¨Si te caes siete veces, levántate ocho¨. Proverbio chino
En el contexto actual la población global sufre los efectos socioeconómicos de la pandemia por Covid-19, la guerra entre Rusia y Ucrania, la renuncia del primer ministro del Reino Unido Boris Johnson (por escándalo de acoso homosexual), el ¨futuro¨ del Brexit, lucha contra el terrorismo, cambio global, disminución de biodiversidad, etcétera; eso por un lado. Y por el otro, la realidad tétrica de Estados Unidos y China por las pésimas relaciones comerciales, dominio de información privilegiada y control de rutas marítimas y territorios geográficos en América Latina, es para encogerse de hombros tras la formación de garrapela en la garganta.
Es preciso considerar, la repercusión de la II Guerra Mundial dio lugar a un sinnúmero de cierre de fábricas, despidos masivos de obreros elevando la tasa de desempleos como nunca, recesión económica y la mayor quiebra de bancos producto de la incertidumbre y calamidad. En cambio, en la postguerra el emprendimiento relanzó a Alemania tras eliminarse la economía proteccionista hacia la transformación disruptiva de una economía abierta, plural y liberal, tal y como indicó Adam Smith. La clave fue aprender a identificar el problema y enfocarse en la tarea que demanda el trabajo hasta convertir la desgracia en oportunidad de progreso. Es decir, la creatividad la situaron en espacio de criticidad
Enrique Pichon-Riviere, fue un afamado, egregio y acreditado psiquiatra quien para los años 50 hizo enormes aportes a la psicología social con la puesta en marcha de la teoría de grupo operativo. Una técnica eficazmente orientada hacia la concentración del trabajo y el descubrimiento de las competencias que posee el grupo para hacerle frente a la precariedad –especialmente- cuando el nivel de creativa ha sufrido un revés, una tensión, recesión, estancamiento o disminución, en ausencia del estímulo predictivo, disminuye la tasa por actividad.
Sin embargo, el emprendimiento es la respuesta del escritor británico Aldous Huxley (1932), a las condiciones tétricas económicas del contexto actual. Huxley describió y profetizó (quizá sin proponérselo solo se dejó guiar de las imágenes que proyectaron su mente fecunda) en su novela ¨Un mundo feliz¨: había una población global atraída por la prosperidad; dinamizada bajo los influjos de la creatividad y la belleza y apalancada por los mercados de valores y la productividad. La guerra y la pobreza habían sido superadas.
Entonces, el emprendimiento es eso que describe Aldous Huxley en su libro ¨Un mundo feliz¨: para el servicio, es un lienzo de colores; para el comercio, es la empatía; para la industria, es un catalizador; y, para la tecnología, es ficción. En lo absoluto, es el crecimiento que se refleja en el empleo y autoempleo capaz de gestionar el bien común. También, el emprendimiento es funcionalmente el riel de conductividad hacia la línea de responsabilidad de cuidado del Planeta.
Los emprendedores que utilizan la técnica de saber hacer y querer hacer desarrollan el sentido de practicidad, aplicabilidad y utilidad reduciendo considerablemente el error, la falencia, la inexactitud y el yerro en el proceso de gestión superan la línea de prueba de negocio y logran transformar su entorno y su familia. El trabajo es sencillo porque produce satisfacción a quienes lo realizan, pero lograr transformar los escenarios de desastres en oportunidades de negocios requiere de una mentalidad regia y anclada en la capacidad de diseño y de innovación. Esto es desde la creación de nuevos productos, descubrimientos de nuevos mercados azules, cambio de paradigma y el empoderamiento de nuevas creencias de elevación sin límites en la pirámide de Maslow