Tenemos el negro detrás de la oreja, pero no nos damos cuenta. En la proyección pública de nuestra historia siempre ha prevalecido lo europeo. Con el lanzamiento del Centro Taino Casa del Cordón, sin embargo, el Banco Popular ha iniciado un merecido rescate de nuestras raíces indígenas. De lamentarse es que, por la desidia que han creado las relaciones de poder, nuestro patrimonio africano siga siendo una maravilla oculta. Su rico aporte a nuestra identidad nacional está pendiente de ser justipreciado.Captura-de-Pantalla-2024-12-22-a-las-1.53.46-p.-m.-728x490

En general, el reconocimiento público de nuestra proceridad histórica carece de racionalidad. En el caso de nuestra etnia esto se comprueba fácilmente al citar los resultados de un estudio del ADN de nuestra poblacion que hizo un equipo de la Universidad de Pensilvania con auspicio de la Academia Dominicana de la Historia. Los hallazgos indican que el 49% tiene raíces africanas, el 39% europeas y solo un 4% taina. El hecho de que el estatuario, los monumentos y los museos practicamente omiten la proyección de nuestros ancestros africanos representa una tremebunda inequidad que debe ser corregida.

Según la RAE, “la inequidad es un concepto ético e implica una valoración de la desigualdad, desde algún valor o sistema de valores. El valor central para definir una desigualdad como inequidad es la justicia, de manera que la inequidad es una desigualdad considerada injusta.” Los tainos fueron las primeras víctimas de iniquidad en los albores de la colonización europea del Nuevo Mundo, una realidad que debera plasmarse en las exhibiciones del Centro Taino. El cruel tratamiento a que fueron sometidos y las enfermedades transmitidas por los intrusos europeos provocaron la desaparición de los indígenas a mediados del siglo XVI.

Por suerte, el noble taino Enriquillo enaltece nuestro pasado con la sublevación que protagonizó entre 1519 y 1533. Encomendado a un español de San Juan de la Maguana,  el maltrato de su hijo y el abuso de su esposa Mencia  provocaron su rebelión. (Su queja ante las autoridades no sirvió de nada.) Al registrarse como el mayor reclamo de libertad de la época colonial, la gesta está pendiente de incorporarse en las exhibiciones del Centro Taino como un homenaje indirecto a todos los caciques anteriores que fueran abusados, incluyendo a Anacaona.

Pero el martirio de los indígenas, objeto del temprano Sermón de Adviento de Montesinos, no se compara a los años de la esclavitud del negro africano si solo por su relativamente corta duración. Si bien los indígenas fueron maltratados por medio siglo, la atroz esclavitud del africano permaneció por varios siglos. La reina Isabel de España tuvo reparos contra la esclavitud, pero no fue hasta 1530 que Carlos V la prohibió, aunque en las colonias se siguiera practicando. En 1543 las Leyes Nuevas volvieron a prohibirla expresamente, pero no fue hasta el 1820 que el rey Fernando II abolió por decreto la esclavitud en todas las colonias españolas. La privación de la libertad del individuo paso a ser una condición inaceptable.

La esclavitud y su abolición jugaron un papel central en la configuración de las dinámicas sociales, económicas y políticas de la Hispaniola. Los africanos en particular protagonizaron algunos de los primeros reclamos de libertad en el continente y desempeñaron tambien un papel crucial en la economía colonial, especialmente en la producción de azúcar, tabaco y otros cultivos. Hoy los afrodescendientes representan el grueso de la fuerza laboral de la economía dominicana. Y sus ritmos musicales originales son parcialmente responsables de nuestra alegría.Captura-de-Pantalla-2024-12-22-a-las-1.53.59-p.-m.-658x728

La rebelión del esclavo Sebastian Lemba en el 1532 y de los cimarrones del Maniel de Neiba fueron tempranas manifestaciones de las ansias por la libertad. Mas recientemente, personajes tales como Francisco del Rosario Sanchez, Gregorio Luperón, Maximo Gomez y Ulises Hereaux (Lilis) fueron afrodescendientes que jugaron papeles cruciales en nuestro devenir histórico. El legado africano también se manifiesta en el sincretismo cultural, con figuras como las líderes espirituales de las tradiciones afrodominicanas (gagá, palos y otras manifestaciones religiosas y musicales).

El importante aporte de los afrodescendientes a nuestra identidad nacional es indiscutible. El ilustre historiador Carlos Esteban Deive, en su monumental obra “¿Y tú abuela donde esta? lo expresa de la siguiente manera: “los negros desempeñaron un papel relevante en los acontecimientos más trascendente del país, contribuyeron en gran medida a la fundación de la nación y padecieron los efectos de los prejuicios y discriminaciones a que fueron sometidos por la clase dominante.” ¿Cómo es posible que se ignore olímpicamente la contribución de la raza que jugó roles centrales de nuestro pasado y que todavía actualmente dice presente?

Hoy día el fantasma de la esclavitud ha sido reemplazado por el oprobioso fenómeno de la pobreza que arropa un cuarto de nuestra poblacion. En la actual distribucion de la riqueza y el ingreso en nuestro pais se nota fácilmente que la raza europea sigue dominando el espectro economico. Ni los que pudieran identificarse como descendientes de tainos ni los afrodescendientes ocupan un sitial prominente en la distribucion de las compensaciones económicas. El sitial que ocupan es el de la indigna pobreza. Con las actuales relaciones de poder, la movilidad social de los afrodescendientes y de los descendientes indígenas se presenta como una meta inalcanzable.

La actual proyección pública de nuestros ancestros africanos es escasa y minimalista. Tenemos el negro detrás de la oreja, pero no valorizamos su legado en materia de nuestra identidad nacional. Es preciso entonces que la abrumadora atención a lo europeo en nuestros museos, estatuario y monumentos y sitios históricos sea enriquecida significativamente con la africanidad. El negro es un color del cual deberíamos sentirnos orgullosos y propugnar porque los afrodescendientes sean objeto de justicia social.

Así como la emblemática Casa del Cordón ha sido destinada por el Banco Popular a la exaltación de nuestras raíces tainas se requiere que el formidable edificio del IMPOSDOM del Centro de los Héroes, ya practicamente inutilizado por las nuevas tecnologías de la comunicación, sea destinado a un Palacio de la Africanidad. (Eso sería mucho más importante que albergar la Sociedad Filatélica.) Se requiere que Banreservas o cualquier otra institución bancaria quiera emular al Banco Popular con este nuevo proyecto reivindicador. Es tiempo de que al negro lo tengamos en nuestra frente y no detrás de la oreja.