Sin recurrir al azar, sino a las casualidades históricas, en esta etapa contemporánea septiembre se ha convertido en un mes políticamente aciago. A nivel local los crímenes contra los dirigentes revolucionarios Homero Hernández Vargas y Amín Abel Hasbún entre otros. En el ámbito internacional las matanzas de palestinos en Sabra y Chatila, el asesinato del presidente Allende y centenares de chilenos, además el derribo de las torres gemelas en la cosmopolita ciudad de New York.

Amín Abel y los principales dirigentes estudiantiles de la UASD, fueron expulsados de la institución por oponerse a su elitización y por rechazar el derrocamiento del Gobierno constitucional del profesor Juan Bosch y el crimen perpetrado contra los jóvenes guerrilleros que bajo la dirección de Manolo Tavares se sublevaron en las escarpadas montañas de Quisqueya, reclamando el retorno a la constitucionalidad, entre ellos un significativo grupo de dirigentes estudiantiles.

La Federación de Estudiantes Dominicanos (FED), trató de realizar un homenaje en la Facultad de Derecho al líder estudiantil Luis Ibarra Ríos (develación de un cuadro con su imagen en el segundo piso del edificio Dr. Defillo), asesinado en el Frente Mauricio Báez que operó en la loma La Berrenda, Miches. Las autoridades universitarias reaccionarias  prohibieron el acto y expulsaron a Amín y los demás dirigentes de la FED, ordenando el cierre del local de la entidad estudiantil con varillas.

Pero los planes represivos de esas autoridades se frustraron, el 24 de abril de 1965 estalló la revolución constitucionalista, aunque fue aplastada lo mismo no ocurrió en la UASD  donde las fuerzas retardatarias fueron derrotadas y expulsadas de la institución, por una acción conjunta de estudiantes, profesores y empleados, conocida como Movimiento Renovador, entre sus principales líderes estaba Amín Abel Hasbún.

Algunos de mis estudiantes de historia dominicana en ocasiones me preguntan porque se menciona tanto a Amín Abel en los predios de la UASD, le respondo que posiblemente sin la participación entre los dirigentes del Movimiento Renovador Universitario de 1965-66 de Amín Abel y sus compañeros, mis interlocutores y yo no podríamos estar en ese lugar, en nuestra condición de hijos de obreros no estaba al alcance poder costear el elevado precio de la matrícula en esa época y superar el colador académico llamado CUEG y su examen de admisión, que Amín y sus compañeros contribuyeron a desterrar.

Para lograr la democratización de la universidad, los estudiantes tanto universitarios, como secundarios (que seríamos los más perjudicados) realizamos un piquete al Palacio Nacional el 9 de febrero de 1966, y mientras una comisión de dirigentes encabezada por Amín esperaba entrevistarse con el presidente de la República, la multitud estudiantil fue ametrallada y resultaron más de una decena de estudiantes heridos y cuatro muertos. Esta masacre desató una protesta a nivel nacional, que obligó al Gobierno de turno a reconocer las nuevas autoridades de la UASD del Movimiento Renovador y empezó la democratización  de la enseñanza universitaria. Amin jugó un papel estelar en la jornada.

Amin Abel, segundo desde la derecha, mientras la comisión esperaba la llegada del presidente sentada en las escalinatas del Palacio Nacional, de improviso los cancerberos policiales iniciaron el ametrallamiento a la multitud congregada frente al Palacio.

Amín concluyó sus estudios con el grado Magna Cum Laude, integrándose de lleno a las actividades de su partido en pro de obtener una democracia plena para los dominicanos. No obstante, el balaguerato puso precio a su cabeza y se inició una tenaz persecución contra este.

Hastiado por la insistente persecución que era víctima, cometió el error de refugiarse por unos días en su domicilio de modo muy discreto, hoy sabemos que desde un banco comercial en la avenida San Martín, policías vigilaban su casa las 24 horas del día. El 24 de septiembre de 1970, al amanecer de ese fatídico día se presentó un contingente policial al mando del teniente Edilberto Estrella Fernández y el ayudante fiscal Tucimides Martínez, apresaron a Amín y lo separaron violentamente de su esposa Mirna Santos, en ese aflictivo impasse estaba presente el hijo de ambos de apenas dos años. El fiscal consciente de lo que se proponían, aprovechó el incidente para esfumarse y en las escaleras de la vivienda el matón policial  de Hermógenes Luis López le asestó un disparo mortal.

El cadáver de Amín Abel quedó tendido en las escaleras de su vivienda.

Tras el “intercambio de disparos”, los asesinos no permitían el retiro del cadáver. Pero sus compañeros y amigos íntimos Teobaldo Rodríguez y Eduardo (Piti) Houellemont, alquilaron una ambulancia de la Cruz y Roja y con mucha sangre fría se presentaron al lugar camuflados de enviados de la Cruz Roja para recoger el cadáver y lo lograron. Como ha señalado en artículo reciente el querido compañero (dirigente histórico de la UER) Fidel Soto Castro, un grupo de dirigentes estudiantiles completó el trabajo trasladando el cadáver a la UASD, entre ellos el Gordo Oviedo (dirigente de la Línea Roja) Danilo Santiago (dirigente de Fragua en ingeniería)  y Manolo Polanco (dirigente de Fragua en Agronomía).

El traslado a la Facultad de Ingeniería fue inmediatamente tras el rescate del cadáver. El Consejo Universitario, encabezado por el rector Rafael Kasse Acta y los vicerrectores Federico Lalane José y Daniel Cabrera Zorrilla, realizaron la primera guardia de honor ante el cadáver que fue ubicado en la explanada de la Facultad de Ingeniería, organismo que hoy lleva su nombre.

Allí se amaneció con el cadáver, la policía tendió un cerco a la universidad, aunque no se impedía la entrada y salida de personas. El día 25 una enorme multitud despidió los restos del líder estudiantil en el Cementerio Nacional de la Máximo Gómez.

Homero Hernández.

Desde su época adolescente Homero Hernández se integró a la lucha antitrujillista. Tras la histórica decisión del Movimiento 14 de Junio de subir a las lomas a luchar contra los golpistas que se apoderaron del poder en septiembre de 1963, Homero fue designado comandante militar del Frente Hermanas Mirabal, que operó en las lomas de San Francisco de Macorís. Tras la neutralización de la guerrilla, Homero fue de los apresados.

Rafael Chaljub Mejía, miembro de ese frente, en su libro La guerrilla del decoro,  refiere que Homero fue el primero en fugarse de la odiosa penitenciaria de La Victoria, con varios compañeros fuera del presidio planeó su retirada furtiva en una de las visitas. Previamente recibió una cédula con otro nombre, se le insertó su foto y aprovechó la salida de las visitas para evadirse. Chaljub Mejía  testigo del arriesgado operativo encubierto, resalta que Homero:

“Salió por la puerta de entrada al recinto, se encontró con los compañeros que esperaban  por él, y sin dar ninguno de ellos señales de la tensión que acumulaban, subió Homero a un automóvil y antes de que terminara el tiempo asignado a la visita, el compañero estaba en  un lugar seguro, en la ciudad Capital”.

Luego Anulfo Reyes uno  de los médicos de la guerrilla, siguiendo la misma metodología de Homero, también logró evadirse de La Victoria.

Homero al estallar la Guerra de Abril, se integró al glorioso movimiento constitucionalista. Cuando se decidió tratar de extender la revolución al interior del país, le fue encomendada la responsabilidad de dirigir la toma de las Fortalezas del Ejército y la Policía en San Francisco de Macorís, dirigidas por los muy represivos coroneles Soto Echavarría y Perello Soto, respectivamente.

La ocupación de los recintos militares se produciría el 25 de junio. El proyecto fue descubierto por la indiscreción de un combatiente importante, que conocía la zona (Tumulito) quien se embriagó la noche previa y en actitud desafiante dijo en un bar que al otro día habría tiros en San Francisco de Macorís. Chivatos enteraron del asunto a los uniformados al servicio del Gobierno de los traidores, quienes hicieron una redada criminal dejando numerosos muertos entre los que se preparaban para la acción.  Homero logró retirarse vestido de sacerdote, con la ayuda de dos de las militantes revolucionarias que participarían en la acción, Sagrada Bujosa y Cristianita Díaz.

Tras la división del 14 de Junio, Homero fundó el grupo político clandestino Unión de lucha por una nueva Quisqueya. Por sus antecedentes revolucionarios, el Gobierno balaguerista lo colocó en el famoso listado de condenados a muerte. Se mantenía en la clandestinidad, pero era perseguido tenazmente para asesinarlo.

El 22 de septiembre de 1971, mientras transitaba en un vehículo por la Avenida San Cristóbal, en el Ensanche la Fe, fue ubicado por un comando asesino de la Policía, encabezado por el reconocido criminal teniente Juan María Arias Sánchez, cercaron el carro y lo conminaron a rendirse. Homero estaba acompañado de su esposa la también dirigente revolucionaria Elsa Peña, en ese lapso embarazada.

Homero, estaba consciente que había llegado su hora final, esos cancerberos tenían la determinación de asesinarlo. Desarmado le pidió a su esposa que no saliera del vehículo, que solo lo haría él. Efectivamente fue fusilado de inmediato, en uno de esos “intercambios de disparos”.

El presidente chileno Salvador Allende, electo por la mayoría de su pueblo, constituía una pesadilla para los retardatarios que de inmediato empezaron a conspirar (como es su costumbre con los gobiernos democráticos) haciendo ridículas protestas con ollas vacías a cargo de señoronas ricas, para tratar de desacreditar el Gobierno democrático.

Al fracasar con los planes conspirativos civiles, hicieron todas las diligencias posibles para que un general genocida pasara a dirigir las Fuerzas Armadas. Augusto Pinochet fue el escogido, el 11 de septiembre de 1973 este encabezó un cruento golpe de Estado asesinando a centenares de chilenos, entre ellos el presidente Allende que luchó hasta su muerte contra los genocidas. Aprovecharon la ocasión para envenenar al poeta universal Pablo Neruda en su lecho de enfermo.

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El presidente Allende, en lucha contra los criminales golpistas.

Entre el 15 y 18 de septiembre de 1982, en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila  de Beirut, en el Líbano, más de 3,500 ciudadanos palestinos fueron torturados y asesinados por las hordas fascistas israelíes comandadas por el criminal Ariel Sharón. Hoy a 42 años de aquellos deplorables sucesos, los genocidas sionistas persisten en su afán de desaparecer en base  a metralla al pueblo palestino y llevan más de 50,000 asesinatos en la Franja de Gaza durante el presente año, ordenado por el no menos criminal Benjamín Netanyahu.

El 11 de septiembre de 2001 en otro horroroso acontecimiento luctuoso, miembros del grupo islámico Al-Quaeda, lanzaron un injustificado e inverosímil ataque aéreo contra las famosas torres gemelas de la ciudad de New York (World Trade Center) ocasionando cerca  de 2,753 víctimas mortales inocentes. Afectando ciudadanos de diferentes países, incluyendo por lo menos 27 dominicanos.

Nunca serán valederos los argumentos para arremeter contra blancos saturados de civiles, que nada tienen que ver con asuntos de rivalidades político-sociales.

Sin dudas septiembre tiene un tinte aciago, negro en nuestra etapa contemporánea. Todos los ciudadanos del mundo debemos luchar contra la violencia política irracional, que atenta contra la humanidad no solo en septiembre, sino en todos los meses que alcanzamos a vivir en el presente siglo.