En otros momentos nos hemos referido a la necesidad de prepararnos para hacer frente al cambio climático y sus impactos por lluvias y sequía.  Hoy varias ciudades de España han sido “sumergidas” por depresiones aisladas ubicadas en el nivel alto de la atmosfera.

Fuertes precipitaciones han dejado grandes acumulados e inundaciones en zonas como Valencia, Castilla de La Mancha, Andalucía, entre otras comunidades. Las evaluaciones de daños por el fenómeno DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) han ocasionado pérdidas materiales y humanas.

Los factores combinados a las “aguas frías”, en algunos territorios españoles, hacen un llamado de atención. Las imágenes que circulan en las redes sociales mostrando la penetración del agua a zonas urbanas, arrastrando infraestructuras viales, viviendas, vehículos livianos, camiones pesados y contenedores, conmueven.

Una vez más se pone de manifiesto que el cambio climático no discrimina entre poblaciones; no diferencia entre una ciudad rural, pobre, urbana o desarrollada. Son varias las regiones del este y sureste de España que cuentan sus centenares de muertos y desaparecidos.

Las emergencias por fenómenos naturales no tienen lugar ni hora para ocurrir. Si hacemos un símil de la DANA de España con las experiencias de lluvias de los meses de noviembre que tuvimos en el país en el 2022 y 2023, nos daremos cuenta que hay elementos comunes entre estos eventos catastróficos.

El primero, es el cambio climático; segundo, los comentarios de expertos dicen que las causas de la tragedia se deben a los asentamientos informales levantados en zonas de inundación. Tercero, los medios expresan que los pronósticos no acertaron por aquello de que la naturaleza es difícil de interpretar cuando de grandes precipitaciones se trata. Un tren de nubes fueron las causas del desastre.

Son numerosas las causas, pero hay que recordar que los geólogos, meteorólogos, ingenieros hidráulicos e hidrológicos siguen siendo determinantes para abordar e indicar las zonas que se inundan en nuestros pueblos.

Expresemos solidaridad hacia España y apoyémosle como tantas veces ellos lo han hecho con otros pueblos desde la cooperación española.

Hay que seguir insistiendo en los riesgos que existen en las ciudades y que la cotidianidad y la prisa de la vida no nos lleva a reflexionar sobre ellos.  “Si no cambiamos el rumbo del trato que les damos al planeta, corremos el riesgo de perder la oportunidad de evitar que el cambio climático sea incontrolable, con consecuencias desastrosas para los seres humanos y todos los ecosistemas que nos sostienen” (Perdidas económicas, pobreza y desastres, CRED / UNDRR, 2017).

España se recuperará y los aspectos económicos y sociales que estos eventos dejan, así como los emocionales, igual se superarán. Alentamos a los organismos de emergencias a continuar y hacemos llegar las condolencias a las familias que perdieron algún miembro.

Nuestro país ha vivido dos meses de septiembre de precipitaciones (2022 y 2023), cada uno cobraron vidas humanas y pérdidas materiales significativas. Exhorto a prepararnos mejor, a tener establecido planes para conocer, prevenir y actuar frente al cambio climático y sus efectos.