En 1851, Sojourner Truth, una mujer negra, tomó la palabra para, con esta pregunta, interpelar desde la raza la reivindicación de sus derechos en la Convención por los Derechos de las Mujeres, celebrada ese año en Akron, Ohio. Hoy estas palabras continúan resonando en el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, nos preguntamos:

Desde la piel y la historia de las mujeres dominicanas cuya vida ha transcurrido en torno al trabajo de la caña, invisibilizadas mujeres cañeras que siguen luchando por una pensión digna: ¿Acaso no soy una mujer?

Desde la piel y la historia de las mujeres campesinas dominicanas que aún hoy se ven desprovistas de su derecho a la propiedad de la tierra que cultivan: ¿Acaso no soy una mujer?

Desde la piel y la historia de las mujeres y ancianas dominico-haitianas, muchas de ellas aún desnacionalizadas por la Sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional, en lucha constante por reivindicar su existencia con un documento de identidad: ¿Acaso no soy una mujer?

Desde la piel y la historia de las niñas, jóvenes, mujeres y ancianas dominico-haitianas indocumentadas, víctimas de la discriminación y la violencia de Estado que les impide acceder a la dignidad de la documentación y que, por tanto, viven el miedo cotidiano a ser detenidas, violentadas, incluso dentro de sus casas y subidas a "la camiona": ¿Acaso no soy una mujer?

Desde la piel y la historia de las mujeres haitianas embarazadas, señaladas como "parturientas", que sufren la violencia obstétrica, la falta de atención médica y el escarnio de quienes las califican como una "carga para el Estado dominicano": ¿Acaso no soy una mujer?

El denominador común de estas voces signadas como femeninas, que hoy reclaman "¿Acaso no soy una mujer?", sigue siendo el mismo que motivó a Sojourner Truth en 1851: tener la piel negra y pertenecer a los sectores más precarizados, vulnerados y marginados de la sociedad.

Las feministas institucionales dominicanas, junto al Ministerio de la Mujer, organizan la gran marcha por el Día de la No Violencia contra la Mujer bajo la consigna "Efecto Mariposa", que, por supuesto, alude a las Hermanas Mirabal. Sin embargo, esta marcha permanece de espaldas, siempre de espaldas, a los derechos de las mujeres negras, campesinas, de los barrios marginados, dominico-haitianas y haitianas en el país.

El Ministerio de la Mujer no tiene una sola línea de política pública verdaderamente enfocada en las mujeres dominico-haitianas y mucho menos en las mujeres haitianas residentes, documentadas o indocumentadas. Del mismo modo, ignora la violencia de Estado que implican las deportaciones masivas de mujeres, niñas y embarazadas, así como la violencia obstétrica que sufren las mal llamadas "parturientas". ¿Acaso esas no son mujeres?

Hace apenas dos meses ocurrió una controversia en redes sociales tras una publicación del Ministerio de la Mujer, en la que aparecían dos mujeres negras. La imagen pretendía ilustrar un llamado a las microempresarias del sector de salones de belleza para que se sumaran a la prevención de la violencia contra las mujeres. Nada más simbólico: ante una avalancha de violencia mediática que determinó que "esas mujeres son haitianas", la respuesta oficial fue, primero, eliminar el post y, segundo, ofrecer declaraciones para "aclarar" que la imagen no correspondía a "mujeres haitianas". Pero ¿acaso las haitianas no son mujeres?

Mientras los derechos de las mujeres (y los derechos en sentido general) se condicionen a determinados grupos socioeconómicos y raciales, el "efecto mariposa" seguirá arrasando con ellos. Una vida sin violencia no será posible mientras muchas, algunas, o incluso una, siga sufriendo violencia, porque no se equivoquen, esas también son mujeres.