Sudáfrica se independiza del Reino Unido el 31 de mayo de 1961 como Estado democrático; pero cómo entender eso de “Estado democrático” si es casi 33 años después (26 al 29 de abril de 1994) cuando a todas las ciudadanas y ciudadanos se les reconocen el derecho al voto, eligiendo a Nelson Mandela como presidente.
Lo dicho sintetiza un aspecto central de la historia del Estado en Sudáfrica. Siendo la población negra más del 70%, estaba impedida de participar en las elecciones, al margen también de otros derechos; pues se impuso desde el 1948 el apartheid (separación) que implicaba no sólo la segregación de la población negra mayoritaria, sino marginados además de servicios básicos en su elemental calidad.
Mandela dirige el Estado con el criterio de que no tenía que imponerse un grupo ético ante el otro, aún fuera mayoritario; agrega la ejemplar actitud de que aun teniendo el más amplio apoyo para continuar, solo ocupa la Presidencia por un período de gobierno.
Esa gran estatura moral de Mandela cual líder no es imitada- como acontece- por quienes le sucedieron; así, el máximo dirigente del partido que lo llevó a la presidencia, Congreso Nacional Africano, y quien llegara a ser posteriormente también presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, hoy esté preso por corrupción.
El desarrollo de Sudáfrica ha de pasar por superar esa cruel histórica segregación lo cual, procede reconocer, tiene un alto grado de complejidad debido a que en cuanto a las causas de su origen, de sus 60 millones de habitantes, una población superior a 12 millones -la mayor proporción en África- que tuvo el predominio económico y político, es de origen europeo e hindú.
Un ex-presidente preso por corrupción y el fortalecimiento del sistema electoral-democrático son evidencias de avance.
Pero habiéndose heredado del apartheid de los más altos niveles de desigualdad en el mundo, aún con sus tantas riquezas humanas y materiales en su territorio de más de 1 millón 200 mil kilómetros cuadrados, las transformaciones en el corto plazo mucho que se dificultan.
Más haciendo las debidas inversiones en áreas cruciales como educación y salud, podría salir Sudáfrica en el mediano plazo del lugar 109 de 190 Estados del mundo en cuanto a su Índice de Desarrollo Humano-IDH- lo cual no se corresponde con sus grandes riquezas.
27 años de cárcel por su lucha por la libertad y la justicia social y un ejemplar proceder al margen de resentimientos, así como su gran desprendimiento ante el casi patológico personalismo en cuanto al afán de gobernar, Nelson Mandela una luz en el difícil camino de desarrollo de África y su Sudáfrica.