Debemos comprender que la meta principal y definitiva de cada ser humano es la felicidad, no importa el camino que escoja o la forma en que la busque, lo que se desea es lograr bienestar. Siempre hemos sabido la importancia de amar para poder ser felices, pero muchos piensan que querer es suficiente y aunque lleven vidas vacías, insisten en creer en que es suficiente.

Amar y querer son conceptos parecidos, pero no sinónimos. El amar es más intenso, involucrando más emociones, duradero, presente incluso en la adversidad y requiere cierto grado de madurez. El querer en cambio es más superficial, temporal e interesado. Socialmente se reconoce la superioridad del amor, por lo que se trata de aparentarlo, pese a que tiende a predominar el querer, por considerarse más fácil o cómodo.

El amor le da un sentido a la existencia y como estableció Viktor Frankl, el hombre necesita tener un sentido existencial para poder vivir de forma plena y saludable.

El querer supone dar afecto a cambio de atenciones o gratificaciones, motiva un acercamiento que busca: placer, bienestar, regocijo, pero si no se mantiene el nivel de satisfacción, sin titubeos se produce una separación. Si estás bien y buscas divertirte encontrarás la compañía de muchos que te quieren, pero si atraviesas por un momento difícil sólo te acompañarán los que te amen.

El amor supone apreciar al ser amado por lo que es, no necesariamente por lo que hace. Aceptarlo y valorarlo tal cual es, sin que sea un requisito el que se adapte a nuestras preferencias.

En la actualidad, podemos ver parejas jóvenes que dicen no querer tener hijos, porque parece más cómodo, en cambio quizás adopten una mascota. Pero una mascota no ejerce un efecto tan transformador en la persona como un hijo. El grado de madurez y realización que puede alcanzar un padre, no es el mismo que el del propietario de un perro.

Uno de los mejores ejemplos del amor es el amor de madre, quien no duda en sacrificarse por sus hijos. Podemos ver a una madre arriesgar su vida sin titubeos si cree que la vida del hijo está en peligro. La grandeza de un amor se mide por la magnitud del sacrificio.

Relacionarse con una pareja a la que simplemente se quiera, puede conllevar falta de interés cuando no esté presente el deseo o cuando pase la novedad de la conquista.

Casarse y formar familia, supone convivir durante años e incluso durante toda la vida. Si la pareja no es amada, la unión a veces podría mantenerse por razones sociales o por los hijos. Constituir un hogar requiere esa permanencia en la unión y si no existe amor, puede llegar a ser una experiencia muy pesada. Nuestra mayor necesidad no es encontrar una persona digna de ser amada por nosotros, sino en convertirnos en personas con capacidad de amar y ser amadas, porque, aunque todas las personas son capaces de amar, algunas tienen bloqueos tan grandes, que en cualquier relación que tuvieran vivirían una existencia limitada.

Definitivamente tiene mayor calidad de vida quien a los muchos años de casado pueda seguir amando a su pareja.

Si aprendo amar, eso implicaría también el amarme a mí mismo y eso me permitiría amar a los demás, porque quien no puede amarse a sí mismo, tampoco puede amar a nadie.

La verdadera amistad se fundamenta en el amor. El poder amar a las personas con que compartimos incrementa nuestro deseo de vivir. Se ama a los amigos, pero quien no ama, podrá tener compañeros, socios, conocidos o cómplices, pero nunca tendrá amigos.

En el Nuevo Testamento se puede leer prácticamente una apología al amor, escrita por el apóstol Pablo en el capítulo 13 de la Primera Carta a Los Corintios. Nos muestra como el amor supone un vínculo que se mantiene, que trasciende, haciendo identificarte con quien amas, de forma que su felicidad es tu felicidad y su tristeza es tu tristeza.

Si tienes lo que necesitas, parecería conveniente no tener hijos, padres, parejas o amigos con los que compartir lo que tienes. Ser egoísta parecería ser provechoso. Pero en realidad, lo que tengas tendrá más valor si puedes compartirlo.

Como dice la famosa canción de los Beatles: All you need is love (todo lo que necesitas es amor). De inicio podríamos pensar que es algo cursi, pero si se incrementara el amor en nuestras vidas y en el mundo, habría paz, disfrutaríamos más de nuestras actividades sociales, cuidaríamos el medio ambiente, no tendríamos tanta necesidad de competir y vencer a los demás, no envidiarías ni traicionarías.

A todos nos gusta ser amados y mientras menos amor tenemos más falta nos hace. Amar nos permite una vida más plena que el solo ser amado. Incluso nuestros cuerpos se encuentran más saludables cuando vibramos con el amor.

Quien verdaderamente ama a Dios sobre todas las cosas, inevitablemente ama todas las cosas.