Quizás no es el amor, en esencia, el que ha cambiado, pero sí sus manifestaciones y las formas de vivirlo. Inmersos en una época en que la vida íntima, personal se ha ido desdibujando continuamente, pasando hacia una exposición constante de la misma a través de las redes sociales, debería llevarnos a pensar.
Aquel amor romántico de hace décadas y siglos, hace tiempo que dejó de existir. Y no necesariamente por sus vivencias internas, más si, por sus maneras de comunicar. La música es un reflejo de esto. Una misma canción interpretada por dos cantantes distintos, parecen otra cosa, cada una.
Por ejemplo: la canción “Despacito” interpretada por Erika Ender y Roberto Carlos, en contraposición con la que interpretan Luis Fonsi y Daddy Yankee, parecerían cosas cuyas diferencias son como del cielo a la tierra. Es una canción con un fuerte contenido sexual, pero en la interpretación entre ellos, hay cierto y sutil cambio.
Hoy la expresión “ingenua y de doble sentido” abre pasos hacia lo explícito, aquello que no merece la pena ni siquiera ocultar, todo lo contrario, es lo que gusta, es lo que divierte, es lo que se anhela y desea. Por supuesto, que el tiempo del refajo hace tiempo que terminó, aunque en una que otra situación aparezca.
No puedo negar que soy un tipo del tiempo de boleros y que se me hace un tanto difícil el reggaetón y qué decir del dembow. Aunque no dejo de reconocer que algunos ritmos “tradicionales”, como en nuestro caso, el merengue, tienen intérpretes que muy poco dejan a la imaginación.
Hoy vivimos una época del “amor a la carta”, sin necesidad siquiera de tener una probadita. Es a lo inmediato, al instante, al ahora; y ya tampoco sin sábanas y muchos menos, con luces apagadas. Es el amor que busca la satisfacción inmediata, donde la pasión apenas dura minutos o segundos.
Parecería que ya no hay tiempo para el poema y mucho menos, para el amor romántico, aquel que se teje en sueños y esperas, en escapadas momentáneas y en susurros inaudibles. Del amor que tiene y cuenta con la necesidad de quien teje un abrigo o un pañito para la mesita de noche. Por supuesto, “ya no se hace esquina”.
No hay tiempo de esperas y mucho menos, de dejar para mañana. Las grandes vidrieras del amor en búsqueda, como el LatinAmericanCupid, el InternationalCupid, EuroDate, meetic, Tinder, entre otros, no hacen necesarias las esquina de antaño, las “visitas de amigos”, los encuentros furtivos donde la amiga o la vecina. Todo aparece a la inmediata en un clic.
Esa última plataforma, Tinder, se dice, funciona como una especie de intermediario valiéndose de los datos de perfil de otra plataforma o red, en este caso, Facebook, que le brinda al interesado o interesada, las posibles opciones compatibles con su propio perfil personal y/o geográfico.
Es decir, la “celestina” del barrio, aquel personaje que hacía posible los encuentros “casuales” y a veces, no tan casuales, dio paso a un sistema a una plataforma de búsqueda, en la cual puedes tener por delante un menú de selección y con ello ponderar tus gustos por contraposición a las ofertas.
Hay quienes hablan del paso del amor romántico al amor confluente. Mientras que el primero se caracteriza por el romance, la visión idílica de las relaciones afectivas, el primero, por contraposición, lo caracteriza el amor libre y prácticamente sin ataduras. Quizás, solo quizás diría yo, esto ayude a comprender lo efímero de muchas relaciones
Por supuesto, en ese contexto de la manifestación del amor, caracterizado por la plena libertad y la vivencia del momento, lo erótico se hace presente en su mayor exposición, llegando incluso hasta lo porno, como manera de vivir la sexualidad plena y sin límites.
Estamos ante la primacía de la satisfacción individual, hasta donde esta pueda llegar, y la construcción amorosa de pareja. ¿Sería “el fin de la era del compromiso mutuo” de Bauman? Lo evidente es de que estamos ante una nueva cultura de la construcción amorosa, donde lo privado da paso, sin más, a lo público en la manifestación del amor.
Tal situación genera otras cuestiones importantes como lo que tiene que ver con el futuro de la convivencia amorosa, la familia, los hijos, y el nuevo futuro que se puede perfilar de la vida social, la cual se decía, tenía como soporte la estructura familiar. ¿Hacia dónde vamos caminando eso está por verse?