El pasado 5 de noviembre falleció en la ciudad de México el filósofo Enrique Dussel. Aunque nació en Argentina, se destacó fuera de su país desde su marcha a México donde huyó por la persecución de la dictadura militar que intentó asesinarlo en la década de los 70.
Fue uno de los principales exponentes de la denominada filosofía de la liberación, un movimiento que agrupó a un conjunto de filósofos latinoamericanos preocupados por pensar América Latina tomando distancia del eurocentrismo e intentando comprender los procesos que han definido nuestras identidades a partir de categorías adecuadas a la especificidad de nuestra historia.
En este sentido, Dussel realizó una resistencia filosófica contra la empresa discursiva de subsumir todo ejercicio del filosofar bajo el paradigma de una tradición filosófica y de homogeneizar bajo la misma periodización el proceso de desarrollo de las distintas tradiciones del pensamiento humano, desde la China y la India hasta las culturas mesoamericanas.
Reivindicó la mirada de las diversas culturas, aquellas que desde una perspectiva etnocéntrica constituyen “el no ser”; la nada; las expulsadas de la HISTORIA.
Cuestionó los supuestos clasificatorios de la historiografía europea que convertían a unos pocos privilegiados en sujetos de la HISTORIA, mientras objetivaban a otras etnias y barbarizaban las expresiones culturales no occidentales de comprender y experimentar el mundo.
La empresa de Dussel se da la mano así con el giro decolonial de la filosofía, el punto de inflexión donde comenzamos a adquirir conciencia de la necesidad de independizarnos de las representaciones de nosotros mismos construidas por las culturas colonizadoras y que nos estimulan a crear un pensamiento latinoamericano que reivindique nuestra autonomía. Este sigue siendo el gran desafío de su inmenso legado.