1

Las cosas de a una son las que nos hacen felices. Quienes poseen más de una evitan que una gran mayoría sea feliz. Una casa, un puñado de tierra para cultivar una rosa, una mujer. Un poema breve. Lo que veo y no veo al fondo del río. Un pantalón. Una camisa. Un par de zapatos. Un solo Dios, como quien mira y no mira. Lo de a poco es como si fuera uno. Lavar un pantalón para ponérselo, una camisa porque se crea que es la presentable. Un solo amor que echó raíces en otros tantos, que en el fondo es uno solo. Un árbol. Un río. Un amigo ramificado en muchos. Dos manos como una sola. Un camino para llegar a una sola casa. El dinero necesario para lo necesario. El pensamiento que hace feliz no bien llegue o parta. Un planeta: la Tierra. Una luna, la que se refleja en el río de los ojos amados. Un cuerpo amparado con una sola piel, como la piel de la noche al tocarla. El amigo. La mujer amada. El desconocido. Lo que es más de uno y creemos que es único, maravillado por cuánta maravilla encierra lo uno. El misterio donde está la máscara, la sonrisa, donde uno solo es que llama la atención. Lo más cercano a la felicidad: dos en uno, cuando desde lejos o cerca se vea con los ojos cerrados o abiertos. Si se tiene la desgracia de poseer más de una de las cosas amadas, aprender a verlo como uno, para mí una biblioteca. Ese hallazgo de convertir lo mucho en uno, en uno al pensarlo, la gran meta, dilema de lo simple que evita la locura sea por excesos, aunque nadie lo sepa, lo vea.

2

Las cosas que los otros han tirado me han hecho feliz. Enumerarlas sería lo justo, que se quede la gran mayoría sin nombrar, la gran injusticia. Las que se cansan de mí, cuando lo hacen, van a dar al cesto de basura, para que otros, al igual que yo, encuentren la felicidad que he encontrado al azar en las cosas que no he buscado, que ellas me han encontrado y cuánta felicidad me dan. No las que el otro tira me hacen feliz, sino las que he encontrado.

3

Es hermoso que las cosas sean hoy y no mañana. El mañana me agrada, pero el hoy me conserva para la gracia que quiero para la mujer amada. Para el libro abierto al azar o la mirada cálida del conocido y desconocido cual raíz que da al agua. Hermoso este sol, esta luna, este día, esta noche. Conservo de cada día lo que el siguiente no sabe y aunque lo supiera, quisiera aguardarlo tranquilo. Hoy todo, mañana también, pero como no ha llegado, abrazo lo que está, como hace la luz con el cuerpo.

4

Acostumbrado a esperar, entiendo las señales de la desesperación que le va entrando a quien no sabe esperar. Me he pasado la vida soñando y por eso puedo esperar. Pero como todo tiene un límite, la espera se cansó de mí y yo también de ella y ambos hemos acordado que todo aquel que nos haga esperar, aun haya razones para hacerlo, planificaremos lo que nunca nadie le ha hecho. Acostumbrado a esperar al que está ahora mismo en cualquier parte del jardín del al lado, le diré que no ha sido en vano. La espera es un sueño aun no llegue quien se está esperando.

5

Tener lo que nadie tiene. Soñar lo que nadie ha soñado. Andar en el camino que ojos humanos no han visto. Responder a la pregunta que todavía no se ha formulado. Yo, con más felicidad que la que puede soportar cualquier sueño que no he tenido y no tendré jamás, si llego a tener lo que nadie tiene y lo que nadie ha soñado. En el camino que nadie ha andado, andarlo, mirándolo, si todavía conservo esta felicidad que alardea la mirada; indudablemente que responderé la pregunta que nadie ha formulado con estas manos atadas a las manos de la que no he hablado y de quien, por supuesto, pienso hablar hasta el cansancio. ¿De un cuerpo? Eso sí que hay que hablarlo.

6

Una pregunta a la vez es como responderé, como si estuvieran Interrogándome: “Señor, señor, ¿en qué planeta es que usted vive?”  Es más, no voy a responder nada. Tienen que conocer a quien quiero que hable por mí y oírla cantar mi nombre, entonces hablaré. En orden es como me mostraré a lo que llaman sentimientos. De tan lejos es mi culpa, círculos de cenizas, que con que ella lo sople una sola vez, se volverá a crear otro Adán, que, aunque no se llame como el que responderá las preguntas, como ríe creerán que está loco. Culparlo puede. Habló demasiado para caer en las propias redes que tejió con tanto esmero, como el loco que vive retorciéndose el pelo. Por favor, perdonarlo, no por él, sino por los que hablarán el mismo disparate. ¿Qué iba a saber él de lo que le iba a ocurrir por una llamada? Un poco más de honestidad, otra fue cuando la oyó hablar de su corazón. Si al río desbordó, ¿qué podía hacer él desde la otra orilla en que la oía? ¿Morir? ¿Dónde está el que lo dijo? De seguro que el golpe no será con las manos.