En este siglo 21, no recuerdo haber leído un texto tan contaminante como el publicado recientemente titulado “El caso de Balaguer”.
El crimen horrendo de las tres hermanas Mirabal y Rufino de la Cruz fue el más cruel asesinato de la tiranía en su etapa final. Se produjo siendo Balaguer la figura cómplice, silenciosa y decorativa del régimen.
A nadie le extrañó el zipper cómplice de quien, por acción u omisión cumpliría el papel de maquillar toda misión maquiavélica del trujillato.
Ajusticiado el dictador, Balaguer pretendió aprovechar la coyuntura, intención que también animaba a Ramfis y demás parientes y esbirros de la tiranía. Para coger “un aire y cargar las pilas”, Balager trató de “lavar su imagen” en Nueva York. En dicha urbe contactó con “correligionarios y compatriotas”.
El poder imperial escoltó su regreso al país para que Balaguer volviera a la carga, diciendo “a pasos de vencedores”. Vale insistir en que a Balaguer lo trajeron los “genios” intervencionistas afanados en meterle miedo a Juan Bosch durante una contienda electoral con el país ocupado por el imperio.
El fantasma de los 42 mil invasores pesó mucho en el Juan Bosch aspirante y muchos observadores conscientes de que la suerte estaba echada en favor del politiquero oriundo de Navarrete.
“No tiene perdón de Dios” que una figura pública ignore en RD los centenares de jóvenes asesinados durante los fatídicos 12 años de Joaquín Balaguer en el poder. Otros casos son los siguientes: El caso de Amin Abel Hasbún, el caso de Otto Morales, el caso de la Banda Colorá, los casos de los jóvenes fusilados en la playa el Estero, de Barahona.
Un caso de doble asesinato fue la muerte a tiros de Orlando Mazara. Durante su velatorio también mataron a otro de los jóvenes presentes. Un terrible caso fue descrito por un diario local. Lea:
"SANTO DOMINGO, República Dominicana. – Era un poco después de las nueve de la mañana del 22 de septiembre de 1971 cuando Homero Hernández se desplazaba en su vehículo por la antigua Avenida San Cristóbal junto a su esposa, la hoy periodista y socióloga Elsa Peña. A Homero lo mataron y a su esposa la apresaron. "