Hay que dejarse de estar de diletantes, de aficionados de la política y convertirnos en militantes del accionar social, con la definida intención de que la gente del pueblo, por primera vez, sea dueña de su destino construyendo su propio gobierno¹. Ramón A. (Negro) Veras.
Sin más rodeos ni digresión, retroceso es volver hacia atrás por el mismo camino que se recorrió. En este caso, el regreso vía electoral al poder del PLD, en una o sus dos versiones conocidas por todos. La Fuerza del Pueblo es un recurso metodológico muy bien estructurado para engrandecer, satisfacer sus caprichos, la figura de las tres veces presidentes de la República, Leonel Fernández Reyna, y debilitar al grupo del exmandatario Danilo Medina Sánchez, que controla el viejo partido. Los cobijan la corrupción y la impunidad.
La política tradicional dominicana, clientelista y bullanguera, gira alrededor de figuras presidenciales que se convierten en líderes y conductores de sus entidades partidarias. La encausan de acuerdos con sus propósitos personales, muy bien disfrazados de “sacrificios por la patria”, pero sin tocar ni con el pétalo de una rosa los excesos irritantes del grupo social dominante.
Desde el punto de vista de clase, los partidos políticos con posibilidades de ganar las próximas elecciones 2024 representan y están obligados a servirles al grupo hegemónico que ejerce poder, burgués-oligárquico, y a los intereses de los Estados Unidos de Norteamérica: una mancuerna dominante con amplio control de los asuntos estatales.
¿De qué retroceso se habla? Si el PRM, PLD, FU, PRD y PRSC lo representa en cuerpo y alma. Ejecutan el mismo modelo económico y financiero, neoliberal, políticas asistencialistas y embrutecedoras y corruptas, sin resolver la inseguridad ciudadana y demás desgracias nacionales. Lo nuevo, lo alternativo, lo encarnan la izquierda y el progresismo. Solo tienen que vencer los deseos desenfrenados de protagonismo, los intentos por capitalizar la coyuntura con fines inconfesados y la incomprensión de la etapa democrática.
Aunque esos partidos tienen diferencias en la conducción del Estado, en esta etapa democrática desnaturalizan la esencia del tránsito al favorecer indiscriminadamente a sectores económicos y financieros con décadas ordeñando con avaricia la vaca nacional. Cuando el crecimiento de la economía descansa en grupos hegemónicos y factores externos, el país avanza sin incluir en el proceso productivo a las fuerzas motrices del despegue hacia los avances de un capitalismo independiente.
De lo que se trata es del poder y la derecha sabe muy bien que en la competencia se vale todo en cualquier escenario. Lamentablemente, la izquierda y el progresismo, desconoce la esencia de esa lucha terrible para sumarse, casi siempre, en respaldar a uno de los contrincantes. Subestimando y malogrando sus potenciales posibilidades para colocarse de modo saludable en mejores posiciones de cara al Palacio Nacional.
De la única manera de enfrentar con éxitos al retroceso es presentar una alternativa política y electoral, de izquierda y progresista, para competir con optimismo y confianza ante una derecha que se la sabe toda. No han comprendido que el atajar para que otro enlace ha sido un imperdonable error que beneficia para reciclar a la clase dominante y continuar en el poder.
La militancia revolucionaria y progresista se va disecando en un letargo silencio que no les permite identificar el error. No comprendieron las coyunturas pasadas ni comprenden esta. Volviendo a tropezar de nuevo con la misma piedra para dejar a la población sin opción electoral y unitaria. Un comportamiento repetitivo que no ayuda a la causa de la revolución..
Hasta ahora la izquierda y el progresismo siguen sin ton ni son con las elecciones presidenciales. En algunos casos, en las municipales van en alianzas y pactos electores con el PRM y FP. Sin olvidar las candidaturas puntuales, entre ellos, en determinados territorios. Al observar este comportamiento se desprende un desconocimiento triste y doloroso de la situación coyuntural en proyecciones futuras. Prefieren favorecer, con la dispersión, a la derecha ante que empujar un proyecto político y electoral con un futuro promisorio.
Dejémonos de alcahueterías apoyando el retroceso. Empecemos a construir un camino independiente que nos conduzca al poder del pueblo.