A pocos días de proclamarse el pacto rescatista, treinta dirigentes principalísimos del PRD anunciaron su renuncia irrevocable de la organización. Los disidentes dijeron estar inconformes con la fórmula acordada, pese a que no conocen los detalles de la misma.
Aparenta que la Operación Rescate quedó atrapada en un gigante remolino sin posibilidad ni fuerza para salir de la espiral que la mantiene en un círculo vicioso y agotador. Entre vuelta y vuelta, los lánguidos seguidores de los bloques brigadistas se lanzan en busca de los chalecos salvavidas. Pero las chaquetillas son pocas y para obtener una se dan empujones, codazos y zancadillas.
Los mentideros políticos andan esparciendo rumores que hacen leña del árbol caído. Señalan que Miguel Vargas convocó una reunión de la alta dirección del partido, compró una pizza de doce pedazos y la repartió entre los presentes. Sobraron tres pedazos. Dianche.
Pero no solo el Viejo Gran Partido da patadas de ahogado. La herida propinada al PLD —ya casi pasado los cuatro años— todavía gotea. Aunque el Comité Político luce en calma, en tensa calma, no puede decirse lo mismo del Comité Central y los Comités Intermedios. Los líderes morados hacen fuga y fuga. Al paso que van le ganarán a Johann Sebastián Bach.
La débil Fuerza del Pueblo, por otro lado, cargó con la peor parte. Las encuestas ubican al expresidente Leonel Fernández, candidato a la presidencia por la FUPU, en caída libre. La tasa de aceptación del líder y guía en el mercado electoral se reduce y en la misma proporción crece la de Abel Martínez, candidato a la misma posición por el partido morado.
Veamos, por ejemplo, las encuestas CID Latinoamericana y ABC Marketing, que son significativas porque fueron realizadas entre el 30 de agosto y el 4 de septiembre, luego del anuncio del pacto.
El estudio de CID Latinoamericana establece, que si las elecciones fueran hoy, Leonel Fernández lograría un 24% de los votos. Abel Martínez alcanzaría un 16% y Miguel Vargas se quedaría con un 2%. Y mucho me lo jallo.
El presidente Luis Abinader, en cambio, sería favorecido por el 58% de los votos válidos.
La otra pesquisa realizada por ABC Marketing anunció, que si las elecciones fueran hoy, el Dr. Leonel Fernández obtendría el 20.9% y Abel Martínez el 16.7% de los sufragios. El mandatario Luis Abinader ganaría con un 53.1% de los votos.
En ambos casos puede entreverse que la reelección del presidente pasaría suave, sin arruga, en primera vuelta.
ABC Marketing midió, además, la percepción del electorado sobre la susodicha alianza. El resultado establece que el 44.6% de los entrevistados está de acuerdo con la alianza PLD, PRD y FUPU. El 34.7% se mostró en desacuerdo con la operación Rescate-RD. Sorpresivamente los que no opinaron superan el 20.7%.
Sobre el futuro del país, el 55.3% de los consultados aseguró que estaría mejor bajo el liderazgo de Luis Abinader. Por el contrario, el 37.8% opina que es mejor con la Alianza Opositora. El 6.3% se quedó como el merengue sin letras, no dijo nada.
Visto el panorama luego del acuerdo opositor se divisa que el PLD y su candidato Abel Martínez pasaron de un 13% de preferencia a un 16.7%. En tanto, la FP y su candidato Leonel Fernández bajó de un 29% a menos del 24% de preferencia.
Luce que, hasta ahora, el presidente Abinader navega viento en popa. Los vientos a contra corriente, perdón, las brisitas opositoras, lucen débiles frente a la consistencia del capitán frente al timón del barco.
Por eso hacen tanto ruido. Son demasiados los cimarrones metidos en una sola barca. Y en vez de abocarse a superar los números de las encuestas, se mantienen cuidándose la espalda el uno del otro.
Tampoco intentan superar dos debilidades importantes. Primero, la negra nube que arropa la alianza. Es decir, ni tan siquiera los líderes medios de los partidos aliados conocen a ciencia cierta las características básicas del acuerdo. Todo lo mantienen encerrado en un hermético secreto.
Ese insoportable sigilo mantiene en ascuas a los aspirantes a cargos municipales y congresuales. Temen ser víctimas de esas negociaciones encubiertas. Son temores con muy buen fundamento, porque nadie está seguro, como tantas veces ocurrió en el pasado.
En segundo lugar, la agonía interna impide el sosiego necesario para sentarse a elaborar una estrategia electoral conjunta para salirse de la fuerza centrífuga del remolino.
Necesitan un acuerdo franco, honesto, sincero. Un pacto de caballero. Pero los caballeros ya no existen ni en Santiago.