Escuchando al rabino Shmuel Eliyahu, de Israel, conversando con Daniel Chapan. Inspira este latido que hace tiempo tenía entre manos. Dice el rabino que todos llevamos a Dios en nosotros y que a través de la oración alcanzamos a descubrirlo.

No se trata ya de "pedirle a Dios", sino de "decretar", como una orden, lo que uno desea. Nada nuevo que no hayan dicho cientos de pensadores antes, pero es importante cuando recalcamos y volvemos a enfatizar lo que constantemente olvidamos.

También dice Shmuel que el amor es la avenida que facilita esa conexión que produce "el milagro", y es aquí donde da pie el título de este latido. De qué forma podrás ser Dios si actúas proponiendo el bien, pero haciendo el mal… ¡Alla vamos! ¡Agárrense!

Uno tiene que creerse que en verdad tiene la capacidad de ordenar porque somos parte de lo divino. Lo Divino está y somos nosotros. No somos maquinitas o marionetas aparecidas al azar o bajo cualquier otra forma "espontánea" y caótica.

Esa creencia "distractora" es la que nos impide creer en lo imposible. Pero el asunto no es tan sencillo, como estoy sugiriendo, ya que para "conectarse" hay que estar "limpio y puro", es decir, las tuberías que están conectadas al todo, no pueden tener "sedimentos borrascosos…"

Es sencillo, uno no debe ser hipócrita en lo que hace y otro en lo que piensa. ¡No podemos engañar "la fuente" porque, recuérdese, somos Dios y este lo sabe, lo siente, lo percibe, lo reconoce… todo!

En otras palabras, no puedes pensar que me seas "confiable" si me envías un mensaje de amor y al rato, otro, donde delatas un sentimiento "nacionalista", por no decir racista.

Como ya dijimos antes, el amor es la fuente incorrupta. Es el todo y no este momento de "héroe", en el que te crees "superior" a otro, por cualquiera que sea "la razón" de tu creencia.
No puedes sacar al Dios interior que llevas, si tu mente y tus pensamientos están "afiliados" a estados menores e inadmisibles para el amor, que te repito, es la fuente.

La pureza del espíritu está muy por encima de la carne y de "tu salvación personal". Nunca lograrás tocar tu alma, si estás más afuera que adentro. Si tus acciones o palabras denotan odio, estás obstruyendo la comunicación al todo, es decir, a ti mismo.

La ambivalencia no tiene cabida en un ser de luz. Y no se trata de ser coherente si te mantienes en un lado, sea el bueno o el malo; se trata de estar realmente en el amor lo que te hace reconocer lo que eres. El lado amargo es un estado de sombras donde apenas se ve algo…

La ambivalencia es que, siendo Dios, te pongas a vomitar dichos y maldades que emiten energías pesadas. Si te liberas de "esas pendejadas", tu vida se aclarará y verás que fácil se te abren los caminos de este breve y temporal momento humano.

Antes de "reenviar" ese mensaje de odio, en el que crees "ayudará" a concientizar la voluntad de un grupo contra otro, recuerda que te estás vistiendo de un traje inadecuado que te obstruirá el acceso a los manjares que no te llegan a pesar de tanto buscarlos.

La gente no se da cuenta, pero el amor es la llave que abre todas las puertas. Si quieres un milagro, no seas ambivalente. ¡Salud! Mínimo Ambibalero.