La década del 60 comenzó a despedir a las dictaduras de América Latina, huyéndole los gringos a las ráfagas de la gloriosa revolución cubana y al fantasma maquiavélico de “otra Cuba”. En varios lugares como en dominicana la salida de la dictaduras resultó un trauma por la insistencia de querer imponerlas de nuevo Todo se complicó con el Golpe de Estado al inmenso presidente de la República Juan Bosch, lo cual definió el tope de las contradicciones que desembocó en una confrontación civil que culminó en una Guerra Patria, donde más de 44,000 botas militares gringas desembarcaron en nuestro territorio mancillando nuestra soberanía nacional.
Todos los niveles de las conciencias populares se transformaron y buscaron caminos contestatarios, aunque un simulacro de elecciones libres parió la dictadura ilustrada de Joaquín Balaguer., con doce años malditos. Como toda dictadura la represión y el control social siempre es brutal y total, pero era otro pueblo, lleno de héroes y de patriotas, en su mayoría como Amaury, con dignidad y con muchas estrellas en la frente.
Por eso, donde menos control tenían las dictaduras sobre los jóvenes era en la conciencia de los artistas y de los patriotas: Rebeldes, contestarios, indomables, conciencias sin precios, para la dictadura el único camino era la represión, que provocó una avalancha artística que asumió el nombre de “arte comprometido”, comprometido con la verdad, con el pueblo y con la justicia.
En la música popular el camino fue la búsqueda de una canción diferente rebelde, contestataria, subversiva, que expresara el sentir del pueblo, que fuera la voz del pueblo, expresando sus raíces, sus principios, su identidad. Surgió la Nueva Canción. El gran pionero se llamó Cholo Brenes. Formó al Grupo Expresión Joven. Para no lastimar, no quiero mencionar nombres de héroes, artistas, compositores ni promotores para no omitir involuntariamente otros. Era un grupo con lenguaje frontal, sin miedo, en mensajes directos, radicalmente subversivos, con la figura carismática de Manuel de Jesús y el atrevimiento permanente de Ramón Leonardo, el cual decidió acompañar a Caamaño en las montañas.
Sonia Silvestre, Víctor Víctor, Tonny García, para no mencionar otros más, registraron Nuevas Formas como grupo y se fueron por el lenguaje intelectual de jóvenes que buscaban lo mismo, pero con otros códigos y otras imágenes más pedagógicas y técnicas educativas modernas en dimensiones visuales y elaboraron grandes recitales en honor de símbolos del movimiento artístico internacional como Pablo Neruda o Víctor Jara.
Dagoberto Tejeda había estudiado sociología en Brasil, donde vivió parte de la convulsión de la creatividad popular del arte comprometido, de la Nueva Música Popular, del Cine Novo y las respuestas y la represión de la dictadura militar que había sustituido “al régimen comunistas de Joa Joulart”. En ese proceso Dagoberto conoció a Paulo Freire, pionero de la alfabetización, el pedagogo más avanzado de América Latina con su “Pedagogía del Oprimido” y “La Pedagogía como Practica de la Libertad”. Sus incidencias fueron determinantes para la conceptualización del Grupo Convite.
En la parte inicial de Convite la figura central es José Rodríguez, estudiante de sociología de la UASD, que terminó siendo el mejor compositor dominicano de Nueva Canción. Domingo Brenes, estudiante de medicina y guitarrista de la UASD, Luis Días, guitarrista y estudiante de psicología también de La UASD, Ana Marina Guzmán, guitarrista de APEC y la voz más dulce del universo, junto a Dagoberto Tejeda Ortiz, profesor de Sociología, se presentaron como Grupo Convite de Nueva Canción en el periódico El Caribe el 10 de julio de 1974, ante la periodista Carmenchú Brusilov. Hubo dos etapas posteriores, con las figuras de José Castillo Méndez, quien era el director del Ballet Folklórico de la UASD, Iván Domínguez, músico y Folklorista, al igual que Miguel Mañaná, José Enrique Trinidad, Luis Miniel, Anita Florenzan, Heriberto, Pantomimo, Roldan Mármol y un grupo de bailadores excelentes del Ballet Folclórico de la UASD.
El Grupo Convite fue el resultado de una discusión ideológica, donde primaron las conceptualizaciones de la filosofía de Paulo Freire en propuestas de Dagoberto y las iniciativas originales de los demás componentes del grupo. Después de 50 años de su fundación Convite está presente y para mis sus aportes más importantes son:
a). – A nivel del Caribe y de América Latina, casi todos los grupos de la Nueva Canción estaban inspirados en la vieja troba cubana, donde prevalecía la guitarra como instrumento símbolo. Convite no contempló individualmente a la guitarra, sino que la integró incluso acompañada de instrumentos no tradicionales, del folklore, definiendo por vez primera otras opciones rítmicas instrumentales.
b).- Comprendió las ricas dimensiones inmensas de las células musicales de nuestra música popular. Pero descubrió que su gran riqueza estaba en la fusión de las mismas, mezclando por ejemplo Congo con pambiche en “Coplas del Viento Grande”, una de sus mejores producciones o “Cibaeña”, ¡considerada por ACROARTE entre las 100 mejores canciones populares de la historia dominicana!
A pesar de su contenido rebelde, contestario y subversivo, la Nueva Canción estaba plagada de “pequeños burgueses” como protagonistas donde los egos se encontraban y prohibían el anonimato. La creatividad estaba llena de inspiraciones personales y la canción era individual, por eso llevaban sus nombres con luces sus autores, dueños de sus canciones. ¡Incluso el símbolo era el cantautor!
Convite apeló a la metodología freudiana, donde la creatividad era colectiva. Todos los miembros íbamos a una festidad, luego cada uno dada un informe, alguien elaboraba una canción base, se discutía colectivamente, se montaba y volvíamos a la sede de la festividad y los campesinos tomaban las decisiones finales. De esta manera la canción no es individual sino colectiva. Por eso nadie puede firmarla en Convite.
En vez del modelo de la troba cubana, Convite decidió irse al campo, conocer el folklore dominicano para mostrar su riqueza y difundirlo. Las elites intelectuales urbanos y los músicos populares no conocían el folklore, por eso el etnomusicólogo Tommy García, director de la Casa de la Música escribió: Convite “nos enseñó a todos donde estaba nuestra identidad musical. Quiero dar testimonio de que si hoy estoy orgulloso de muestra música es porque Convite me enseñó la salve, los palos, el Priprí, los orígenes del merengue, el bambulá, la Sarandunga, los Congos, los Guloyas, entre otros géneros musicales”,
Independientemente de enseñar que la música popular nuestra tiene que investigarse y trabajarse sistemáticamente en función de las riquezas de las células musicales y de la fusión, con trabajos teórico-metodológicos comenzados por Convite como “La Sábana del Espíritu Santo “y sobre todo “El Recital sobre el Merengue”. ¡50 años después sus planteamientos están vigentes, provocación la discusión!
Independiente de todo eso Convite fue la escuela para todos. Todo comenzamos aprender. Nadie conocía nada y con las investigaciones todo salió a reducir. Luis Días, por ejemplo, llegó a Convite conociendo sus vivencias de Bonao y Piedra Blanca, saliendo de convite graduado en el folklore dominicano, convirtiéndose en el más grande compositor de la identidad dominicana. Así pasó con Miguel Mañana, con Iván Domínguez y con todos los miembros de Convite. ¡El aporte de Convite todavía es invaluable!