Las medidas migratorias de Donald Trump representan un desafío considerable para la República Dominicana. La posibilidad de deportaciones masivas impacta la economía, el mercado laboral y el bienestar social del país. Frente a esto, es imperativo que se adopten estrategias para minimizar los efectos negativos y se fortalezcan los lazos con la diáspora dominicana en EE. UU. Solo a través de políticas efectivas y cooperación internacional será posible enfrentar este reto de manera adecuada.
Según los datos más recientes de la Oficina del Censo de EE. UU. y el Pew Research Center, la población de dominicanos en Estados Unidos supera los 2.5 millones de personas.
Los estados con mayor concentración de dominicanos son:
- Nueva York (especialmente en el Bronx, Manhattan y Queens).
- Nueva Jersey (principalmente en Paterson y Perth Amboy).
- Florida (Miami y Orlando).
- Massachusetts (Boston y Lawrence).
- Pensilvania (Filadelfia y Allentown).
La comunidad dominicana en EE. UU. es una de las más activas en términos de remesas, cultura y participación política. El endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos ha sido una constante en la agenda del expresidente Donald Trump. Recientemente, se han reforzado las órdenes de deportación en ciudades con alta presencia de inmigrantes, como Nueva York, donde reside la comunidad dominicana más grande en el extranjero. Esta medida, que da cumplimiento a las directrices de Trump, tiene repercusiones significativas para la República Dominicana, tanto en términos económicos como sociales.
A junio del año pasado, Nueva York había recibido aproximadamente 200,000 nuevos inmigrantes en los dos últimos años, una parte de ellos de origen dominicano (Fuente: Oficina del Censo de EE. UU.). Sin embargo, con la implementación de nuevas acciones de deportación, muchos de estos inmigrantes podrían ser retornados a RD, alterando no solo sus vidas sino también la economía dominicana.
Las remesas provenientes de Estados Unidos representan una de las principales fuentes de ingresos para la República Dominicana. En 2023, estas ascendieron a más de 10,000 millones de dólares, de los cuales más del 59% provenían de EE. UU. (Fuente: Banco Central de la República Dominicana). Una deportación masiva podría significar una reducción en el flujo de remesas, afectando directamente a miles de familias que dependen de estos envíos para su sustento diario.
Sabemos que:
- Las remesas totales a la República Dominicana en 2023 fueron aproximadamente 10,000 millones de dólares.
- El 59% provino de EE. UU., lo que equivale a:
10,000,000,000×0.59=5,900,000,000 dólares al año
- La población dominicana en EE. UU. es de aproximadamente 2.5 millones de personas.
Para calcular cuánto envía en promedio cada dominicano al año:
5,900,000,000/2,500,000=2,360 dólares al año
Esto significa que, en promedio, cada dominicano que estuvo residiendo en EE. UU. envió 2,360 dólares al año, lo que equivale a aproximadamente 197 dólares al mes. Este cálculo se realiza sin tener en cuenta el sesgo de las personas de otra nacionalidad que envían remesas al país, y que no todos los dominicanos envían de forma regular.
Si en 2024, Washington repatrió a 3,491 dominicanos hasta el 12 de diciembre, podemos calcular el impacto en las remesas. Cada dominicano en EE. UU. envía en promedio 2,360 dólares al año. Entonces, el impacto sería:
3,491×2,360=8,244,7603,491
Esto significa que la deportación de 3,491 dominicanos en 2024 habría reducido el flujo de remesas en aproximadamente 8.24 millones de dólares al año.
De acuerdo con los datos se deportan 10.1 dominicano por día
Si se mantiene el mismo ritmo de 2024:
En 2024, se deportaron 3,491 dominicanos en 346 días (hasta el 12 de diciembre), con un promedio de 10.1 deportaciones diarias.
Proyectando para todo 2025 (365 días):
10.1×365=3,687
Impacto en remesas:
3,687×2,360=8,710,320
Si se mantiene el ritmo de 2024, la pérdida de remesas sería de aproximadamente 8.71 millones de dólares en 2025.
Más allá del impacto en las remesas, el regreso forzado de cientos o miles de dominicanos también representaría un desafío para el mercado laboral del país. Muchos de estos inmigrantes han pasado años en EE. UU. y su integración en la economía local podría no ser sencilla, dada la falta de empleos formales y las diferencias en capacitación y experiencia laboral.
Además, existe el riesgo de un aumento en la presión sobre los servicios públicos, como educación y salud, así como un incremento en la informalidad laboral. Esto podría traer consigo tensiones sociales y mayores niveles de pobreza, especialmente si no se diseñan políticas adecuadas para reinsertar a estos retornados en la sociedad.
Ante este escenario, el gobierno dominicano debe prepararse para mitigar los efectos negativos de una posible ola de deportaciones. Esto implica el fortalecimiento de programas de reinserción laboral, la promoción de emprendimientos para retornados y la búsqueda de acuerdos bilaterales con EE. UU. para garantizar un retorno más ordenado y con oportunidades para los afectados.
Asimismo, es fundamental que la comunidad dominicana en EE. UU. reciba apoyo legal y orientación para regularizar su estatus migratorio en la medida de lo posible. Organizaciones de la diáspora y el consulado dominicano en Nueva York juegan un papel clave en este sentido.