En Con los misterios no hay quien pueda (SD: Santuario, 2020), la cuentista neibera Dulce Marithza Peña nos invita a sumergirnos en un caleidoscopio de historias que exploran diversas raíces culturales de la República Dominicana y otras tierras. Con una mirada cargada de humor y realismo mágico, Peña nos transporta a diferentes comunidades donde se mezclan la magia y la realidad cotidiana. Su rol como docente habla del tono didáctico que a veces asumen sus narraciones en las cuales arroja luz sobre las falsas creencias y la estrechez en los modos mentales de dichas poblaciones.
El presente libro, que reúne unos veinte relatos, se enmarca dentro de la tradición del realismo mágico, al seguir los pasos de autores como Ángel Hernández Acosta, Abraham Méndez Vargas, Tony Rodríguez Labour y otros escritores neiberos. Tal es la razón por la que se descubre en varios de ellos el componente del sentimiento trágico en personajes, como por ejemplo lo encontramos en Hernández Acosta.
Con los misterios… es la primera obra de Peña. Con ella inicia el oficio de la escritura, lo que explica su falta de madurez y de dominio del lenguaje como escritora en múltiples ocasiones. Ahora bien, pese a esto, sus relatos fluyen sin estridencias ni pretensiones, ya que reflejan su propia personalidad: humilde, sencilla y discreta.
Además, la cuentista no se circunscribe a imitar, sino que intenta aportar su propia voz, impregnada de ironía y humor, que cuestiona las manifestaciones del realismo mágico, a las que opone una actitud realista y crítica para desmitificar las creencias supersticiosas que contienen: “¿Qué brujas ni brujas?”, pone en tela de juicio. “Esos son cuentos, una forma masculina de justificar [historias]”. (99)
Tal y como hemos visto, la narradora rechaza el predominio de la ideología machista en el realismo mágico. Para lograrlo, desde el punto de vista omnisciente, entra en los personajes para describir sus procesos mentales y emocionales a la vez que los desmantela en el contenido de superstición que tienen, y en su lugar, les hace recurrir a la autosugestión para liberarse. (Véase 100-101)
Con los misterios… es un libro que, pese a sus problemas morfológicos, ortográficos, de uso lingüístico, de registro, entre otras fallas, no decae. Antes bien, nos envuelve en un mundo de encanto y tradición. En él, la realidad se mezcla con la magia de forma natural.
“Con los misterios no hay quien pueda” es una frase común entre los curanderos y gente sencilla que utiliza sus servicios. Con semejante expresión la manipulan mentalmente también. Es una creencia con arraigadas raíces afrocaribeñas. De suerte que el alcance del libro que nos ocupa, lejos de ser localista, como ha pretendido cierta crítica, por usar la estética del realismo mágico, hunde sus raíces en una realidad cultural y en un contexto sociológico más amplio como lo son el latinoamericano y caribeño.
En vez de simplemente reproducir los patrones culturales del realismo mágico, Peña tiende a cuestionarlos. Esta postura crítica hacia las creencias populares es precisamente lo que hace que su obra tenga validez y le otorgue un lugar en la literatura regional.
Tal es la carga emocional de la fijación de ciertos mitos en la mente colectiva de nuestra gente, que no logra atribuirlos a fenómenos naturales o a diversos factores; de ahí la actitud racionalista que adopta Peña para desbrozar dichas supersticiones. No en balde en el caso de la embarazada en el relato “Antojada”, por su deseo no satisfecho de comer queso, nació su bebé con una mancha blanca en la pequeña cadera (Véase 22-23), afirma la autora. Esta, la de los antojos, es una creencia que se extiende a gran escala en América Latina y el Caribe.
Peña destaca igualmente que aún en medio de la pobreza, de su rostro grotesco, toma cuerpo el milagro de compartir la felicidad en un vecindario, el valor de la solidaridad humana, aunque no todos lo hacen con el mismo nivel de correspondencia y entusiasmo.
En un tono de humor y racionalista, con una actitud crítica, la novel escritora neibera aborda la estrechez mental de pueblos que les impiden ver un nuevo horizonte, a los que intenta arrojar la luz de la razón en la maraña de supersticiones que los limita.
En resumen, con la frase “con los misterios no hay quien pueda”, en lugar de aprobar la falsa creencia que encierra, Dulce Marithza Peña, en el fondo, sugiere irónicamente que con ellos sí hay quien pueda, esto es, con el juicio crítico y el conocimiento que posibilitan la liberación de las falsas creencias que esclavizan a nuestros pueblos.