Desde la sociología, la coyuntura electoral se presenta como un gran escenario que permite interpretar las grandes fuerzas en conflictos que compiten por el poder en el campo político y la producción de las preferencias del electorado dominicano.
En el marco de la coyuntura electoral se ponen en juego las grandes estrategias de la clase política: el uso de los recursos económicos, públicos y privados, se manifiesta la capacidad de organización y movilización de los partidos, se expresa el poder de seducción y comunicación de los candidatos, el peso del tradicional clientelismo político como también las distintas disposiciones que inciden en la cultura política de los dominicanos.
De manera que, para interpretar la coyuntura electoral, el campo político y las preferencias electorales de los dominicanos, propongo considerar brevemente varios aspectos: 1) La mercantilización del campo político-electoral. 2) La individualización de la política. 3) El uso de las redes y los medios de comunicación de los candidatos. 4) El clientelismo político, como parte de la cultura política tradicional y, 5) La fragmentación de la cultura política del electorado dominicano.
Por tanto, lo primero a considerar es los que se ha llamado la mercantilización de la política de partido y electoral. De forma tal, que el sistema de partidos depende, cada día más, de capital o recurso económico. Sólo de fondo público, sin contabilizar los aportes privados, el portal de la junta central electoral (JCE), declaro que para 2021 “la contribución económica del Estado asciende a la suma de mil doscientos sesenta millones, cuatrocientos mil pesos (RD$1,260,400,000.00)” (https://jce.gob.do/Noticias/pleno-jce-aprueba-resolucion-de-distribucion-de-fondos-de-partidos-politicos-para 2021).
A partir de las observaciones del sociólogo Cándido Mercedes, en las próximas elecciones del 2024, el techo del costo de una candidatura a la presidencia puede llegar hasta RD$565,272,120.00, millones de pesos. Para una candidatura de senador, ronda la suma de RD$55,005,360.00 y en santo domingo, se eleva a RD$109,385,280.00. Para la diputación podrán gastar hasta RD$60.00 por cada inscrito en el padrón de electores a nivel de la provincia o circunscripción. Asumiendo hipotéticamente, un padrón electoral pequeño de 250,000 votantes, hablamos que para una candidatura de diputado podría rondar la suma de 15,000,000 millones de pesos (https://acento.com.do/opinion/economia-electoral-plutocracia-y-el-costo-de-la-politica).
El incremento de los costos y la enorme mercantilización del proceso electoral, significa, por un lado, que hay que tener muchos dineros para participar en política, que las probabilidades de éxitos de los partidos y candidatos de influir en el electorado están mediadas por el uso de los recursos económicos.
Por otro lado, la mercantilización de la política ha devenido en un deterioro de la representación política. Las aspiraciones electorales para las personas que vienen de la sociedad civil, los movimientos sociales, los sindicatos, las academias, intelectuales, están prácticamente negadas, por los altos costos del proceso electoral. Declarando así, el fin de una era caracterizada por la representación de políticos ilustrados.
Un segundo aspecto a considerar es la individualización de la política, asociada a la falta de confianza en los partidos. Como se ha destacado en otra ocasión, en nuestro país, según los datos de latinobarómetro del 2021, la confianza en los partidos alcanza un 24%, una de las instituciones peor valoradas por los ciudadanos dominicanos, producto de la corrupción, el surgimiento de un sinnúmero de movimientos, fracciones de partidos y otros (file:///C:/Users/RL/Downloads/F00011665-Latinobarometro_Informe_2021).
De manera que, se ha producido una desinstitucionalización e individualización de la política, donde los votantes, sobre todos los más jóvenes, han perdido la fidelidad tradicional a los partidos y, se interesan más por las figuras, las imágenes y personalidades de los líderes-candidatos.
En ese sentido, el tercer aspecto a considerar es, la importancia creciente del uso de las redes de comunicación mediática para el éxito de los candidatos. En la coyuntura electoral, cada día adquiere mayor notoriedad, como se ven los candidatos, los que dicen y hacen: en el gobierno, si son capaces de producir confianzas, emociones, risas y, entusiasmos y, los de la oposición si pueden producir confianzas, pero también, miedos y temores sino cambia la situación.
Por otro lado, un cuarto aspecto a considerar, son las formas de clientelismo que predominan en la cultura política dominicana. Un campo político caracterizado por la mercantilización de la política y, la falta de confianza en los partidos. Por tanto, la fidelidad de los votantes se construye y reconstruye a partir de la simpatía y seducción de las figuras de los líderes-candidatos y el clientelismo político. De ahí que, los partidos y candidatos incrementan sus posibilidades de éxitos en las elecciones, si están dispuesto a pagar para influir en las preferencias electorales.
Y, por último, pero muy significativo, un quinto aspecto a tomar en cuenta es, la fragmentación de las identidades políticas y, su incidencia en las preferencias electorales de los dominicanos.
La cultura política dominicana, está dividido entre dos fuerzas en disputas: la tradicional lucha entre los progresistas y conservadores: por un lado, los movimientos progresistas: feministas, juveniles, populares, ecologistas, por la defensa de los derechos humanos de los inmigrantes en un mundo global, la igualdad de las mujeres, el reconocimiento de la diversidad cultural y el control de la explotación de los recursos naturales. Y, por el otro, los movimientos conservadores: religiosos y nacionalistas que, buscan preservar la identidad tradicional y el poder de la religión en los asuntos públicos y privados: en la familia, el cuerpo y la sexualidad de los dominicanos.
En el marco de esta fragmentación de la cultura política de los dominicanos, los tres partidos y candidatos, en diferentes grados y magnitudes, mantienen, por un lado, una retórica modernista en términos del desarrollo económico, mientras que, por el otro, organizan sus estrategias discursivas desde la tradición conservadora de la cultura dominicana, caracterizada por el nacionalismo como una expresión del antihaitianismo, la negación de los derechos de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y la negación de los grupos homosexuales a vivir en igualdad sus preferencias sexuales.
Como vemos, la pelota y los actores del campo político ya están en la cancha y ha iniciado el juego democrático-electoral, pero para ver los resultados de sus diversas estrategias políticas, al igual que en la pelota, tendremos que esperar para el final del partido o del proceso electoral.