-Porque: “No espero nada. No temo a nada. Soy un hombre libre”

-Bien vestido, eres bien recibido. Pero no eres recibido tú, sino tu traje. Es triste ser valorado por el parecer y no por el ser. Jodorowsky.

Al momento en que esto se publique, convencido estoy, después de pasadas las elecciones, de que continuamos siendo una nación como hasta ahora lo hemos sido, es decir, que diga lo que diga, como ágrafo al fin, se entenderá de que mis decires y actuaciones en ningún momento han sido procaz, como si lo han sido políticos y funcionarios, que al inicio de la continuidad del gobierno esperamos mucho de ellos y que las buenas intenciones se conviertan en realidades.

Lo que deseamos es que la pantomima que hasta ahora algunos funcionarios han exhibido, y, de otros tantos, cual si fuesen bípedos, simples chimpancés andando de rama en rama, terminen de aterrizar y armados de valor, dejen de lado las teorías fantasiosas, adoptando medidas pragmáticas que acaben con el cáncer de la corrupción e ineficiencia que se ha apoderado de algunas instituciones, que lo único que han sabido hacer en las últimas décadas, es convertirse en el malo de la película, tal y como ocurre, con la desacreditada Policía Nacional.

Me parece, que la cuestión no es prepararse para defenderse de la delincuencia o la inmigración ilegal por la frontera, más bien, sería prepararse para no tener que defendernos y que sea, nuestra solidez institucional, la que inste a no equivocarse con ella.

Decía Bernard Shaw sobre la adaptación, que: “el hombre sensato se adapta al mundo; el insensato persiste en intentar que el mundo se adapte a él. De modo, que todo progreso, depende del insensato”. Nunca me han gustado los teóricos sensatos, aquellos que su vida se va de teorías en teorías, que, en su mayoría, van acompañadas por un lenguaje florido muy dado a crear falsas ilusiones y promesas fantasiosas, por eso, siquiera, nunca he intentado que me gusten, más bien, los he utilizado, para plasmar realidades.

Es lo que ha ocurrido -principalmente- en la Policía Nacional, ahogada en teorías que han sido teñidas con la pátina del tiempo, engavetadas en caros escritorios, que solo han servido para estrambóticos negocios y turbias justificaciones, ante la inoperancia de poder aplicar o hacer realidad los planes tan ostentosamente elaborados y presentados como el mejor de los mejores elixires para darle limpieza y efectividad a ese maltrecho cuerpo del orden.

Hasta ahora, ningún teórico ha planteado el militarismo dentro de la policía como un grave problema para su funcionamiento. Reitero, que mataron a Trujillo solo físicamente, porque el “aquí mando yo” permanece intacto. Por igual, nadie ha planteado el cortar los problemas en partes manejables y distribuirlas entre un selecto grupo de profesionales, que trabajen de manera coordinada, y, respondan por los mismos.

Para esa institución, los días transcurren iguales, es decir, haciendo lo mismo, porque no han querido entender, tanto los policías como los políticos relacionados con ella, que no basta con conocer los conceptos que inciden en el buen desempeño de ese órgano, creado para mantener orden, si no que, esos conceptos, necesariamente necesitan ser aplicados. Y, esto es así, porque la estupidez, la confianza y la corrupción, forman una tripleta extremadamente dolorosa y peligrosa.

Pero, nunca es tarde para empezar, para lo cual, llamamos la atención sobre el hecho de que, el presidente Guzmán Fernández paso a la historia -principalmente-, por el hecho de haber puesto en retiro, unos veinte y tantos generales, que en su mayoría constituían un obstáculo para la reestructuración de las fuerzas armadas dominicanas y hoy, le podría tocar al Presidente actual, con el retiro de por lo menos 50 generales que deambulan por la P.N. constituyendo una retranca para la tan anhelada reforma policial. La oportunidad la tiene, señor presidente, ¡aprovéchela! ¡Sí señor!