Es ampliamente extendida la creencia que caer al precipicio de la economía informal es una solución para la situación económica individual, una forma de escapar de los tentáculos del Dios Estado, porque se está al margen de controles administrativos y porque se puede evadir impuestos y responsabilidades propias de la complicada formalidad. Este es un mito ampliamente conocido que tal vez en una tribu o aldea funciona, o para traficantes de armas o drogas es una estrategia viable, porque la realidad es que, en una sociedad deficiente como la nuestra, caer voluntariamente al precipicio de la informalidad, es como cavar la propia tumba, afilar el cuchillo para nuestra garganta y tomar veneno a cuenta gotas esperando que sea otro el que se muera. Es un flagelo que a mediano y largo plazo solo a nosotros mismos nos afecta gravemente.
Paso y me explico porqué: ¿cómo se puede pensar que en un país cuyos ingresos fiscales dependen esencialmente de la tributación indirecta (ITBIS), es decir, un tipo de impuesto que afecta directamente el ingreso del consumidor y productor, se puede pensar que se evanden impuestos efectivamente? Y no que más bien, la DGII, tiene mecanismos para capturar parte de la recaudación del informal, cada que este hace alguna relación comercial con una empresa formalizada; entonces le hacen una clase de deducciones que no se la harían si estuviera formalizado, por ejemplo, le hacen una deducción desde hasta un 10% en las rentas y hasta un 100% en el ITBIS, y ese 10% viene siendo como la tasa efectiva de tributación, es decir, si bien influye en la evasión el sector informal, pero a la vez si aporta a la recaudación por la vía de las retenciones. Entonces, ¿de qué vale nadar y nadar tanto para evadir la realidad y a fin de cuentas tener que morir ahogado y en la orilla?
En otro orden, la economía informal representa actualmente el 54.8% (2019), lo que significa que 5 y 6 personas de cada 10 se encuentran en esta condición, por lo que hay que tener claro que la informalidad no solo alberga salones de belleza, trabajadores domésticos no declarados, licores stores, discotecas, choferes, ventas espontáneas virtuales o ambulantes, etc., sino todo tipo de negocio que no está registrado en la DGII. Bien, según estudios del Banco Central se estima que cerca de un 35% a un 45% del PIB es el tamaño de la economía no observada (por operar al margen de la ley), pero esta incluye no solo las actividades legales sino también las ilegales, esto es pertinente aclararlo y especificarlo, porque dentro de la creencia popular se piensa que el que se encuentra en la informalidad al evadir impuestos y controles administrativos, tiene el camino libre para enriquecerse más rápido y mejor en comparación con los formales, nada más lejos de la realidad; quienes se encuentran en el sector informal estan conformados por un alto porcentaje de unidades productivas de pequeño tamaño y escasa productividad, y si ud no es narcotraficante de armas o drogas, entonces se encuentra en ese grupo. De hecho los sectores donde ha aumentado de manera significativa el empleo en los últimos años están asociados con mayor frecuencia con la baja productividad y precarias condiciones laborales. No se hace más rico el que evade, se genera más problemas económicos, porque incluso esta condición juega en su contra cuando reciben demandas laborales por parte de sus empleados.
Otro factor no menos importante es el hecho de que quizás no queden fuera del Sistema de Protección Social y sus servicios sociales, en vista de que habitamos bajo un ordenamiento social asistencialista, pero suele suceder que los informales son los más perjudicados cuando se encuentran afectados de salud o en una edad avanzada requiriendo jubilación que no está garantizada, por encontrarse en una condición económica irregular. El gasto de bolsillo (copagos) en servicios de salud en el país, está incluido dentro de los más costosos de la region e incluso constituye la fuente más importante de financiamiento del sector salud.
Entonces, imagínense lo siguiente: ud teniendo la facilidad del seguro médico por pertenecer al sector formal, igualmente tiene que enfrentar estos copagos, pero está de una manera u otra protegido para realizar reclamaciones y darle seguimiento a su caso, pero el que se ha lanzado al precipicio de la informalidad tiene que absorber mayores costos que cualquiera sin el nivel de protección del primer grupo, porque ese el precio que se paga por la desafiliación y posterior reintegro cuando se le presenta un tema de salud; esto sucede de la siguiente manera: dada la inestabilidad y temporalidad de sus ingresos, se les aumentan los costos de transacción por la vía de incrementar los esfuerzos que deben realizar los aseguradores para el cobro de las primas, situación que a final de cuentas, se refleja en un aumento de la morosidad de la cartera. Esto es así, porque los aseguradores, como una forma de protegerse frente a mayores costos de administración y riesgo asociado a este grupo (informal), les aumentan las primas de los planes, esto se ve con más frecuencia cuando solicitan los servicios de urgencia.
El sector informal es el destino del contribuyente ensimismado que evade la realidad social, política y económica del mal llamado Estado de derecho dominicano, el estado de supervivencia se ha consumado en su psique como la única forma posible de escape, para gestionar la impotencia y la frustración de vivir bajo el abuso del poder político que se fragua ante sus narices y en su contra, lanzarse al precipicio de la informalidad es su máxima ambición como ciudadano ante un Estado omnipotente que se promueve como Estado de Bienestar cuando en la práctica promete y mantiene las medidas más abusivas y desconsideradas para con el contribuyente, a fin de mantener el estilo de vida oneroso de funcionarios y legisladores corruptos a costa de estos.
El escape al precipicio de la informalidad sucede principalmente, cuando actuar dentro del marco legal es más costoso que optar por la caída libre a la informalidad, costos que pueden llegar a superar los propios beneficios del emprendedor; condición muy conocida por los formales, los que desafortunadamente se mantienen estancados o son conducidos indefectiblemente a la quiebra, adicional a esto, la calidad de los servicios públicos a las empresas formales es baja y el control estatal es amplio, pero el poder de ejecución, oportuno, de calidad y humano es deficiente, todo eso sin contar las características de desigualdad estructural que caracterizan a la región latinoamericana, en materia de educación, tendencia demográfica más rural que urbana y la composición social propiamente dicha. La economía informal es la opción desesperada, es como tomar un veneno letal pero de acción prolongada, la muerte es segura para todos, pero nadie se dirige hacia su muerte voluntariamente por evadir la realidad, mientras sigue rompiendo brazos, nadando a contracorriente para finalmente morir ahogado, exhausto y en la orilla.
La lucha contra la informalidad como política de Estado no es el objetivo del político, porque la informalidad mantiene la transmisión de la pobreza intergeneracional y bien es sabido que mentes pobres, débiles y dependientes constituyen el nicho de mercado por excelencia que necesita un político corrupto para enriquecerse.