El día que conocí a doña Miriam Rodríguez Scott, presidenta de la fundación Quisqueya en Desarrollo, llevaba puesta una camiseta que decía “AVISO: el perro es tranquilo. Cuidado con la dueña”. La segunda vez tenía otra que decía “YO SOY LOCA pero por los perros”. La tercera vez que nos vimos me regaló una que dice “receta para ser feliz: ingrediente, 1 perro”.
Doña Miriam lleva desde el año 2012 denunciando y aliviando a través de su fundación Quisqueya en Desarrollo el maltrato animal en la República Dominicana. Luego de 5 años de capacitación en Argentina, volvió al país e incorporó su organización con el objetivo de defender los derechos de los animales, también comenzó a rescatar y hacer lo que estuviese en su alcance, sin contar con más que su propio bolsillo. Decidió abrir un refugio porque se dio cuenta que los perros que iba rescatando, al no ser ‘de raza’, o ser mayores, no conseguían adopción y se negaba a devolverlos a las calles sin piedad de nuestro país.
En el 2015, fue diagnosticada con cáncer de ovario, una noticia que llevó a todo el mundo a su alrededor a pensar que ese era el final de la Fundación Quisqueya en Desarrollo y que cerraría el refugio. “Pues no fue así” me cuenta, “enviaba a rescatar hasta poniéndome la quimioterapia con la máquina encima”. El refugio continuó creciendo y logró alquilar una finca de 11 tareas de tierra con una casa donde viven 2 personas que actualmente cuidan a los animales y así garantiza que nunca están solos.
“Sé que falta mucha educación y conciencia ciudadana, pero creo en el movimiento animalista de las redes sociales, que denuncian los abusos, abandonos y pérdidas” dice esperanzada. Doña Miriam logró que multaran con $75,000 pesos a un ciudadano en La Romana que mató a palos a un perro y que al no pagar estuvo preso por 3 meses. Considera esta acción como una pequeña luz al final del túnel.
Como servidora pública, comencé a empaparme del maltrato animal en nuestro país y de los primeros casos que llegaron a mis manos fue el de una perrita que era violada por un hombre en una provincia. Varias fundaciones me enviaron documentos de las denuncias y vídeos que todavía hoy no tengo el estómago para ver. El abandono, el maltrato, la tortura y la matanza de animales en nuestro país es crítico.
Desde la Alcaldía del Distrito Nacional vamos a hacer un trabajo importante sin embargo será sólo el comienzo, son demasiados años, a este tema nunca se le dio atención. El país no cuenta ni con un listado de cuántos albergues hay.
Le pregunto “¿Doña Miriam, y la Ley 248-12 que trata sobre protección animal y tenencia responsable?” Me responde “¿te digo lo que yo pienso o tú quieres algo bonito?”. Explica que se necesita voluntad política, dar talleres a los jueces y fiscales para que conozcan la ley, ya que cuando van a las fiscalías a denunciar abusos y maltratos, las ciudadanas y ciudadanos se ven obligados a entregarles ejemplares de la ley para que lean y les entiendan.
El cáncer de doña Miriam está en etapa metastásica en los huesos, las células cancerosas ya se han separado del sitio donde se originaron y están formando tumores nuevos en otras partes de su cuerpo. El año pasado fue sometida a 2 cirugías óseas, un reemplazo de 6 vértebras y la última cirugía fue del hombro izquierdo “con el manguito rotador incluido”, mientras me cuenta esto me hace la siguiente aclaración “nunca, ni en mis peores momentos, he dejado de ir al refugio”.
Describe a los animales como seres de luz que alimentan su espíritu y le motivan a levantarse cada día para seguir luchando por el sueño de que algún día en su amado país no existan animales en las calles y se les trate dignamente.
Esta semana, al finalizar una reunión, me contó que su batalla contra el cáncer continúa y se despidió diciéndome: “antes de cerrar los ojos para siempre quiero ver mi sueño hecho realidad”.