Un cumpleaños no es solo el paso de un año; es un hito, una pausa en el camino para reflexionar sobre la vida vivida y la vida que aún queda por vivir y construir. Inspirado en el poema: “Para nacer he vivido”, de Pablo Neruda, este día no es solo una celebración, sino también una reafirmación de que cada instante de mi existencia ha sido una preparación constante para ser quien soy hoy.
Neruda escribe: "No nací sino del amor, no nací sino para amar”, y en estas palabras encuentro el núcleo de lo que significa llegar a este día. No es solo un recuerdo de los días pasados, sino un reconocimiento de que mi vida ha sido una danza de encuentros, de aprendizajes y de luchas. Cada año que celebro no solo suma números, sino experiencias, amores, derrotas y triunfos que me han moldeado como un ser humano en constante transformación y cambio.
Este cumpleaños, como cada uno por venir, me invita a mirar atrás y agradecer las raíces que me sostienen, los brazos que me han abrazado y los caminos que he recorrido. Pero también me impulsa a mirar adelante, a reconocer que vivir no es solo existir, sino construir, amar, luchar, arriesgarse y renacer constantemente.
Como dice Neruda:” Cada hora de mi vida, cada día, cada año, mis pasos fueron para buscarte, para encontrarte y para amarte”.
Así, celebro no solo mi nacimiento, sino la vida que se despliega cada día como una página nueva. Me reconozco como un viajero que ha encontrado sentido en los detalles: en el sol de la mañana, en el abrazo de un ser querido, en las lágrimas que limpian y en las risas que iluminan. Mi cumpleaños no es solo mío; es de cada persona que me ha acompañado, de mi esposa Maribel, de mis hijas Whitney Juliette y Melanie Juliette, que me han enseñado y que me han dado la fuerza para continuar.
Hoy, evocando estos versos de Neruda, no puedo evitar sentir que, para nacer, para llegar a este día, he vivido intensamente. Este cumpleaños no es solo una fecha en el calendario, es una celebración de una existencia que ha sido construida paso a paso, con amor, con lucha y con esperanza. Como diría Silvio Rodríguez en Pequeña Serenata Diurna: “Soy feliz; porque soy gigante, amo una mujer clara, que amo y me ama sin pedir nada, o casi nada, que no es lo mismo ni es igual”.
Y en este momento, al apagar las velas, no solo pido un deseo: hago una promesa. Prometo seguir viviendo con intensidad, con gratitud y con el firme propósito de que cada día sea una oportunidad para renacer, porque, como dice Neruda, vivir es aprender a nacer en cada instante, y para nacer, he vivido. Brindemos por la salud, por la vida y por la esperanza de un mejor mañana.