tiempo de la memoria histórico-bíblica.
En los textos de Nag-Hammadi encontramos incidencias metafóricas y alegóricas, así como mediaciones simbólicas, poéticas y oraculares que particularizan una escritura sagrada donde participa la comunidad como espacio antropológico visible en la interpretación.
La aparición que a partir de los evangelios apócrifos, tratados, plegarias, cartas, diálogos, paráfrasis, testimonios, sentencias y fragmentos anuncian un mensaje religioso, salvífico, herético o cosmovisional, que justifica una nueva investigación y hasta supera la estrictamente filológica, para inscribir o suscribir la “hermenéutica de la palabra” en sus posibilidades de reconocimiento y transgresión textual. Y en este sentido volvemos a los Estudios de poética hebrea de Luis Alonso Schökel. (Ver, vols. 1,2 y 3, en Ed. Cristiandad).
Textos como el Apócrifo de Santiago, Tratado sobre la Resurrección o Epístola a Regina, Tratado tripartito, Apócrito de Juan, Evangelio de Tomás, Evangelio de Felipe y el Evangelio de los egipcios, entre otros, aspiran a crear una dialogicidad, no solamente con la comunidad histórica a la que fueran dirigidas, sino también con los marcos y trazados en toda la difusa teología gnóstico-cristiana en los comienzos de la iglesia primitiva.
El intertexto gnóstico surge entonces de allí, de la escritura-lectura, la metalectura y la translectura sugerida por el Diálogo del Salvador, la Carta de Eugnosto, el Bienaventurado, el Apocalipsis de Pablo, Primer apocalipsis de Santiago, el Apocalipsis de Adán, El trueno, la mente perfecta, El pensamiento de la Gran Potencia, Discurso sobre la Ogdoada y la Enéada y el Asclepio, entre otros.
Pero el intertexto conformado en el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento posee aún su gravedad, profundidad, densidad, opacidad y presión significativa, en la medida que la misma habla a través de sus metáforas, metonimias, retratos, etopeyas y símbolos. La interpretación del tejido bíblico se construye entonces como proceso de conocimiento, reconocimiento y des-conocimiento.
El conocimiento se explica aquí por la des-construcción que implica el acceso a toda escena de la escritura. La voz que aparece en este caso es una voz surgente y milenaria que asimila un campo ritual de visibilidad organizado en el cuadraje veterotestamentario, neotestamentario e intertestamentario. En el caso de las enseñanzas transmitidas a través de textos o intertextos apócrifos, (por ejemplo, Paráfrasis de Sem, Enseñanza de Silvano, Apocalipsis de Pedro, Melquisedec, Testimonio de la verdad o la carta de Pedro a Felipe), el intercontacto se hace observable a través de un ritmo de la textualidad y el reconocimiento literal.
El mismo apócrifo se produce no solo en el texto manuscrito, revelado y escrito, sino en el espesor simbólico creado en la metalectura que configura sus ejes en las variantes textuales o interpretativas. El proceso de variantes es aquel marco estructural, escriturario y definicional mediante el cual se producen los atributos y focos significativos de la comprensión textual. Las pautas narrativas o poéticas del texto o intertexto participan de los modos de revelar y “escribir” a través de la palabra sagrada.
Literatura y religión se estudian entonces como perspectivas pronunciadas de reconocimiento y escritura. En el caso de textos como el Evangelio de María, Sobre el origen del mundo y Sabiduría de Jesucristo, nos encontramos con diversos modos de enseñanza fluida del cristianismo primitivo y los misterios de la sabiduría originaria. El parecido y las semejanzas observables en las versiones basadas en los códigos establecidos, se estudian en las pautas de superficie y de profundidad que hacen visible o no visible la travesía significante de los textos.
Es importante para un conocimiento y tratamiento más informativo o erudito de la cuestión, tener a mano en español, la empresa intelectual llevada a cabo, en este sentido, por Antonio Piñero, José Monserrat Torrents y Francisco García Bazán: Textos gnósticos. Biblioteca de Nag Hammadi 1, Tratados filosóficos y cosmológicos, Ed. Trotta, Madrid, 1997. Lo significativo de dicha empresa es el movimiento de sus valores sociales, religiosos, apócrifos, culturales y poéticos protegidos por actos comunitarios y axiológicos que a su vez se expresan en sus respectivos mundos geográficos, textuales e imaginarios.