"En las redes sociales, la función de los “amigos” es principalmente la de realzar el narcisismo al prestar atención, como consumidores, al ego exhibido como mercancía". Byung-Chul Han
Hacer balance, tras seis décadas recorridas, puede proporcionar gran satisfacción si se han conquistado muchas de las pequeñas cosas que proporcionan placer y llenan de sosiego nuestra vida. Un hermoso huerto en el que sembrar tus flores favoritas, un perro que al llegar a casa te espera moviendo el rabo con franca alegría, aquella canción que evoca en ti el dulce recuerdo de un amor lejano, quizás un subrayado hecho con cuidado y del que solo tú sabes qué claves oculta bajo la raya nerviosa que trazaste en el libro.
Llegar a puerto después de tantos años no es solo un hecho placentero y lleno de encanto sino algo que nos reconcilia con lo mejor de nosotros mismos y que empuja nuestra barcaza por el mar sereno de nuestra alma. Sin embargo, es también el tiempo en el que debemos reconocer que algunos vagones del tren se fueron quedando por el camino como barcos encallados en océanos revueltos. De ellos tan solo quedan muestras: una rueda del tren girando en el vacío entre oxidados rieles o la quilla de algún barco hundido en el mar Muerto como sombra de una antigua embarcación.
Es el instante en el que el vino alcanza su genuino sabor, donde se aprecia la textura y color que le otorga el tiempo, cuando transparentan sus contornos y puedes ver aquello que se ocultó durante años. Todo se recoloca en el cuadrante que le toca y las fichas adquieren su auténtico valor. Aún así y a pesar de todo, se sigue remando hasta llegar a nuevos atracaderos desafiando las olas impetuosas, descubriendo atardeceres y horizontes de impresionante belleza. Si algo de inexplicable tiene la vida es que no se agota, se renueva cada día y por fortuna, la esperanza de conquistar el amor y la amistad es infinita. Es ahora, al pasar el tiempo, cuando logras entender esa breve y profunda frase que leíste en tu adolescencia en un libro de memorias de Albert Camus: "llamo verdad a lo que continúa".
Y es que lo cierto, lo que realmente importa no es jamás una amistad de relumbrón. No es de una falsa relación hecha de poses y presunción de la que yo hablo sino de la otra. Ese tipo de amistad de vocación sencilla y casi anónima que guarda tesoros de incalculable valor. Es aquí, en este punto, donde los años nos enseñan desde el silencio más atroz y se vuelven báculo que te permite elegir a alguien por lo que significa para ti y tu significas en su vida. El glamour y las fotos de farándula son de vital necesidad para cierto tipo de personas, pero se decoloran con facilidad mostrando una vacuidad que nada tiene que ver con esos momentos de calidad que tanto se mencionan en la actualidad. Los años juegan un papel decantador, separan la paja del trigo y nos vamos quedando con la esencia, lo verdadero, aquello que continúa al final del túnel.