En el artículo anterior señalamos que, para elevar la calidad y oportunidad de los servicios públicos de salud, el mayor reto consiste en transformar a los hospitales tradicionales en hospitales de auto gestión, abandonando el tratamiento de simples oficinas públicas, y su manejo a control remoto desde el nivel central.
El problema del sistema público de salud es que quienes concentran el poder de decisión y los recursos, desconocen las necesidades de los afiliados, y quienes tienen el compromiso con los pacientes, carecen del control de los recursos y de la autoridad suficiente. Esta polarización acentúa las ineficiencias, la privatización, el gasto de bolsillo y la insatisfacción popular.
Los dominicanos no juegan con su salud. Para las familias más pobres y vulnerables lo más importante es mantener y/o recuperar su salud, sin importar si el servicio es público o privado. Por eso, cuando lo público no le resuelve, acude a lo privado, aun aumentando el gasto de bolsillo.
¿Cómo avanzar hacia la verdadera autonomía y gestión hospitalaria?
Para elevar el cuidado de la salud de la población, es imprescindible despolitizar y desburocratizar los procesos, otorgándole verdadera autonomía y capacidad gerencial a los hospitales y demás centros públicos:
- Asignando los recursos de acuerdo a la demanda de la población. El SENASA pagará de acuerdo a los servicios prestados, basado en los costos y las tarifas establecidas: a mayor demanda de los afiliados, mayores recursos recibirán las PSS públicas más productivas y eficientes.
- Designando a los gerentes por capacidad, independientemente de su profesión. Despolitizar los nombramientos, valorando la especialización en gerencia hospitalaria, con garantía de permanencia, en función de las metas alcanzadas.
- Contratando a los recursos humanos con un salario básico e incentivos al desempeño. Para garantizar ingresos justos según la dedicación, la productividad, el logro de metas, y el trato más considerado a los pacientes. Facultando al Consejo de Administración a premiar y sancionar al personal.
- Entregando recursos suficientes a los hospitales para comprar medicinas e insumos, asegurando una atención rápida e integral, evitando los reenvíos y la compra privada de servicios públicos esenciales que elevan el gasto de bolsillo.
- Asegurando recursos suficientes para reparar los equipos y mantener la planta física. Directores eficientes se quejan presentado hasta 7 solicitudes escritas y varias llamadas al nivel central, solicitando arreglos urgentes, sin resultados.
- Ampliando y cumpliendo la jornada de trabajo de los médicos especialistas. No se justifica una jornada de 4 horas, que además, no se cumple. Una jornada extendida garantizará mejor atención, menos horas de espera y reducirá la mortalidad materno-infantil, entre otras ventajas para los afiliados.
- Integrando funcionalmente a los hospitales y a las unidades de atención primaria. Representación de la comunidad en el Consejo de Administración de la red local de salud.
Estas recomendaciones no son originales, ni nuevas. Son una síntesis de la práctica exitosa del país, donde quiera que se hayan controlado la politiquería, el clientelismo y la corrupción. Para no citar a las clínicas privadas, basta con señalar la mayor afluencia e impacto de los hospitales públicos auto administrados.
Una real autonomía de los hospitales públicos garantiza mayor eficiencia en la gestión de los recursos: mayor flexibilidad para adaptarse a las necesidades de la población y a los cambios locales; mayor autoridad para elevar la dedicación y el rendimiento de los recursos humanos y mayor compromiso y acercamiento a los líderes comunitarios.
Históricamente, salvo excepciones, los hospitales han sido notoriamente deficientes: enclaves manejados a control remoto, sin autonomía y sin control de los recursos, a cargo de directores, sin gerencia. La Fundación Seguridad Social Para Todos (FSSPT) considera que es tiempo de eliminar la politización y el clientelismo, a fin de elevar la calidad y oportunidad de los servicios públicos de salud.