Baltazar Gracián
Aquí bajo la sombra de un árbol ardiente y alegórico pienso criaturas.
Miráculo manual sueña preguntas y respuestas.
Raíces y serpientes venenosas me asedian.
Pero así ese reino de mi Dios.
La otra voz:
Espera, hombre de agudeza y arte del ingenio. Mira bien lo que te cerca, lo que te persigue… Aquello que te empuja hacia la araña y la culebra. Lee bien El Criticón. Es novela, es pensamiento… concepto…
Y la diferencia.
La Voz:
Voz que es oráculo. Pero es también oreja maliciosa. Oreja que guarda y aguarda. Soplón… Buscón…
Boca que muerde y envenena
Alegoría: El criticón: novela, cuerpo, prosa de este mundo.
“llevadera”
“traedera”
“macadera”.
“rullidera”.
Eso es el patio en esta cuenca del espejo…
La voz:
Mi querido padre…
Baltazar Gracián:
El arte de la prudencia no es propio de estas islas.
La otra voz:
Padre Gracián, siga la vereda silenciosa. Mire con preocupación a su lado y respire. Por estas tierras abundan lagartos, salamandras, ciempiés, cucarachas picadoras…
Pero también malagente, malas lenguas…
Y mire Padre mío: salamanquejas que salen a cada rato y acechan… Cuídese mucho… Son animales malignos y taimados…
Baltazar Gracián:
Soñé estas ínsulas como paraísos terrenales. Pero son lugares imperfectos.
La voz:
… Es un ser que acecha como… Peligro… Cuídese padre Baltasar… Que aquí todo se escucha. De lejos y de cerca y la naturaleza escucha todo y lo difunde todo.
Sentencia jesuita:
Lo que mata es la lengua, el proverbio, el refrán. Por aquí, por estas “insulas extrañas” el perro busca, huele, ladra y muerde… Padre Gracián.
Recuerde:
Todo lo que dice la boca mugrienta de ratón… Y mire: quien habla es el que oye. Todo. Todo. Figura de lo negro. Espectro de malicia. Boca pirricosa, perniciosa, peligrosa.
Ícono que mata solapadamente.
(El jesuita observa, se levanta, mira alrededor, tose y escupe. Empieza a caminar. No vuelve la mirada hacia atrás. Desaparece).
Dedicado a Baltasar Gracián, jesuita, conceptista y culterano. Ingenioso, hermético y filósofo. Desde esta isla de los mil demonios.