Federico* era un investigador del Departamento contra la Trata y Tráfico de Personas de la Policía Nacional, recién había sido nombrado en ese departamento dada su gran experiencia previa investigando criminalidad organizada. Le gustaba su trabajo, y aunque estaba acostumbrado a investigar delitos, trabajar en el departamento contra la trata de personas hizo que su vida cambiara para siempre.
Habían recibido una información de que en un bar de la ciudad estaban ofreciendo mujeres para actividades sexuales. En su trabajo de investigador encubierto, llegó al lugar para confirmar la información. Una vez allí habló con el dueño, quien seguida le mostró una serie de mujeres para que eligiera la de su preferencia. Federico observó que había mujeres de bonita apariencia y otras de menos, por lo que decidió entonces seleccionar una de éstas últimas.
Cuando se dispuso a entablar una conversación a fin de extraer información para su investigación, Federico notó que la joven está asustada, sudando y temblando, y le preguntó reiteradamente qué le pasaba, hasta que por fin ella habló: era su primera noche realizando ese tipo de trabajo y no tenía ninguna experiencia sexual previa; había realizado estudios técnicos, pero no había encontrado oportunidad laboral, por lo que un señor del entorno le ofreció un trabajo de camarera en un bar al cual él asistía con regularidad, pero al llegar al lugar se enteró que su trabajo requería de algo más.
Conmocionado con la sinceridad y franqueza de esta joven, Federico intentó tranquilizarla diciendo que no se preocupara, que todo iba a estar bien, y así se sintió aliviado por ella de saber que no era cliente sino un investigador confirmando informaciones del delito de trata de personas que en aquel bar se suscitaba.
No obstante, sabía que en los próximos días la vida de esa joven estaría deshecha tan pronto fuese comprada para satisfacer deseos y fantasías sexuales de todo el que llegare al lugar y pagare para tal fin, y no podía rescatarla con la rapidez que le gustaría, ya que la investigación previa en el crimen organizado es vital para la recolección de evidencias, identificación del lucro, el modus operandi y desmantelar los autores del delito.
Federico se marchó del lugar completamente desconcertado, ¿qué podía hacer para salvar a tiempo a aquella joven? Pero se preguntaba, además, ¿qué protección le brindaría el Estado una vez fuese removida del lugar de su explotación? Preguntas muy importantes que encontraron pocas respuestas, lo cual movió a su equipo de investigación a preparar un plan operacional de rescate con el menor daño posible, conforme los limitados recursos legales con que contaban.
En República Dominicana, la ley actual contra la trata de personas no contempla mecanismos que brinde protección a las víctimas durante la investigación. La tendencia en ocasiones es rescatar a la víctima de inmediato y llevarla a algún hogar de protección por pocos días; por tanto, vuelve a la comunidad con la alta probabilidad de encontrarse con su agresor sino ha sido debidamente procesado a la justicia. Otra tendencia es cuidar la investigación para hacer del hecho un caso exitoso en los tribunales, pero poner a la víctima en riesgo de continuar siendo explotada mientras la investigación se lleva a cabo. Debe haber un equilibrio.
Nuestra ley no contempla hogares de refugio para este tipo especial de sobrevivientes; actualmente el Ministerio de la Mujer ha dispuesto hogares transitorios para dar protección a las sobrevivientes adultas de trata de personas, lo cual significa que dichos hogares existen por medio de la disposición de un programa para ello, no de una ley. El Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (CONANI) por su parte, cuenta con algunos hogares para protección, pero no son especializados en el cuidado requerido para esta población específica, que producto a la explotación a la cual son sometidas adquieren conductas sexualizadas, y por tanto, requieren de un cuidado aún mucho más especial.
El nuevo proyecto de ley contra la trata de personas suple estas lagunas. Contempla la disposición de hogares permanentes para brindar protección a las sobrevivientes de la trata de personas, enfocado en cuidado informado del trauma y en el diseño de programa educacional y de empoderamiento, a fin de evitar sea revictimizada. Igual disposición se ha contemplado para las víctimas extranjeras, tomando en consideración otras necesidades que requieren por su condición de ser de otra nacionalidad.
El proyecto de ley también contempla las mejores prácticas de investigación según los estándares internacionales y nacionales, enfocado en la protección de la víctima y la recolección de evidencias de manera equilibrada. Evidentemente, la nueva ley apuesta al respeto de los derechos humanos de las sobrevivientes y su protección de manera integral.
Es esperanzador ver como empieza a formar parte de la agenda legislativa y de altos funcionarios, tomadores de decisiones, proyectos de leyes como el de la trata de personas y el de protección a las víctimas del delito. El combate y persecución al complejo delito de la trata de personas merece una legislación actualizada, capaz de entender y enfrentar los grandes desafíos que conlleva realizar una investigación de alta calidad en estos casos.
La trata de personas es un delito presente en el país que afecta mayormente a mujeres y niñas, éstas son seducidas y arrastradas a este flagelo como consecuencia de las condiciones de vulnerabilidad en la que muchas veces se encuentran o son expuestas, vulnerabilidad determinada por su condición económica, social, de género o minoridad.
La trata de personas tiene diversas modalidades siendo el más común en nuestro país la modalidad de explotación sexual comercial. En Misión Internacional de Justicia he tenido la oportunidad de conocer y representar víctimas de trata de personas en esta modalidad desde 2016. Anteriormente había trabajado pocos casos de este tipo penal como fiscal de la provincia Santo Domingo, y en ese sentido al día de hoy, puedo ver la forma y modus operandi constante empleado por muchos explotadores para la captura de víctimas y lucrarse de dinero mediante la explotación sexual de su cuerpo, pero a la vez también las nuevas maniobras y formas delictuales que están utilizando para lograr su fin.
Por eso urge una nueva ley contra la trata de personas; aplaudimos a las autoridades por poner la atención en esta problemática y tener la buena intención de legislar para su protección. Pero no queremos que se quede en palabras y buena intención, necesitamos verlo en la realidad. Las sobrevivientes de este delito están siempre llenas de dudas, de vergüenza, temor y poco entendimiento de que son realmente víctimas, reflejando la dureza infrahumana que han vivido. Ellas necesitan que se legisle a su favor.
Al otro día de llegar Federico al establecimiento para proceder con el mínimo plan de rescate para protección de la joven, preguntó por ella, pero ya un cliente había pagado por ella para llevársela por el fin de semana. No pudo llegar a tiempo para salvarla, pero su historia quedó impregnada para moverlo a luchar aún más por cada niña, adolescente o mujer que se encontrara en situación de explotación. Si su vida fue impactada grandemente al conocer esta historia tan de cerca, imagínese en la vida de esta y cada sobreviviente que vive explotación sexual de su cuerpo, día tras día.
Necesitamos legislar a favor de las víctimas en todo momento: desde trabajar en las familias y las comunidades para prevención del delito, durante la persecución del explotador para asegurar su arresto y condena, y en la protección de la víctima para asegurar su empoderamiento y restauración.
Sonia Hernández es abogada penalista, exprocuradora fiscal de la Provincia Santo Domingo. Tiene una maestría en Derechos Fundamentales por la Universidad Carlos III de Madrid y una especialidad en Derecho Procesal Penal por la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Actualmente se desempeña como Directora asociada del fortalecimiento del Sistema Público de Justicia para Misión Internacional de Justicia (IJM).