Por las características de la época en que la prisa por alcanzar las metas a toda costa y sin reparar en consecuencias, no disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, centrarnos en el mí y olvidar el nos y al otro, entre otras cosas, hemos ido cediendo ante factores que ponen en juego y en riesgo nuestro bienestar y salud mental.
El bienestar psicológico como la salud mental, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es un valor intrínseco y fundamental de la vida humana, y parte integral del bienestar colectivo, ya que sustenta nuestras capacidades individuales y colectivas para tomar las decisiones, establecer relaciones y conformar el mundo en que vivimos.
Cada persona tiene una experiencia particular y distinta a las demás, en lo que se refiere a la salud mental como al bienestar, señala la OMS. Cada quien enfrenta la realidad a su manera y con grados distintos de dificultad y angustia y, por lo tanto, con manifestaciones también distintas de su salud mental y su bienestar frente a ella.
Los procesos de socialización que se inician con el nacimiento y se prolongan durante toda la vida, nos colocan ante situaciones de todo tipo que contribuirán de una manera u otra con nuestra salud mental y nuestro bienestar. Algunas de ellas se constituyen en riesgo y otras en oportunidades para una vida sana.
La estructura, características y dinámica familiar es un espacio primigenio para que estos riesgos y oportunidades se hagan presentes en nuestras vidas. Por supuesto, las propias características personales como las oportunidades que cada uno pueda llegar a tener jugarán incidencias diferenciales en cada uno de manera particular.
Un aspecto que quiero traer en este momento es el que tiene que ver con la relación pensamiento, palabra y comportamiento, la que se constituye en una unidad compleja que puede jugarnos situaciones difíciles y que, en ocasiones, puede derivar en ciertos trastornos del comportamiento.
Hace ya mucho tiempo me topé con el tema a manera de advertencia: “Ten cuidado con tus pensamientos, pues ellos podrán convertirse en palabras; ten cuidado con tus palabras, que de la misma manera pueden constituirse en modos de acción; ten cuidado con tu accionar que pueden fortalecer tus pensamientos".
Pensamientos, palabras y comportamientos son de las muy pocas cosas de las cuales podríamos tener cierto control. Como recordará, los estoicos nos propusieron hace ya muchísimo tiempo el ejercicio de la razón como manera de poder controlar las emociones y sus efectos.
En ocasiones el pensamiento se dispara y puede ser de muy gran ayuda si los mismos pudieran ser útiles y servir para propósitos sanos para sí mismo como para los demás. La historia recoge muchos personajes importantes los cuales padecieron de trastornos obsesivos como Charles Dickens, Howard Hughes, Nikola Tesla, David Beckam, Leonardo DiCaprio entre muchos otros. Todos se destacaron en algún ámbito.
En la búsqueda del éxito como de la felicidad incluso, muchas personas se colocan trampas mentales que les dificulta la vida y la consecución de sus propósitos. Esas personas sin darse cuenta, o apenas dándose cuenta, asumen un comportamiento de auto-boicot.
Bernardo Stamateas escribió un libro en el 2008 llegando a la 9ª edición en el 2010, lo que significa el interés que ha despertado, se trata de Autoboicot: cuando el tóxico es uno mismo. El contenido del libro está organizado en lo que él llama trampas, desarrollando trece:
Yo no valgo nada, yo no necesito a nadie ni a nada, no voy a permitir que te metas en mi vida, sin ti no existo, primero tú y último yo, lo dejo para después, yo no puedo, es lo que me tocó en la vida, no me lo merezco, yo me adapto a todo, yo no tengo nada para dar, que la suerte me acompañe y trece, lo importante es que tú seas feliz, no yo.
Como se puede apreciar aborda un conjunto de situaciones de la vida cotidiana en la que se asumen actitudes de autoboicot impidiéndose a sí mismo desarrollar una vida saludable y de bienestar, colocándose a sí mismos trampas que justifiquen su propia desventura.
En el libro Los cuatro acuerdos, Miguel Ruíz trae una frase que atribuye a John Lennon, el famoso integrante del grupo de rock británico The Beatles y que dice: “Es fácil vivir con los ojos cerrados, interpretando mal todo lo que se ve”. Así, muchas personas están al acecho de todo cuanto se dice para atribuirles determinadas intenciones para sí.
Desde la perspectiva fenomenológica, en psicología, se señala que los seres humanos viven internamente las cosas, desde un sonido, un color, la palabra o el gesto expresado, el sentimiento manifiesto y cualesquiera otras situaciones proporcionándole un sentido y un significado que, posiblemente, no tiene.
De esa manera, sobreviene la angustia, la indefensión o desesperanza aprendida, los cambios bruscos del humor y otras tantas reacciones que obedecen más a las condiciones mismas de su ser interno o su personalidad, que al sentido que las cosas puedan tener en la realidad como tal.
No tenga la menor duda, acuda a un profesional reconocido de la salud mental y evite el autoengaño inducido con soluciones mágicas, su salud mental como su bienestar, es una cosa muy seria.