Me gustaría volver a repasar la historia del Premio Nacional de Literatura, con el que han sido laureados 34 escritores (29 hombres y 5 mujeres) y reiterar nuevamente que dicho galardón debiera llamarse Premio Nacional de Literatura Enriquillo Sánchez, quien fue su creador, su gestor, su artífice, cuando laboraba para el Banco Hipotecario Miramar, el cual, por iniciativa de Enriquillo, propuso en 1989 al entonces presidente Joaquín Balaguer la creación del premio dedicado a reconocer la obra de toda una vida de escritores dominicanos (“para honrar a la persona que haya dedicado su vida al prestigio de las letras dominicanas, y cuya labor creadora haya alcanzado relevantes méritos y constituya un enriquecimiento a nuestra lengua y acervo cultural”, tal como expresó el decreto 423-89), con el patrocinio del Estado y de dicho banco, coincidiendo con una sugerencia de José Rafael Lantigua mediante carta pública al mismo presidente Balaguer (que fue respaldada por la Asociación Dominicana de Críticos Literarios que meses antes habían fundado Bruno Rosario Candelier, Soledad Álvarez, Josefina de la Cruz, Lupo Hernández Rueda y el propio José Rafael Lantigua).
Hace poco más de treinta y cuatro años, Enriquillo escribió en su columna Para uso oficial solamente (El Siglo, 8 de noviembre de 1989): “Se trata de fundir, en un solo bloque de inspirada estrategia cultural, al sector privado y al sector público. Si queremos cultura -si queremos la permanencia de la cultura y su vigoroso desarrollo- tendremos que contar con el empresariado y el Estado trabajando mano a mano. No hay otro camino. La lógica que los impulsa es firme y nítida: no habrá desarrollo sin cultura, lugar común que repito hasta la saciedad, sin novedades dialécticas, con la misma devoción de un catequista.”
Decía Enriquillo en su citado artículo de 1989: “Este premio es habitual en todo el mundo. Era, entre nosotros, una carencia señera. Ahora podemos decir que hemos dado un paso significativo. Será la cúspide generosa de nuestra vida literaria, que es un eterno Santomé verbal, espacio aguerrido en el que los aedas se desangran heroicamente. Ya recibirán, realizado el trabajo, un tributo merecido y justo.”
Concluía Enriquillo su referido artículo con estas palabras: “El Premio Nacional de Literatura es un paso hacia la organización, alrededor de unos cuantos y prácticos postulados, de nuestra vida cultural. El primero de ellos es la libertad. El segundo, acudir, siempre que sea posible, donde esos titanes que vencieron, con su ternura, su lucidez y su desgarramiento, el descaro de la página en blanco, esa monstruosidad que a muy pocos hombres excita.”
Enriquillo redactó las bases del premio y propuso que los rectores de las principales universidades del país integraran el jurado, del cual él fue secretario, con voz, pero sin voto, en representación del banco patrocinador. En su primera entrega, en 1990, Juan Bosch y Joaquín Balaguer recibieron el premio ex aequo, en un histórico acto de cuya organización fue responsable Enriquillo. Tiempo después, el banco patrocinador quebró, y luego el galardón pasó a ser auspiciado por la Fundación Corripio, por iniciativa de quien era su director ejecutivo, Manuel Rueda, con el aval de la Secretaría de Estado de Educación entonces y del Ministerio de Cultura actualmente.
Ya con el auspicio de la Fundación Corripio (consignado en el decreto 412-91), han sido sucesivamente premiados, de 1992 a 2023, Manuel del Cabral, Pedro Mir, Manuel Rueda, Antonio Fernández Spéncer, Marcio Veloz Maggiolo, Virgilio Díaz Grullón, Lupo Hernández Rueda, Mariano Lebrón Saviñón, Víctor Villegas, Carlos Esteban Deive, Hilma Contreras, Franklin Domínguez, Andrés L. Mateo, Diógenes Valdez, María Ugarte, Diógenes Céspedes, Bruno Rosario Candelier, José Alcántara Almánzar, Mateo Morrison, Jeannette Miller, Armando Almánzar, José Mármol, Tony Raful, Roberto Marcallé Abreu, Ángela Hernández, Federico Henríquez Gratereaux, Manuel Salvador Gautier, Manuel Matos Moquete, León David, Manuel Mora Serrano, Soledad Álvarez y Freddy Bretón (solo cinco mujeres, ¿será la sexta en 2024?).
Sería bueno que en lo adelante sea denominado Premio Nacional de Literatura Enriquillo Sánchez en justo homenaje al creador, gestor y artífice del galardón, del mismo modo que tenemos, en los premios anuales de literatura que otorga el Ministerio de Cultura, el Premio Nacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña (que Enriquillo ganó en 2003 por su obra El terror como espectáculo), el Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña de Henríquez (que Enriquillo ganó dos veces, en 1983 por Pájaro dentro de la lluvia y en 1996 por Memoria del azar), el Premio Nacional de Novela Manuel de Jesús Galván, el Premio Nacional de Cuento José Ramón López, etcétera.
Correspondería al Poder Ejecutivo, mediante un decreto, la designación del premio con el nombre de Enriquillo Sánchez y la modificación de las bases en lo concerniente a la composición del jurado y del Comité de Preselección. Este último “será elegido cada año y cuyas decisiones no comprometen la decisión final que tome el Jurado Calificador” y “estará formado por tres personas de reconocida competencia literaria: una designada por el Ministerio de Cultura, un miembro de la Fundación Corripio y un galardonado con el Premio Nacional de Literatura elegido conjuntamente por el Ministerio de Cultura y la Fundación Corripio”, según estableció el decreto 383-16. (Varios decretos han modificado el 423-89, siendo los más recientes el 383-16 y el 72-18).
Recordamos que Enriquillo Sánchez, en su libro Convicto y confeso I (Ediciones del Centenario de Brugal, 1989, impreso por Mograf en 1990 y puesto en circulación en marzo de 1991), reunió cuatro poemarios: Por la cumbancha de Maguita, Pájaro dentro de la lluvia (Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña de Henríquez 1983 y que la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos había impreso en su Colección Premios Nacionales, en Editora Taller en 1985), Sheriff (c)on ice cream soda (Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío 1985) y Los cantos del húsar. En la contraportada del libro, el autor escribió: “Nací en Santo Domingo el 25 de agosto de 1947. Escribo desde la infancia, con menoscabadas ferocidades. En la vida sólo me han cegado dos cosas: una piel y un habla, sin la cual esa piel no existiría. Como toda la poesía que mi generación ha escrito en lengua castellana a partir de los años sesenta, estos poemas han fracasado. Son derelictos. Yo los reúno porque deseo que separen una prehistoria de una historia, que desde luego se sitúa, como siempre, en el porvenir. La aventura, modesta e íngrima, se extendió de 1971 a 1986. Quedan fuera de esta edición ocho títulos: Memoria del azar, Convicto y confeso, Muy respetuosamente, Artículos de primera necesidad, Esso es la muerte, Para atar cabos sueltos, Escritorio marino y Letras de cambio. Ahora los siento como todos esos magníficos órganos ausentes del propio cuerpo: ellos harán su trabajo a pesar de mí mismo, con mucho mayor sabiduría que la que el destino o los dioses nos conceden”.
Se suponía que esos ocho títulos que quedaron fuera de Convicto y confeso I aparecerían después en Convicto y confeso II, pero este segundo libro no se publicó nunca, aunque cuatro de los ocho (Memoria del azar, Artículos de primera necesidad, Escritorio marino y Letras de cambio) fueron reunidos en el libro Memoria del azar (Colección Banreservas, 1996), Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña de Henríquez 1996.
Está pendiente la tarea de rescatar y publicar en libro los textos de Enriquillo Sánchez que permanecen inéditos o se hallan dispersos en periódicos y revistas, incluyendo las notas editoriales que Enriquillo escribió en la sección Palotes que editaba en la revista ¡Ahora! entre 1976 y 1979, que si bien es cierto que la mayoría fueron compiladas en un libro publicado por el Ministerio de Cultura en 2010 (con prólogos de Basilio Belliard y René Rodríguez Soriano), dicho libro no las incluyó a todas.
También está pendiente la tarea de publicar los tomos que recopilen los artículos de su columna Para uso oficial solamente a partir de 1992, pues ya en 2000 la entonces Comisión Permanente de la Feria del Libro editó el tomo 1989-1991, así como también fueron compilados los textos que escribió en la página sabatina que, en los dos últimos años de su vida, publicó en el periódico Hoy (Devo[ra]ciones, Ediciones Ferilibro, 2005), al igual que sus cuentos completos (Rayada de pez como la noche, compilación de Miguel Collado, Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, 2006), con algunos de los cuales ganó, en el concurso de La Máscara, dos menciones en 1966 y una mención en 1971; en el concurso del periódico La Noticia, el segundo premio en 1974; y en el concurso de Casa de Teatro, una mención en 1978, el segundo premio en 1990, y el tercer premio y una mención en 1992.
A propósito de premios literarios, actualmente hay dos convocatorias, cuyas bases están disponibles en la página web del Ministerio de Cultura: el Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jimenes y los Premios Anuales de Literatura. Los plazos para la recepción de obras concursantes finalizarán los días 1 y 30 de marzo, respectivamente.