En los meses de preparación de la FIL SD lo importante eran los libros y cómo compartirlos. “En el principio era la palabra”. A partir de la apertura de la feria el viernes 25 de agosto, pasamos a las imágenes. Una manera en las que se compartieron los contenidos de las charlas, los pabellones y las interacciones con los autores fue a través de fotos en las redes sociales.
La diversidad de lugares de reunión permitió a cada quién acentuar a través de las redes la presencia de sus centros de interés. María José Rincón, que aprecia el mundo de las palabras, posó frente a la lista de palabras taínas expuestas en el Museo del Hombre Dominicano. Cual Abigaíl Mejía moderna, Ylonka Nacidit-Perdomo, que tanto ha hecho por hacer visible la participación de las mujeres en la ciudadanía y en la literatura, exhibió su disfrute frente a las exhibiciones de la Junta Central Electoral y de la vida de la literata Jeannette Miller, a quien le estuvo dedicada la FILSD 2023. Ana Mitila Lora, que durante tanto tiempo nos ha mostrado nuestra realidad a través del ejercicio del periodismo y que tiene amor por las artes gráficas, se fotografió frente a la llamativa denuncia de Jorge Pineda sobre la situación del embarazo infantil. Yo, que vivo hablando de “El mundo que veo”, destaqué que la feria me dio la oportunidad de contribuir a la visibilidad de la participación de las mujeres y de presentar mi más reciente libro, “Caminemos Unidos” sobre una juventud llena de idealismo que continúa sembrando y cosechando en el terreno de la fe y de la acción social.
Haber llevado al público a los museos con ocasión de la FIL tuvo como resultado el conocimiento de obras y exposiciones tradicionales y temporales, dentro de las que se destaca la trigésima edición de la bienal de artes visuales. La Galería de Arte Moderno que acoge y acogerá durante más de tres meses a esta bienal tendrán la ocasión de ver algunos clásicos ganadores de premiaciones anteriores como los caballos de Darío Suro y obras relativamente tempranas de Orlando Menicucci. Además, se pueden conocer obras nuevas que con gran creatividad denuncian males modernos como la contaminación de los océanos, el sufrimiento por la pandemia y el cambio climático. Hay obras muy representativas de preocupaciones de la República Dominicana como las famosas colitas de las niñas (y en el momento en que me dirigía a apreciar esa obra me encontré precisamente con una niña usando esas colitas), el recuerdo de los aportes de las Hermanas Mirabal o la relación con la República de Haití.
Todas estas acciones tuvieron lugar en la Plaza de la Cultura, espacio que antiguamente estaba reservado para la residencia del dictador y que su sucesor, consciente del poder de los símbolos, decidió derribar y convertir en espacio de uso común. Sobre los vestigios del centro de fuerza y de descanso del dictador se construyeron edificaciones donde todos podemos estudiar, difundir y hacer crecer una identidad nacional floreciente. Ahora lo hacemos con palabras e imágenes.