I.- Mi experiencia por compartir con haitianos

 

1.- Compartir con el ser humano, tratarlo de cerca, hacer con él vida en común a nivel familiar o en el campo laboral, permite conocer algo de su forma de actuar.

 

2.- Mucho frecuentar la comunicación con los nacionales de un país e integrantes de sus distintas clases sociales, hace posible tomar en cuenta su cultura, la manera de obrar o comportarse.

 

3.- Durante muchos años, continuamente me traté con nacionales haitianos en mi hogar y en sus centros de trabajo, en mi país y en el extranjero, a pobres y ricos, trabajadores manuales e intelectuales, a negros y mulatos, comunistas y conservadores.

 

4.- Mezclarme con haitianos y haitianas, andar con ellos en mi país, en los bateyes, o en Europa; en centros universitarios u organismos culturales, en fin, he estado con haitianos gozando y en momentos de tristeza.

 

5.- No soy especialista, sabihondo, experto, y mucho menos me creo dominar, tener conocimiento cabal de lo que es el pueblo haitiano. Escribo y hablo de mi percepción y vivencias con los haitianos.

 

6.- Mientras que para muchos, tal vez para la generalidad de mis compatriotas, el haitiano no es más que un negro impertinente, para mí es un ser humano respetuoso, digno y muy patriota.

 

II.- No hay justificación para violentar la soberanía de un país

 

7.- Me he motivado a hacer este escrito porque en estos últimos días he leído en diferentes medios de comunicación del país, la satisfacción para algunos de mis connacionales el anuncio de la invasión a Haití por Kenia.

 

8.- Por la idea que me he formado de lo que se llama pueblo haitiano, por su idiosincrasia, su modo de ser y amante de su patria, creo que los haitianos y haitianas, en el fondo de su alma, son contrarios a cualquier intervención militar.

 

9.- No es buen demócrata, nacionalista e internacionalista, apoyar, propiciar y mucho menos contribuir para hacer posible la intervención militar en un país, no importa lo áspera que se desarrolle la lucha política y social interna.

 

10.- Se han utilizado los más diversos argumentos para justificar la intervención militar en Haití, pero no hay forma decente y alta política que acredite o sirva para justificar la presencia extranjera en territorio haitiano.

 

11.- La penetración de fuerzas foráneas en Haití limita, cercena, la soberanía haitiana, no importa la bandera del país que ejecute la operación o aquellos que la estimulan y sufragan. De cualquier forma que sea es un agravio a Haití y a su pueblo.

 

12.- Se han hecho más que notorios los más diversos pronunciamientos efectuados en foros internacionales, presentando al pueblo de Haití como incapacitado, en estado de imposibilidad, para resolver sus propios problemas.

 

13.- La reiteración, una y otra vez, insistentemente decir que los haitianos no están en condiciones de gobernarse, no es más que adecuar el ambiente para la intervención.

 

14.- Particularmente a nosotros, a dominicanas y dominicanos, en 1965, los Estados Unidos para invadirnos argumentaron que éramos un grupo de salvajes que,  ya  levantados en armas, poníamos en peligro la seguridad de sus ciudadanos presentes en el país.

 

Ideas finales

 

15.- La intervención en Haití, directamente por Estados Unidos o disimulada con Kenia, de todas maneras es odiosa, carece de legitimidad y no debe contar con la aprobación de las mujeres y los hombres que creen en la independencia y soberanía de los pueblos.

 

16.- Corresponde a cada país, no importa lo grande o pequeño que sea, en territorio y población, resolver sus asuntos internos, y una intervención es incompatible con su autodeterminación. Cualquier intromisión va contra la reivindicación de su liberación y la creación de su organización estatal.