En los primeros años de existencia de la sociedad dominicana, la economía maderera jugó un papel condicionante en la vida de su población. Esta actividad se extendió a través de toda la geografía nacional, incluyendo la región fronteriza donde se arrastró madera por el río Artibonito para uso doméstico y como combustible en la industria azucarera haitiana. Puede afirmarse, entonces, que la madera fue determinante en el proceso de conformación de nuestro pueblo
Por ello, aunque entonces no se percibió como tal, diferentes medidas y acciones jurídicas implementadas en la época de la Independencia Nacional están vinculadas a los esfuerzos de preservación de los recursos naturales. Hoy, a casi 200 años, podemos verlo.
Historiemos un poco
Como se ha indicado, la parte este de la isla de Santo Domingo basaba su materialidad, fundamentalmente en la madera, que fue una de sus principales fuentes de riqueza, junto a la ganadería, el pequeño productor agrícola y los ingenios azucareros, como ha sido reseñado en la historiografía dominicana.
El corte y comercio de la madera era, en el momento de la independencia, la principal actividad para la reproducción material de la población dominicana. Al mismo tiempo, alrededor de esta actividad se forjaron sectores sociales que, en función de sus intereses particulares, actuaron como aliados del proyecto independentista.
El periódico El Dominicano del 24 de diciembre del 1846 reseña que J.L. Pierrot, gobernante haitiano para la época, emitió un decreto el 15 de octubre de 1845, prohibiendo los cortes de madera, con el propósito de afectar la economía de los rebeldes que el año anterior habían proclamado una República independiente.
De ese modo, se pretendía dar un golpe político-económico a sectores de la oligarquía hatera criolla que también eran cortadores de madera y a otros actores vinculados a esta actividad, tales como los “oficiales de madera”, “cortadores”, “transportistas”, “prestamistas” e intermediarios del comercio maderero.
Como bien describe el profesor Ciriaco Landolfi (1981)[i] , citando fuentes históricas con sentido etnográfico, muchos de los combatientes que integraron las aguerridas tropas independentistas tenían un origen social vinculado al hato ganadero y los cortes de madera, actividad a la que estaba vinculada la “disciplina” y estrategias de combate de estas tropas.
Otro importante historiador, Jaime de Jesús Domínguez, en su obra Economía y Política en la Republica Dominicana 1844-1861, publicada por la Universidad Autónoma de Santo Domingo, editora Alga & Omega, escribe sobre los cortes de madera: “…Ya para el año 1860 la mayoría de los árboles cerca de los ríos con fuertes corrientes y de corte de embarque, había sido tumbada”. Y esto es importante para conocer el peso que tuvieron los cortes de madera en la vida material del dominicano; una actividad temporal, pero no menos económica y compleja, ya que de esta vivía una parte de la gente que, para entonces, dependía de la abundante regeneración natural de las especies forestales.
En el año 1846, El Dominicano, el principal periódico de la época, publicó varios trabajos sobre este tema. En ellos, la “opinión pública” o la elite pensante, se hacía eco de los cortes de madera, manifestando diferentes inquietudes y preocupaciones. Entre estas preocupaciones se encontraban la explotación a que eran sometidos los animales de arrastre, la explotación y engaños entre los involucrados en los cortes, incluyendo a dueños, salvo “cuatro grandes monopolios” que se enriquecían con los cortes de la caoba, así como la preocupación por el deterioro de los bosques, debido a los altos niveles de deforestación que se sintieron en años posteriores.
Los cortes de madera presentaban, en esa época, todas las características de lo que se define como fuentes de acumulación originaria de capital. Esto puede ser verificado en las reseñas que de ella hacen testigos de ese tiempo.
El Domincano, de la edición del 22 de septiembre de 1846. lo definía como “dificultades”, “engaño”, “el fraude” y “la mala fe” y aclara que “…sin poderlo evitar, aunque se quiera, pues por experiencia vemos a un sujeto proceder con pureza en otras ramas y este mismo hombre obrar con impureza en el ejercicio de la caoba (…) Sin querer lastimar a quienes se dedican a este ejercicio…”
El 30 de noviembre, el mismo periódico publicó un interesante trabajo sobre la necesidad de organizar a los dueños de la madera para trabajarla de manera colectiva y no ser víctima de la explotación y el engaño.
Volviendo al trabajo publicado en El Dominicano del 22 de septiembre de 1846, que es tan amplio como una sábana de palabra, sin entrar en otros tópicos que también toca dicho reporte, trato de resumirlo en 6 quejas fundamentales en cuanto a desorden y abusos en los cortes de madera:
- Los operarios se roban la madera.
- Roban todo los que encuentran en los predios vecinos.
- Van a montear (cazar) y montean a los animales mansos.
- El personal vinculado a los cortes son, generalmente, perseguidos de la justicia,
- Viven sin familias y sus hijos crecen sin amor fraterno
- Miden una pulgada o un pie de menos o pasan por inferior una pieza de calidad en desquite de otros perjuicios que se reciben…” (Paréntesis, pt)
Por otro lado, es relevante referir que el propio presidente, general Pedro Santana, quien también fue un cortador de madera y líder del sector hatero, finalizó su discurso en la Cuarta Sesión Legislativa del Congreso Nacional del 31 de enero de 1848, refiriéndose al tema.
Según las actas de sesiones del 1845-1849, publicado por el Gobierno Dominicano en 1944 (Archivo General de la Nación), Santana solicitó una ley que reglamentara el corte de la caoba. “…por el desorden que existe con los cortadores de caoba…”, aunque no era solo por el (“desorden”), sino más bien porque la gente estaba distraída o acomodada con el desorden de los cortes de la madera y se buscaba mano de obra para la agricultura.
Santana, quien también trató otros temas en el Congreso Nacional del 31 de enero, termina la arenga advirtiendo sobre la necesidad de detener los cortes de la caoba: “… se evitará a la vez la completa destrucción en breve tiempo de ese ramo de industria”. (Negritas, PT).
Fuentes
[i] Evolución Cultural Dominicana 1844.1899, Universidad Autónoma de Santo Domingo. Editora UASD, del profesor Ciriaco Landolfi puede ser considerada como pionera en la materia, junto a los trabajos sobre identidad cultural dominicana de Marcio Veloz Magiolo.