El amor es un sentimiento complejo en el que se mezclan lo natural-social-cultural. Cada sociedad pauta y regula el amor estableciendo “el deber ser” y controlando sus expresiones según el tipo de relación que se genere entre las personas.
En nuestra sociedad, se establecen pautas y regulaciones que se aprenden desde la niñez con una vinculación directa con las diferencias de género. Algunas de estas pautas son las siguientes:
- Transacción-intercambio. La sociedad capitalista ha convertido el amor en una transacción dar-recibir con énfasis en la monetarización del dar y recibir desde objetos, valores, que se comercializan y objetivizan los sentimientos. Nuestra sociedad no escapa a ello, lo que se mezcla con la reciprocidad presente en nuestro tejido social.
- Control del afecto en el ámbito público en las relaciones de pareja. En nuestra sociedad las manifestaciones de afecto y amor, besos, caricias, abrazos están muy presentes públicamente entre personas que no son parejas, amistades, familiares. Sin embargo, las parejas tanto heterosexuales como homosexuales son sancionadas si se besan o se acarician públicamente.
- Celos y posesión en las relaciones de pareja. Amor— posesión—celos. Los celos son una de las expresiones aprendidas y “supuestas del “amor” que se sustenta en normas sociales. Las reacciones de celos ante determinadas actitudes por la pareja así como sentimientos tienen que ver con la socialización y la cultura social. Estos celos se convierten cotidianamente en los motivos para el ejercicio de la violencia de género.
- Las relaciones de amistad se expanden con facilidad. En nuestra cultura social la amistad tiene fuerte peso social. Las relaciones de amistad tanto desde la convivencia en el territorio (vecinos, vecinas) como en el ámbito laboral se generan con facilidad y desde ellas se promueven redes de apoyo y solidaridad.
- Satanización y sanción social hacia el amor en parejas homosexuales. Si bien hay sanciones sociales y un sistema de control social para las expresiones públicas de afecto en las parejas heterosexuales este sistema de control social y sanciones es aún mas fuerte y mas represivo para las parejas LGTBIQ que se supone que “no deben” existir, aunque la realidad demuestra lo contrario, en nuestra sociedad.
Estas dimensiones aquí descritas nos dejan interrogantes sobre el límite entre el amor, su significación romántica-personal y su legitimidad social en nuestra cultura. El amor se maneja así en la ambivalencia entre unas relaciones interpersonales bañadas de afectividad, solidaridad y manifestaciones corporales (besos y abrazos) y todo un sistema de regulación y sanción hacia las relaciones de pareja con poco espacio a su libertad e intimidad reduciéndolo a los ámbitos “ocultos” de la vida cotidiana.
Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY