Una de las debilidades más sentidas de empresas y agencias estatales es su eterno vivir de espalda a la sociedad que les insufla vida porque se pasan las horas en la alocada carrera por aumentar la plusvalía o realizar acciones caprichosas en busca de imagen personal.
Raras veces miran a su derredor. Ni siquiera conocen a su vecindario. Muchos menos está en su imaginario valorar intangibles como la cultura y la riqueza patrimonial y natural. Lo ven como un gasto, pese a que se trata de una inversión que reditúa fortaleza a la imagen institucional.
El decano de los bancos privados de la República Dominicana (02-01-64) es una las excepciones en nuestro “valle de lágrimas”.
En la carta constitutiva destaca su “interés por servir de catalizador para el continuo crecimiento económico, institucional, medioambiental y social de la nación”.
Conforme esa matriz y los intangibles que suele relievar, parece que no escatima esfuerzos en invertir en la comunicación como proceso y en responsabilidad social.
Un ejemplo ha sido la actividad majestuosa escenificada la tarde-noche de este miércoles en el salón Gran Piantini del hotel JW Marriott, en el centro del Distrito Nacional, en que los protagonistas no fueron los trajes de gala ni las pasarelas, sino la presentación a un nutrido público del lujoso libro Patrimonio Nacional: Joyas Dominicanas de la Cultura y la Naturaleza.
Una pieza de 308 páginas de antología, que compila excelentes fotografías de Víctor Siladi y otros, sobre patrimonios históricos y tesoros naturales, explicadas por el historiador y exministro de Medio Ambiente, Frank Moya Pons; la arquitecta Mauricia Domínguez Rodríguez, directora de Planificación y Proyectos de la Dirección Nacional de Patrimonio Monumentales.
Manuel García Arévalo, historiador e investigador; Pedro Morales, director nacional de Patrimonio Cultural Subacuático; arquitecto Juan Mubarak Pérez, director nacional de Patrimonio Monumental, y doctor Manuel Vargas Payano, director del Museo del Hombre Dominicano.
La presentación adquirió mayor simbolismo con la puesta en escena de las vibrantes actuaciones de Eneroliza y su grupo de salve, Magic Mejía, la Cofradía de los Congos del Espíritu Santo, de Villa Mella, fundada en el siglo XVI por personas esclavizadas africanas y mestizas, y declarada en 2021 por la Organización de las Naciones para la Educación y la Cultura (Unesco), como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Los guloyas de San Pedro Macorís, expresión cultural del teatro cocolo danzante, reconocido segundo Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad; y la Fundación Popular Danzante y el investigador de folclor, músico y cantante, Roldán Mármol, que el libro reconoce.
Aunque es un loable esfuerzo de transmediación, que incluye multimedia y realidad aumentada al alcance de un clic, Patrimonio Nacional: Joyas Dominicanas de la Cultura y la Naturaleza, como libro de lujo, debe de estar en cada sala de espera y habitación de los hoteles en el territorio nacional; en cada escuela, en cada biblioteca… dondequiera que haya un dominicano o extranjero.
Con este aporte al turismo patrimonial y de naturaleza, así como al fortalecimiento de la cultura nacional, el lector gana desde el primer vistazo. Una muestra de que se puede ganar dinero y ser socialmente responsable.