El próximo 20 de enero, Estados Unidos inaugurará un nuevo periodo presidencial con un rostro conocido: el expresidente que gobernó entre 2017 y 2021. Su primera gestión fue ampliamente controversial, marcada por errores democráticos, pero también por algunos aciertos reconocidos. En esta nueva etapa, ya ha adelantado iniciativas y posturas que generan inquietud en ciertos sectores y países, en caso de llevarse a cabo.

Entre las medidas anunciadas que podrían impactar a nuestra región, se encuentran la expulsión masiva de indocumentados y el aumento de aranceles para proteger las industrias nacionales estadounidenses. Estas decisiones buscan fortalecer la producción interna y reducir el déficit comercial, pero inevitablemente tendrán consecuencias para otras economías, incluida la nuestra.

El expresidente y escritor dominicano Juan Bosch solía decir que cuando a la economía de Estados Unidos le daba gripe, a nosotros nos daba pulmonía. Esta dependencia sigue siendo una realidad, ya que cuando le va bien a ellos, a nosotros también. Sin embargo, si las políticas adoptadas perjudican nuestra economía, como la deportación de miles de dominicanos, la reducción de nuestras exportaciones o la disminución de inversiones extranjeras, los beneficios serán para Estados Unidos, pero no para la República Dominicana.

En este contexto, es urgente que nuestra nación implemente sus propias estrategias. Debemos construir nuestras fortalezas, minimizar nuestras debilidades y disminuir nuestra dependencia externa. Irónicamente, algunas de las medidas propuestas por el presidente Donald Trump, como la protección de la producción nacional, el control del gasto y la promoción de la productividad individual, podrían ser adaptadas y aplicadas por nuestros propios líderes para el beneficio del país.

Nuestra sociedad enfrenta desafíos estructurales. Nos faltan disciplina e innovación, y nuestros líderes necesitan repensar los cambios que exigen los tiempos. Problemas como la inmigración, la fuga de talentos, el calentamiento global y la transformación tecnológica son fenómenos ineludibles con un gran impacto social y económico. Sin embargo, estos temas permanecen ausentes en las agendas políticas, quizás por ignorancia, negligencia o falta de responsabilidad hacia el futuro.

Asimismo, temas como la gestión de ingresos y gastos del gobierno, las necesarias reformas estructurales, la atracción de inversiones de capital y la mejora de la calidad educativa siguen sin abordarse de manera efectiva. Estos son los verdaderos cambios que deben asumir nuestros políticos y líderes empresariales si queremos avanzar como nación.

Necesitamos un cambio de mentalidad disruptivo, alejarnos de la retórica vacía y enfocarnos en construir soluciones sobre temas esenciales que nos afectan a todos. Existen más puntos en