El apego emocional se produce cuando nos vinculamos a alguien que se convierte en una parte importante de nuestras vidas y relacionarnos con esa persona nos produce bienestar emocional. Cierto grado de apego con nuestros seres queridos es natural, deseable y conveniente, porque de él depende la formación de los diferentes grupos humanos como: relaciones de pareja o familiares en general, amistades, equipos de trabajo, poblaciones, etc., por lo que es realmente una respuesta adaptativa. La relación se consolida mientras es capaz de sumar o multiplicar para cada individuo, cuando resta o divide está condenada a desaparecer.
Existe un apego patológico y cuando se presenta es difícil comprender por qué mantiene atadas a las personas. Suele encontrarse en quienes tienen vacíos existenciales, por lo que, para ayudarles a liberarse, hay que reforzarles su personalidad y así puedan reconstruir sus vidas, ya que realmente pocos conocen verdaderamente su valor personal. Andar con muletas no es bueno, pero para quien le falte una pierna podría ser necesario.
Somos apegados porque en nuestros primeros cinco años no podemos valernos por nosotros mismos, siendo necesariamente dependientes de nuestros padres o cuidadores. A diferencia de otras especies de animales, nos toma mucho tiempo hacernos autosuficientes y no depender de nuestros padres.
Tenemos diferentes tipos de apego:
Apego seguro: es aquel en que se crea una relación sana con los padres o criadores. El niño tiene plena confianza de que será atendido debidamente.
Apego ansioso o ambivalente: las atenciones son deficientes, generando inseguridad, estrés y ansiedad. El cuido que se recibe es inconstante o insuficiente.
Apego evitativo: el pequeño recibe atenciones, pero no suficiente afecto y enfrenta su situación evitando requerir ayuda. Aunque pueda parecer positivo por mostrarse autosuficiente, esta actitud no favorece una buena adaptación social. No pasará hambre, pero tal vez nunca se sentirá querido. Siendo este tipo de apego cada vez más común.
Apego desorganizado: estos niños logran sobrevivir en ambientes de todo tipo de carencias, es común que el niño manifieste conductas agresivas y se hace difícil la relación con sus cuidadores.
El tipo de apego es fundamental para el tipo de personalidad que desarrollaremos de adultos. El apego seguro permitirá mejores relaciones de pareja, familiares, sociales, etc. El ansioso tendrá relaciones dependientes, asfixiantes, inseguras. El evitativo manifestará serias dificultades para expresar y comprender las emociones, aislándose. El desorganizado, podría como adulto mostrar conductas antisociales o asumir sólo relaciones superficiales, aunque internamente mantiene un lamentable vacío existencial. Tiene mucha necesidad de afecto, pero ignora totalmente cómo conseguirlo.
Nuestra generación ha logrado muchas seguridades materiales, pero es psicológicamente muy frágil. Necesitamos relaciones profundas, pero solamente nos atrevemos a tenerlas superficiales; se entrega el cuerpo con facilidad, pero no el corazón; cubrimos las necesidades materiales de los hijos, pero no las afectivas (luego no entendemos por qué de adultos no son cariñosos con nosotros) y podemos tener cientos de miles de seguidores y ningún amigo.
Tal vez aparentamos bastante bien que no nos hace falta el amor, pero esto nos provoca un doloroso vacío que no podemos comprender. Si un hijo no ama a sus padres, a sus padres les apena, pero al hijo lo destruye.
Vamos por la vida como niños desamparados, con caras sonrientes y corazones desgarrados; sintiéndonos pobres, aunque tengamos los bolsillos repletos y sin saber dar ni recibir amor. De tal forma, comenzamos a acumular: dinero, poder, fama, amantes y podemos descubrir que no existe un tope para nuestra hambre, porque no importa lo que tengamos, siempre estaremos atormentados por lo que nos falta, creyendo que estamos vacíos por no tenerlo.
Quizás te lamentas de que tu niño no suelte el celular o los videojuegos. Posiblemente le compraste el último modelo como el de sus amiguitos. Pero ¿te has preguntado cómo son los días de tu niño? Ya él se resignó a que tienes que trabajar el día entero. Él sencillamente no ha podido cumplir con sus tareas escolares y quedarse mirando al techo hasta el día que tengas la oportunidad de conversar esas “cosas de niños” con él, pero que tus importantes ocupaciones te impiden atender. ¿Quieres que suelte la Tablet? ¿Y qué quisieras que haga? ¿Con qué frecuencia lo abrazas, lo besas, le dices que lo adoras y que es un tesoro muy preciado para ti? Tu niño se cree inteligente, bueno, bello y querido, solamente si tú se lo dices.
Tal vez llegue a dejar los videojuegos y ojalá no los sustituya por el abuso de substancias, parejas tóxicas, incapacidad para formar un hogar, conductas antisociales o se canse de vivir.
Si todavía tus niños están pequeños, tienes tiempo ¡aprovéchalo! Pero si ya crecieron y no pudiste darle lo que ellos verdaderamente necesitaban, no te culpes. Nadie puede dar lo que no tiene. Pero también como adultos puedes ayudarles y contribuir a evitar que tus nietos continúen la triste cadena. Todos debemos aprender a fundamentar nuestras relaciones en la abundancia del amor y no en la carencia del vacío existencial.