La connotación mística que otorgan a los números, los creyentes de la religión judeocristiana son tal, que las mismas influyen en la cosmovisión, es decir, en la concepción global respecto al devenir del universo.
Todas las veces que se menciona el número 40 en los textos bíblicos, siempre está anunciando la llegada de un tiempo prolongado o asociado con la ocurrencia de acontecimientos históricos que impactaron la vida de los vivientes en esa época. Eso queda evidenciado en episodios ya citados como el diluvio, el éxodo de los israelitas, la estadía de Moisés en el Monte Sinaí, entre otros.
Además de esos eventos, fue por 40 días que Goliat desafió a Israel (I Samuel 17:16). Se recuerda también las instrucciones que el Señor dio a Jonás: “Anda, vete a la gran ciudad de Nínive y anuncia que voy a destruirla, porque me ha llegado la noticia de su maldad”. Cuando Jonás entró en la ciudad, caminó todo un día diciendo a grandes voces: “¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!” (Jonás 1ss).
El niño Jesús fue presentado en el templo a los 40 días de su nacimiento, tal como mandaba la Ley (Lucas 2:22). Jesús estuvo en el sepulcro, tres días y tres noches (que se considera 40 horas). Durante 40 días luego de la resurrección, Jesús se manifestó periódicamente a los apóstoles antes de ascender.
Todos esos hechos de naturaleza inescrutable signaron a las generaciones que los presenciaron y a las que vinieron más tarde y, han dado origen a otras prácticas, como la Cuaresma, por ejemplo, la cual data del siglo IV, cuando existía una tendencia para constituirla en etapa de penitencia y de renovación con ejercicios espirituales, ayuno, abstinencia y tiempo litúrgico que los cristianos toman para conmemorar, devocionalmente, 40 días correspondientes a las observaciones del Antiguo Testamento de cuarenta días y noches que previenen el acontecer de grandes sucesos. Las iglesias que mantienen vigente formalmente la Estación Cuaresmal son: ortodoxa, católica romana, anglicana, copta y muchas de la rama protestante.
En resumidas cuentas, la naturaleza mística del número cuarenta está vinculada a renovación, nuevos comienzos, liberación, transición, normalidad, tentación, purificación; todos son conceptos de alta significación y conexión con la fe y la práctica cristiana.