Latinoamérica debe continuar cimentando su unión en torno a los valores e intereses comunes, de manera que pueda preservar su independencia, soberanía e identidad.
El país sudamericano ha optado por un rumbo antagónico al tradicional, dejando atrás un otoño gris y rancio por una primavera verde que le inspire esperanza. Colombia, rezagada en su proceso evolutivo de cambios con respecto a la región, vive en los últimos años la comprensión a políticas diferentes, pero también ignoradas. Y ha sido así por dos razones: por los mecanismos de compra sigilosa a la conciencia colectiva y por el temor a que los pocos intentos de enarbolar una bandera de esperanza culminen ensangrentando la ilusión nuevamente. Esta vez, los ciudadanos han mostrado en las calles su inconformidad sin temor, colocando entre las cuerdas al núcleo poderoso que siempre ha gobernado, han dicho cómo diría el grupo Niche: "Una aventura es más bonita".
Si la historia de la montaña de Antioquía pudiera ser contada por el bosque, revelaría muchos secretos guardados. Se trata de una clase parecida al Club de Bilderberg, que ha tratado durante años de gestar mediante estrategias tácticas hacer un nudo entre el nivel político, económico y social, con el único propósito de garantizar sus intereses y el de unos pocos. Destapado esto, solo queda el miedo instaurado al cambio, un temor que se diluye según la última elección presidencial, donde alrededor de un 70% dijo 'NO' al continuismo análogo.
Este enigmático camino tiene dos perfiles; un candidato con un discurso acabado y otro que aún no ha definido bien sus propuestas. Si Colombia quiere realmente un cambio, deberá elegir las ideas plasmadas; si solo busca cambiar para probar un futuro incierto, entonces deberá votar por Rodolfo. Entre estas dos veredas hay una más real que otra, y es la de Gustavo Petro. Sus propuestas son un cambio al sistema social y económico del país, para que de esta manera el desarrollo se pueda empinar al nivel del crecimiento económico exhibido durante años y pueda reflejarse a la gran mayoría, cómo diría Martí: "Es preferible el bien de muchos a la opulencia de unos pocos".
Por su lado, el empresario Rodolfo Hernández, tedioso de definir, también significa un cambio, pues de igual manera no quiere saber del sistema político anterior, lo detesta. Se ha convertido en un populista de Tik Tok, al que muchos ven cómo un Trump o tal vez un Bukele, pues es difícil predecir cómo piensa. Se inscribió como independiente, y a pesar de que elogió hace unos años a Petro, hoy es un contrincante con mucha posibilidad de vencerlo. Inició su candidatura con el arma de la anticorrupción, no obstante posee un caso judicial complejo y pendiente a resolver, mientras tanto, que viva la presunción de inocencia. Fue su única y principal propuesta, hasta que se colocó en el ojo del huracán, allí, sus orientadores cercanos le convidaron a realizar una serie de propuestas más profundas con ánimo de presentarlas al electorado. ¿Quiénes siguen a Rodolfo? La mayor cantidad de apoyo está en las personas mayores, por eso, sus asesores argentinos han determinado de manera estratégica recurrir a las redes sociales para atraer el voto joven, de cierto modo lo han logrado. Luego de que pasara a la segunda ronda, no era secreto el apoyo del conservadurismo a la candidatura de Hernández, no por amor, ni por coincidir con sus ideas, más bien para reelegir sus privilegios. Dígase, la actuación de Fico y sus seguidores luego de perder nos dice que es preferible lo que beneficie a sus intereses por encima de la conveniencia general de Colombia. Otros, lo hacen simplemente por estar en contra del proyecto antagónico. En definitiva, esto indica que la mayoría del apoyo recibido no lo hace para seguir un proyecto que les llame la atención. Ahora bien ¿cómo aceptaría este apoyo el señor candidato luego de despotricar contra Fico y su sistema político? Difícil de saber.
Esta vez, el cóndor extiende sus alas sin un plan de vuelo definido. Aunque las propuestas de Gustavo son de dominio público desde hace un largo tiempo, sin embargo, no existe un parámetro de esa postura política que les permita tomar como referencia, esto también refleja un temor, un miedo a lo desconocido. En el otro ángulo, está el señor rústico de las redes, quien este jueves tuvo la oportunidad idónea para mostrar sus ideas más claras, pero no pudo ser, la habitación quedó oscura y con las sillas vacías. De manera que sus ciudadanos deberán esperar este domingo 19 de junio para decidir su rumbo, y aunque es ineludible el cambio, queda claro que existen diferencias.
Refrescaré algunas palabras de años atrás para entender cómo actuaría el padre de Juan Manuel Galán si su corazón aún latiera: “La fuerza del pueblo está en la conciencia de sus derechos. En la conciencia de sus deberes. En la comprensión de que Colombia está iniciando otra época histórica, y que para que en verdad haya un salto cualitativo en la interpretación del país, en el conocimiento de sus realidades y posibilidades, todo colombiano tiene una tarea por cumplir”.