¿Qué sería del Carnaval dominicano sin participación de los habitantes de las Villas? ¿Qué sería de la cultura dominicana sin los barrios populares? Estas interrogantes me las hice durante la celebración del pasado Carnaval realizado en el gran Santo Domingo, al ver la mayoría de las comparsas en ese multitudinario desfile al ritmo de tambor, sudores, tongoneo de caderas, la emoción y el bullicio de la población asistente.
Durante este gran desfile quedó una vez más evidenciada la diversidad y el poder que tiene el legado de la cultura africana en la composición social dominicana, a pesar de los esfuerzos de algunos sectores hispanófilos por borrar, marginar y satanizar las diferentes manifestaciones afro en nuestro país. Si partimos de los rasgos negro-africanos existentes en la cultura dominicana debemos recordar que son elementos traídos por los procesos de esclavitud y trata negrera en el Nuevo Mundo durante la colonización.
A pesar de los esfuerzos de diversos sectores clasistas y racistas del país por negar y/o borrar las contribuciones culturales que las etnias africanas aportaron a la sociedad dominicana a través de diversas conspiraciones oficiales que han venido sucediendo en varios momentos claves en el país; como ha sucedido con la prohibición sucesiva a la salida de los grupos de Gagá en Semana Santa.
También los constantes procesos de penetración de costumbres ajenas a nuestro país, fruto de procesos migratorios, como es la celebración de Halloween, St. Patrick’s day, entre otras manifestaciones que buscan la deculturación consciente o no, pero que es evidente que buscan desarraigar la cultura de un grupo para facilitar otras que no tienen en el país referencias históricas para lograr el desraizamiento cultural y subordinación económico-social de las masas populares.
Sin embargo, a pesar de que algunos sectores reaccionarios a través de la historiografía tradicional tratan de negar todas huellas de la negra y el negro africano en la cultura nacional, es claro que no lo han podido lograr y lo afirmamos cuando vemos desfilar las diferentes comparsas durante el pasado carnaval de Santo Domingo. Hubo comparsas de: Santería, con hermosos trajes amarillos en representación de la Deidad Anaisa Pie, otras con trajes rosados e imponentes altares, misma que además incorporó un homenaje a los Guloyas de San Pedro; Raíces africanas, Los Palos de Villla Agrícola, Sangre Africana, Califé de Villa Consuelo, Robalagallina del D.N. Los Tígueres de Villa María, Indios y Caciques, Los Bejigueros, Los Tiznao que nunca faltan. Todos estos grupos son oriundos de las Villas, donde fueron establecidas algunas de la Tribus traídas esclavizadas al país durante la colonización.
Las más de sesenta comparsas que desfilaron en el Carnaval fueron evaluadas con unos jurados profesionales especialistas en diversas categorías de: Comparsas de Diablos Tradicionales, Diablos de Fantasía, de Creatividad Popular, Comparsas Históricas, Comparsas Ali-Baba, Comparsa Individual de Fantasía y tradicional, dirigido por el gran Dagoberto Tejeda.
Definitivamente, sin la participación de los pobladores que habitan los barrios populares en las Villas de Santo Domingo no habría Carnaval en la capital, pues un grupo de personas solo son concurrentes ubicados en las gradas como simples espectadores que se les presenta el espectáculo. Mientras los protagonistas son esos cientos de jóvenes de “perfiles sospechosos” que se mantienen involucrados en las Villas, muchos de generación en generación, en la realización de los carnavales dándole vida y permanencia a la cultura afro-dominicana. Sin ellos ni ellas, no sería posible.