El título de este artículo desde el punto de vista de la psicología clínica evoca a una conducta que surge de la racionalidad humana, capacidad que tenemos de pensar y concluye en una reacción psicofisiológica, la emoción de alegrarnos por el bien de los demás, el cual es un rasgo de personalidad sana.

Alegrarse del bien de otra persona, es una actitud que refleja un ser humano que ha podido ponerse en el lugar del otro, que ha podido ser empático, es un ir más allá de uno mismo desde uno mismo, saliendo de su individualismo superando su ego al mostrarse cómodo con el bienestar del otro.

Los psicólogos y educadores de hoy, quienes estamos en contacto directo con las problemáticas que afectan la convivencia social de los dominicanos, hemos observado con preocupación, cómo se están aceptando y asimilando conductas que socialmente representan rasgos de una personalidad patológica desde la perspectiva de la psicología clínica, como lo son el sadismo, la envidia, los rasgos paranoicos y el narcisismo.

El sadismo: Hoy se potencializa a través de los medios de comunicación, uno de los ejemplos más palpable es el fenómeno del bullying en la población escolar, sin pretender desconocer que también ocurre en el mundo adulto, a nivel interpersonal es aquella persona dominante y sádica que escoge a otro que no ha desarrollado las competencias para defenderse y disfruta o hace que los demás disfruten al someterlo a burlas y denigraciones. En casos extremos si la víctima no logra poseer los recursos para defenderse, el sádico le dejará de percibir como un ser humano y se le llega a considerar como un ser inferior o una cosa inservible que no debe continuar ocupando un espacio social, y que debe ser erradicado.

La conducta sádica entre los adultos tanto en hombres como en mujeres suele observarse en las relaciones grupales laborales puede manifestarse entre dos grupos, uno de los cuales está en desventaja social en comparación al otro. La exclusión del grupo al que debe pertenecer el sujeto, es una forma frecuente de mobbing, impidiendo su integración o no teniendo en cuenta su presencia, con descalificación del discurso del sujeto, de sus opiniones y sus puntos de vista.

La envidia: “tristeza o pesar del bien ajeno” “sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee”. Muchas veces el envidioso no quiere lo que tú tienes, sino que tú no lo tengas. Lamentablemente los fenómenos musicales como la música urbana en nuestro país fomentan estas actitudes.

Rasgos paranoicos: De mano con la conducta descrita anteriormente el contenido de la música juvenil enfatiza este otro fenómeno entre sus letras. Hay una tendencia en la actualidad de sentirse perseguido o pensar que los demás le siguen, claro producto de la motivación y modelamiento que provocan las redes sociales…

El narcisismo: Muy de cerca con los fenómenos descritos anteriormente, tenemos que el auge de las redes sociales ha amplificado este patrón, donde las personas se esfuerzan por proyectar una imagen idealizada, tanto física como psicológicamente.

Sobre este tema y la teoría de Albert Bandura seguiremos reflexionando la semana próxima.