Hay un refrán muy popular, que encierra una gran verdad, dice: “el que hizo la ley, hizo también la trampa”. Esto no aplica específicamente para el ordenamiento judicial de un determinado país que vive en democracia, sino también, para toda persona que quiere aplicar cualquier tipo de normativa o reglamentos amparados en sistemas donde hay derechos y deberes, o que puedan ser aplicados en diversos espacios de convivencia desde organizaciones sin fines de lucro,  junta de vecinos, centros religiosos, militares y sociedad civil en general.

Cuando el conocimiento sobre los procesos y procedimientos, cae en manos de personalidades no sanas, las cuales pretenden basarse en su conocimiento para manipular y tergiversar a su conveniencia dichas normativas, entonces cabe aquí el refrán; “quien hizo la ley, hizo la trampa”.

El conocimiento de las leyes en cualquier orden, cuando cae en manos de grupos dominantes y que no son personas éticas ni les interesa la búsqueda del bien común, puede traer como consecuencia, el uso distorsionado y el abuso de la misma, manipulando la ley para perseguir, violentar y dañar en favor a los intereses de quienes la sustentan.

Esto no es algo nuevo, en la historia de la humanidad hay cientos de ejemplos que nos sirven de referencia, de cómo las normativas y las leyes son usadas de forma injusta por una cuestión de forma y no de fondo.

Regularmente las normativas y las leyes están concebidas para dilucidar y resolver problemas que surgen en las sociedades, como es lo normal, todo grupo de personas que se interrelacionan entre si, necesitan unas normas de convivencia.

Las normativas buscan esencialmente prevenir y resolver problemas y conflictos de intereses, en este sentido y desde la perspectiva de la psicología clínica podemos decir que hay personas que pueden prescindir de las leyes y aun así  actuarán correctamente y de una forma ética, porque son personalidades sanas, sin embargo; hay otros  los cuales, deben ser encausados por las leyes y normativas, para que puedan lograr un comportamiento adaptado, mientras que otros los menos, son los que violentan las normas y el derecho ajeno con tal de conseguir sus objetivos y complacer sus propios intereses, ajenos al de los de la mayoría, en psicología clínica se reconocen como personalidades dasajustadas o con trastornos de la personalidad.

Hay que reconocer que un grupo considerable de persona que manejan la ley o las normativas, tanto en el ámbito público como en el privado, pudieran bien tener rasgos muy acentuados de estos trastornos y que estos trastornos pasan desapercibidos en el ciudadano común, ya que no logran ser identificados por los mismos.

Esto es una realidad muy preocupante, porque si quienes deben ser los modelos en llevar a cabo las normativas y las leyes, no están teniendo un accionar sano, imparcial y neutral para su aplicación y cumplimiento, entonces estaríamos frente a individuos que tienen muchas armas para lograr sus intereses particulares en perjuicio del bien común y por ende serían individuos con grandes facilidades para hacer daño a otros. Los mismos serían, juez y parte interesada.

Sobre este tema continuaremos profundizando la semana próxima!