El concepto de “Estado-nación” procede de un pensador con una fama maldita en la historia del pensamiento: Nicolás Maquiavelo, porque introdujo el criterio “realista” en contra de la primacía de un orden moral superior que apelaba a la autoridad divina para juzgar las decisiones del poder.
Es decir, no buscaba el bien por sí mismo y, por lo tanto, se le identificó con encarnar el mal en sí mismo. Pero viene a cuento, porque cuando se secularizó la política y comenzó la modernidad en el Occidente europeo, la conformación de los Estados se inició de acuerdo al agrupamiento de los lugares comunes de nacimiento en las primitivas y escasas universidades de entonces. El germen de la identidad nacional, de ahí que llamamos “patria chica” a los municipios…
Por ello es que reitero mi admiración a la Alianza Banileja por mantener esta auto-identidad vigente en estos tiempos de cuestionamiento de los valores. Esta vez recurro a José Martí, cuando proclama: «Si no luchas, al menos ten la decencia de respetar a quienes sí lo hacen.» En el convite de este año, cumpliendo con otro consejo martiano, “Honrar, honra”, se reconocieron a las siguientes personalidades:
Don Práxedes Castillo Pérez
Doña Matilde Cruz de Farach
Don Fabio César Herrera Roa
Don Manuel Pozo Perelló
Y la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña.
Insisto en mi predicamento: ante la decadencia de la identidad comunitaria a través de las patronales, en esta hola de agnosticismo y secularismo, retornemos a la autoidentidad de la “patria chica” y que sea una afirmación de la esencia primaria de la dominicanidad.