1.- Nuevas obras y abordajes de la vida y trayectoria de Joaquín Balaguer.
En su magnífico ensayo “Mirabeau o el político”, Ortega y Gasset, tomando como telón de fondo la singular y accidentada vida del hombre de estado francés, realiza un admirable retrato de los rasgos esenciales que definen la naturaleza específica de quien encarna el controvertido oficio de político.
En uno de los más llamativos pasajes de esa obra magnífica, hace referencia Ortega, al caracterizar al político, a “…la audacia, la infatigabilidad, la eficiencia de todos sus actos y gestos, la entereza inmutable con que aguanta el insulto y resiste al ataque, la presencia de espíritu con que gobierna su persona en medio de la tempestad política…”.
Si existe un político dominicano -más allá de lisonjas o vituperios- en que tomaron carne los precedentes rasgos señalados por Ortega, ese es Joaquín Balaguer, a quien plumas respetables, en días recientes, han dedicado textos magníficos, desde distintos ángulos y perspectivas.
Nos referimos, en orden de publicación durante el presente año, al libro “Joaquín Balaguer, estudio de una figura excepcional”, de la autoría del consagrado poeta, escritor e intelectual santiagués Ramón Cabral de la Torre, “Joaquín Balaguer. El libro que nunca tuvo”, escrito por el destacado economista, diplomático y hombre de Estado Lic. Roberto Martínez Villanueva, que tan de cerca conoció e interactuó con el personaje y más recientemente, la interesante obra “El Doctor”, de la autoría del reconocido escritor, historiador, intelectual y ex. Secretario de las Fuerzas Armadas, el General José Miguel Soto Jiménez.
Dichas obras, por su denso contenido y por el respeto de que son merecedores sus respectivos autores, merecen un análisis sereno y ponderado, que rebasa el alcance de las presentes líneas.
Pero no se agota en las obras referidas el abordaje reciente de la personalidad elusiva y enigmática de Joaquín Balaguer. También el destacado escritor e intelectual Cándido Gerón, ha publicado en este mismo espacio digital una serie de artículos contentivos de inéditas revelaciones en torno a sus conversaciones íntimas con el extinto líder político.
De igual manera, el culto director de este diario digital, Lic. Fausto Rosario Adames, ha realizado un conjunto de entrevistas a varios de los hijos de Joaquín Balaguer, como es el caso del Dr. Alexis Joaquín Castillo, la Licda. Mercedita Solís, la Licda. Xiomara Herrera o destacados hombres públicos que le trataron de cerca o sirvieron funciones de alta responsabilidad en sus sucesivos gobiernos, como es el caso del Lic. Pedro Gil Iturbides, el Ing. Guillermo Caram, el Ing. Eduardo Selman o el Lic. Mejía Lluberes.
Transcurridas ya dos décadas de su muerte, ¿se irán ya sedimentando las pasiones suscitadas por el personaje, dando paso de este modo al auscultamiento sereno de sus luces y sus sombras, tarea que corresponde a quien conocedor de la altura y responsabilidad del oficio, sea capaz de emprenderla, trascendiendo y haciendo abstracción de la detractación o de la apología?
Las fibras del político consumado que fue Joaquín Balaguer- él se autodefiniría como “un político de los pies a la cabeza”-, irrumpieron plenamente en escena tras la muerte del tirano. Por eso biografiarle con método y rigor, sin separar en él lo que de continuo o disruptivo tiene toda vida, implicaría segmentar, que no segregar, en cuanto a etapas políticas se refiere, al Balaguer de los 31 años del trujillato, de la etapa posterior a la caída del tirano y luego a los distintos periodos en que ejerció el poder: los doce años de 1966 a 1978 y, posteriormente, de 1986 a 1996.
Pero es especialmente en la etapa vital y política transcurrida entre 1962 y 1965 cuando en la trayectoria de Balaguer, aflorarían en toda su crudeza, esos rasgos que en expresión de Ortega y Gasset ponen de manifiesto la verdadera naturaleza del político.
2.- Balaguer frente a la adversidad y el infortunio entre 1962 y 1965.
En los meses finales del año 1961, tras el sismo político del ajusticiamiento del tirano el 30 de mayo, procuró Balaguer caminar indemne sobre el filo de una navaja, pero no tenía control verdadero del poder, en manos aún de Ramfis Trujillo, quien manejaba todos los resortes del aparato militar de la tiranía. Tiempos de confusión e incertidumbre; de inevitables pugnacidades entre las fuerzas retardatarias aspirando a perpetuarse y aquellas emergentes que luchaban por un orden nuevo.
En astuta y arriesgada maniobra, junto a Rodríguez Echavarría y el consabido respaldo de los Estados Unidos, daría Balaguer el golpe que forzaría la salida de los Trujillo del pais, tras el intento de estos de apoderarse del poder en vísperas del 19 de noviembre de 1961.
Pero los vientos de la destrujillización soplaban cada vez con más furor. Tras la prolongada huelga general de final de diciembre de 1961, orquestada por los cívicos y tras la presencia en el pais del enviado especial del presidente Kennedy en el Departamento de Estado, el notable intelectual y diplomático puertorriqueño Arturo Morales Carrión, se vio precisado a pactar la fórmula del gobierno colegiado del Consejo de Estado, fórmula que quedaría plasmada en la reformada constitución de diciembre de 1961 y que comenzaría funciones el 1 de enero de 1962.
Allí no la tendría Balaguer todas consigo, dado el hecho de que Bonnelly, en su condición de segunda figura del Consejo de Estado, a pesar de haber sido un consumado adláter del trujillismo, ya para entonces representaba los intereses de Unión Cívica Nacional.
Entre tanto, ya el 10 de enero de 1962, recibiría Balaguer uno de los primeros envites de las fuerzas antitrujillistas que gravitaban en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. En dicha fecha, el Consejo Provisional Universitario dictaba su cuarta resolución mediante la cual se suspendía a Balaguer como Profesor de la alta casa de estudios.
En sus considerandos, la referida resolución consignaba: “que el Dr. Joaquín Balaguer fue un tenaz opositor a la autonomía universitaria, materializándose dicha oposición con el nombramiento e imposición de autoridades que fueron repudiadas por la misma familia universitaría”.
Se argumentaba, además, “que fue el Dr. Joaquín Balaguer, quien justificó y felicitó en su discurso de fecha 23 de octubre del año mil novecientos sesenta y uno al sector minoritario de las Fuerzas Armadas que perpetró la masacre de los valientes estudiantes de la calle Espaillat”.
Concluyendo, por tanto, que tales acciones, “no eran compatibles con la condición e investidura de un funcionario”.
Firmaban la misma el Doctor Julio César Castaños Espaillat, en su condición de rector interino, el Dr. René Augusto Puig Benz, el Dr. Froilán J. R. Tavárez Hijo y los bachilleres Antonio Isa Conde y Asdrúbal Domínguez.
El 16 de enero del 1962, presionado Balaguer a la renuncia por el ala cívica del Consejo de Estado tras los trágicos sucesos del parque independencia de la misma fecha, se produce el autogolpe que tuvo como visible protagonista al general Pedro Ramón Rodríguez Echavarría, Secretario de las Fuerzas Armadas.
Dicha estrategia fracasa. Rodríguez Echavarría, tras apresar en el palacio y conducir a San Isidro a varios de los Consejeros y constituirse una efímera Junta Cívico- Militar, que duró menos que un suspiro, es, a su vez, apresado por Rafael Fernández Domínguez acompañado de Wessin y otros oficiales, restituyéndose el poder a los cívicos el 18 de enero de 1962. Nace así el segundo consejo de estado, ya sin Balaguer.
Acosado por los cívicos, los demás opositores y gran parte de la ciudadanía, decide Balaguer asilarse en la Nunciatura Apostólica, la embajada de la Santa Sede, la noche del 20 de enero de 1962. Allí le recibe Monseñor Antonio del Giudice, Encargado Ad Ínterin de la Nunciatura, tras la salida inamistosa de Monseñor Lino Zanini a mediados de 1960, asediado por el régimen de Trujillo.
El acoso de entonces no podía ser más impenitente por parte de los cívicos contra Balaguer. A principios de febrero de 1962, el Dr. Viriato Alberto Fiallo, presidente de UCN y su secretario general Dr. Luis Manuel Baquero, emitían un comunicado en el cual solicitaban al Consejo de Estado desestimar la petición de salvoconducto del representante papal a favor de Balaguer.
Argumentaban, para oponerse a la medida, que “en virtud del sentimiento de unánime indignación popular provocado por la actuación del Doctor Balaguer como servidor sucesivo de la tiranía de Rafael L. Trujillo y del empeño de sus herederos en perpetuarse en forma de sucesión dinástica tras el ajusticiamiento del tirano, y de la insensata pretensión del ex. general Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría de imponerle una nueva dictadura militar a la República Dominica, al través de violencias y de masacres que dejaron un doloroso saldo de víctimas, procede posponer toda consideración de este asunto hasta la instauración del gobierno que surja del voto popular”.
No obstante, argumentando la necesidad de evitar males mayores, el Consejo de Estado terminaría concediendo a Balaguer el salvoconducto, que el 7 de marzo de 1962 le permitió abandonar la Nunciatura y el país y ceñirse el bordón del proscrito, encaminando sus pasos hacia Puerto Rico.
A pesar de ser Puerto Rico la cuna donde nació su padre, de ascendencia catalana, Joaquín Balaguer Lespier, no fue entonces para Balaguer entorno propicio y acogedor la “Isla del Encanto”. Ya a medidados de abril de 1962, el gobernante puertorriqueño Luis Muñoz Marín, parte integrante junto a Betancourt y Figueres, de la izquierda democrática, rompía lanzas contra Balaguer y Rodríguez Echavarría, al afirmar que ambos “debieran ser extrañados del territorio puertorriqueño”, decisión que concernía a las autoridades norteamericanas.
Ya el 12 de abril de 1962, apenas un mes y cuatro días de haber llegado a territorio puertorriqueño, se vio precisado Balaguer a emprender de nuevo su involuntario peregrinaje, esta vez a territorio norteamericano.
El Consejo de Estado, por su lado, no cesaría en sus impenitentes ataques a distancia, acusándole de dejar un déficit de RD$22, 805, 606. 00, conforme datos validados con las firmas de Generoso Núñez, entonces Director el Servicio de Economía y Coordinación para los gastos y de Enrique Tarazona H., contralor y auditor general de la República. De esta manera replicaban a Balaguer su afirmación en discurso fechado el 27 de marzo de 1962, en el cual se había referido al hecho de que el gobierno que encabezara hasta 1961 había cerrado con un superávit de RD$ 3, 822, 262. 15.
Los cívicos, de igual manera, a través de su programa “Atalaya Cívica” y su periódico “Unión Cívica”, no cesarían de acosarle desde la distancia, llegando a acusarle incluso de malversación de fondos.
Para entonces, Balaguer y sus seguidores procuraron el reconocimiento de su partido, con el nombre de Acción Social, el cual le fue denegado por la Junta Central Electoral a mediados de 1962. Se articula entonces la fórmula de que fuera presentada su candidatura presidencial a las elecciones de ese año por el Partido Revolucionario Dominicano Auténtico (PRDA), fundado y dirigido Nicolás Silfa y su esposa Lucy de Silfa. El PRDA nació como resultado del desencuentro de Silfa con Miolán y Bosch.
Los aprestos continuarían, a pesar de que en agosto de 1962, el Consejo de Estado determinó que Balaguer estaba impedido de regresar al país. El 6 de noviembre de 1962, en una información servida a través de la United Press Internacional, el abogado neoyorquino Stanley Hoffman, portavoz oficial de Balaguer durante su estadía en los Estados Unidos, confirmaba que Balaguer había aceptado la candidatura presidencial que le ofrecía el PRDA. Conforme las declaraciones de Hoffman, Balaguer deseaba instaurar un gobierno “verdaderamente democrático y anticomunista”.
La candidatura de Balaguer no prosperaría. El 8 de noviembre de 1962 Nicolás Silfa y su esposa Doña Lucy de Silfa, serían sometidos a prisión por activar a favor de Balaguer, acusados de violación a la ley 5880, dictada por el Consejo de Estado, en fecha 3 de mayo de 1962, la cual prohibía las actividades trujillistas.
El entonces procurador general de la república Antonio García Vásquez afirmaría, al respecto, que “si Balaguer arribaba al país correría la misma suerte que los esposos Silfa, en base a la misma ley”.
El palabras del Fiscal Bruno Rodríguez Gonell, “Balaguer fue el último residuo del Trujillato…quiso mantener el trujillato en el país, aún después de muerto el tirano”.
El procurador García Vásquez, por su parte, al sustentar la decisión, afirmó que: “la procuraduría general de la república ha considerado como actividad antitrujillista la postulación del máximo personero de la tiranía, el doctor Joaquín Balaguer, quien está definido como el que de manera más afanosa, pretendió extender el régimen trujillista, tanto antes como después del ajusticiamiento del déspota…Balaguer y los Trujillo son la misma familia política que tanto dolor y luto llevaron a los hogares dominicanos”.
Triunfante el gobierno de Bosch, se le enviaría su pasaporte debidamente renovado, pero no vendría el país, dado que el 20 de junio de 1963, el ministerio de interior, contradictoriamente, ratificaba su impedimento de entrada.
El 20 de abril de 1964 sería reconocido oficialmente por la Junta Central Electoral el Partido Reformista, antes Acción Social. El 1 de junio del mismo año el directorio nacional provisional de dicho partido le escogería como presidente del mismo y el 1 de noviembre de 1964, en Puerto Rico, en el salón Caribe Hilton sería juramentado oficialmente, resignando la presidencia el Lic. Francisco Augusto Lora.
En la recepción ofrecida en la ocasión en el elegante “Club Caribe”, causaría enorme desazón la presencia de dos invitados que puestos de pie comenzaron a proferir improperios contra el líder reformista. Se trataba de los hermanos Carlos Manuel y Fernando López Olmos, dentista el primero y sereno de oficio el segundo, que se trasladaron hasta allí procedentes de la República Dominicana. “¡Balaguer representa la muerte!”, gritaría Fernando con estruendo.
Las fuerzas adveras, tras el golpe a Bosch, continuaron soplando en su contra con más intensidad. Ya entronizado el triunvirato, un destacado intelectual y poeta dominicano escribiría su “Réquiem por Joaquín Balaguer”, sentenciando así el final político del despreciado proscrito que, a su decir: “es un político retórico que sólo pudo brillar en una tiranía”.
El 24 de noviembre de 1963, el Dr. Ramón Tapia Espinal, uno de los miembros del Triunvirato, afirmaba: “el actual gobierno ratifica la disposición que emitiera el Consejo de Estado, el 16 de agosto de 1962 y que mantuviera el depuesto presidente Bosch el 20 de junio de 1963, en el sentido de que se impida la entrada al ex. presidente, doctor Joaquín Balaguer”.
Unos meses después, tras la terrible desgarradura de la guerra civil de 1965, regresa Balaguer el 30 de junio de 1965, con el propósito de ver a su madre enferma, pero contrariando los dictados y presiones del general Antonio Imbert Barrera y el efímero gobierno de reconstrucción nacional, permanece en el país.
El resto es historia. Biografiar a Balaguer no es tarea cómoda ni de corto aliento y se requiere paciencia de orfebre y mirada sistémica para estudiar la vida compleja de un “proscrito”, que gobernó, como afirmara Font Bernard, “a edad nonagenaria y al borde del sepulcro”.