El Pacto por la Democracia
«No hay, en mi dictamen, hombre que aprecie más la virtud y la siga con más gusto, que el que por no hacer traición a su conciencia, ha perdido la reputación de hombre de bien”. -Lucio Anneo Séneca-.
No podemos analizar los vericuetos de la agitada historia reciente en la composición partidaria actual, si dejamos de lado un evento atemporal mediante el cual se restauró la paz social y reestructuró gran parte del andamiaje normativo. Con este suceso trascendental en la línea del tiempo, se logró la concertación política más importante del siglo pasado y se establecieron mecanismos nuevos de participación y acción político-electoral, y trajo como resultado, la dinámica que hoy rige el sistema de partidos y los órganos encargados de garantizar la correcta aplicación de sus normas.
Recién concluidas las elecciones del 1994, ganadas, a contrapelo por el más carismático líder de los últimos cien años de vida republicana, y, robadas con vileza por el caudillo octogenario oriundo de Navarrete, heredero predilecto del post trujillismo y cuya morada alberga una entidad sin fines de lucro para el auxilio de pacientes con dolencias catastróficas. La República vivió la peor crisis democrática surgida por la confrontación electoral y estuvo al borde de una revuelta cívica de magnitudes insospechables que de no ser por el desprendimiento de un hombre nacido para guiar su país por los senderos de la unidad y la concordia, hoy las hemerotecas estuvieran manchadas con el rojo de la sangre inocente.
De ese pacto, lesivo en el tiempo para el ascenso al solio presidencial de José Francisco Peña Gómez, líder cuasi espiritual de un partido cuyos restos descansan en un mausoleo en la avenida Jiménez Moya, nace la separación de las elecciones municipales y congresuales, recientemente reformadas por la nueva ley electoral; la prohibición constitucional de la reelección en dos períodos consecutivos, restituida por Danilo Medina. Y cómo muro de contención al perredeísmo de entonces, el establecimiento de una segunda vuelta si ningún candidato obtuviese más del 50 por ciento de los votos. Punto de partida del derrotero subsecuente en el establecimiento de las relaciones extrapartidarias.
En otro plano, pero de baja transversalidad al tema que nos atañe, se logró importantes reformas al sistema judicial y previó la creación de lo que hoy conocemos como las Altas Cortes. Una de ellas utilizada como cadalso, en contra de las pretensiones del grupo PRD-mayoritario de Hipólito Mejía y Luis Abinader, hoy Partido Revolucionario Moderno, frente a las sanciones injustas de un fiscal y un tribunal disciplinario estatutarios, títeres del odio, el miedo, la opresión, la venganza y la desvergüenza, dirigidos por un comerciante que se creyó político y soñó con ser un líder.
¿Qué consecuencias negativas arrojó el convenio firmado por el liderazgo político nacional y supervisado por organismos nacionales e internacionales con el fin de garantizar la paz y el respeto a los resultados de los próximos torneos electorales? Mi fragilidad conceptual y mi escasez intuitiva sobre los aspectos sociales dentro del marco histórico no me permiten elaborar una hipótesis concreta sobre el mismo. Pero a vuelo de pájaro, observamos dos anomalías fundamentales en cuanto al cumplimiento de las garantías de un acuerdo que nació defectuoso y que aún hoy, en su aproximación a los veinte años de haberse rubricado, quedan pendientes aspectos básicos para la convivencia armónica de los actores sociales.
Primero: Las tratativas subterráneas de Balaguer, quien arrebató a la fuerza las aspiraciones naturales de un pueblo que volcó sus esperanzas en el líder de líderes, con el relevo del boschismo para variar, unilateralmente, el porcentaje establecido en las conversaciones sobre la segunda vuelta electoral. Segundo: La posterior celebración del mal llamado Frente Patriótico entre los antagónicos Bosch y Balaguer, con la única y férrea voluntad de atrofiar el desarrollo progresivo de la democracia política predicada y practicada por el más vejado que haya parido este terruño. Esto desencadenó una cacería a los dirigentes peñagomistas, la compra masiva de cédulas y redujo al mínimo la garantía de respeto del firmado acuerdo Pacto por la Democracia, secuelas evidenciadas en 2012; tema pendiente en este carrete de opinión.