Indudablemente que se aprende a escribir escribiendo, pero de hecho, no está escrito en ningún lugar que escribiendo se producirán “obras maestras”, es decir, bestsellers del patio, que es lo que les atormenta a los nuevos escritores dominicanos, poetas, novelistas, cuentistas y ensayistas. Aclarando: bestseller es aquel libro que una gran cantidad de personas lee con fruición por la razón que sea. En el país el último bestseller fue Los que falsificaron la firma de Dios (1993), de Viriato Sención. Todo el mundo recuerda las razones de la fama de este libro, independientemente de los méritos literarios del mismo; después no ha habido una novela en el país, ni antes, que haya ocasionado tanta bulla y lectores; salvo décadas atrás, Composición social dominicana (1970), de Juan Bosch. Hay autores por ahí que tienen novelas escritas y pasan con pena y sin gloria y siguen escribiendo con la misma pasión. Es el oficio. Otro bestseller, lo fue Memorias de un cortesano (1988), de Joaquín Balaguer, por motivos sabidos. Resalto lo anterior a propósito de los nuevos y no tan nuevos novelistas dominicanos, quienes andan de caza en la selva de las letras dominicanas de un bestseller. Nada digo de los otros géneros, como el cuento, la poesía, el ensayo.
A mi modo de ver, hay una etapa del proceso creativo que obsesiona a los escritores con pegar una novela, es decir que se venda como pan caliente (no que tenga méritos literarios), sin importar la calidad. Y no es que un bestseller no esté bien escrito desde el punto de vista de la técnica. El problema es otro: el lector, los estudiosos de la literatura, en otra parte podrían ser las casas editoriales. Los nuevos novelistas, más los de vieja data, vivos y muertos, escribían una novela y ya. Iban fraguando sus novelas paso a paso, como debe ser. Un premio local y al olvido. Otro premio local y al olvido; los novelistas de ahora no, tienen a su disposición otras estructuras, otras vías de divulgación para colocar sus textos que se vendan y bien, para decir algo. La prisa con que son escritas tiene mucho que ver con la calidad que ostentan, y por qué no, hasta el olvido al que están condenadas, independientemente de que tenga en su haber, por mecanismos raros de publicación y venta al granel. Debería escribirse una novela, y si no hizo la bulla necesaria, envolverse en la escritura de otra para mejorar la anterior y no, cosa que a veces no sucede y no con mecanismos de venta un tanto “oscuro” tirar cinco o seis (a veces hasta más) ediciones, y a vivir de ella se ha dicho. Por suerte, a veces, no pasa con la poesía (con el cuento un poco menos), por ejemplo. Podría hacerse la comparación con un cantante que se le recuerda por una canción, aunque haya tirado al ruedo varios álbumes, utilizando el término antiguo. El que anda detrás de su bestseller y lo consigue, en venta clandestina, bien, pero si en verdad quiere constituirse en lo que dice ser, tiene que trabajar y dedicarse en lleno a “eso” que quiere ser. En el arte no hay caminos fáciles, y qué bueno que así sea. Nuestro tiempo está borracho con un término y ese término ha hecho que muchos escritores con talento y dedicación, que lo tienen en principio, y que debe ser madurado con trabajo, lo echan a perder por falta de dedicación y estudio sistemático y pensar en vivir de un libro. La vida y la búsqueda se los traga. No es extraño que en nuestro país la poesía sea el género “príncipe”. La poesía es el género que da la mejor iniciación para escribir otros géneros. Ante la poesía se cree que se escribe a vuelo del pájaro, sentado en la bacineta o un verso rápidamente escrito en la calle y ya el poema es una genialidad.
Esa caterva de cosas que dicen llamarse novelas, a veces, son los esbozos de la mayor que todavía está en la cabeza y no en la publicada apresuradamente (aunque gane un premio nacional).
Escribir es un juego en que se compite consigo mismo y con los maestros que sirven de guías, pero no para superarlos, sino para tener la satisfacción del trabajo realizado; no reproducir hasta el infinito una cosa que nunca será lo que dice el autor que es, sea novela, cuento, poesía o ensayo. Los bestseller dominicanos (ensayos principalmente y en novela uno solo), generalmente tienen detrás el chisme político. La gran pasión que explota nuestra imaginación. En poesía no hay bestseller ni en el cuento.