Hoy en día que la mujer ha logrado tantas conquistas en igualdad y justicia, seguimos viendo abusos y crímenes en su contra. Cada vez las políticas gubernamentales la protegen mejor contra esa violencia. Pero hay un tipo de abuso menos evidente, que sufren las mujeres en silencio y muchos no logran reconocerlo, es el abuso psicológico, el cual muchas veces termina en la violencia física, pero en muchas otras, aunque no llegue al nivel físico, provoca daños irreversibles en las víctimas. También podría afectar a hombres, pero vamos a enfocarnos en las mujeres por ser con mucho las más afectadas.
Estas mujeres se unen a hombres narcisistas, quienes necesitan ser el centro de sus vidas y paulatinamente las llevan a exclusivamente girar en torno a ellos. Les harán sentir que fue una suerte para ellas que él las hubiera encontrado, inmediatamente asumen un rol de protectores, intentando convencerlas de que no pueden vivir sin él. Esto inicialmente puede parecer halagador a la mujer, pero hay una tendencia a infantilizarla, haciéndola dependiente.
Progresivamente se irá estrechando el cerco alrededor de la víctima y se las ingenian para limitar sus recursos económicos. El aislamiento es un factor necesario, la víctima se va sintiendo cada vez más sola. Se le convencerá de que sus amistades no les convienen. Muchas serán las justificaciones, pero la realidad es que cada vez tendrán menos amigos o contactos familiares. Comienzan a tener discusiones con sus seres queridos y a ocultarles detalles que creen que “no podrían entender”.
La Dra. Zubizarreta Anguerra señala: “La víctima sufre intimidación, culpa y baja autoestima, sin lograr salir de la situación donde se siente prisionera”. Con un abuso efectivo y prolongado, llega a dudar de su salud mental, ya que una de las consecuencias del abuso psicológico son los trastornos mentales, que pueden ser tanto temporales como permanentes.
”Gaslighting”, que no tiene una traducción adecuada al español, consiste en mecanismos encaminados a que la pareja llegue a dudar de la realidad o más bien de su capacidad para razonar correctamente. Es hacerla dudar de sus propias capacidades. Aunque lo antes señalado podría parecer increíble, quien ha estado en contacto con estos casos, se sorprende de la dificultad que tiene la persona afectada de comprender su situación y lo difícil que le resulta escuchar y comprender a quienes les aconsejan. Normalmente consideran que nadie puede ayudarles porque su caso es muy complejo.
La víctima de abuso psicológico experimenta ansiedad, depresión, sentimientos de baja autoestima, dificultad para las relaciones sociales, agresividad, falta de concentración y podría asumir conductas autolíticas.
Podríamos señalar algunas conductas o estrategias utilizadas en el abuso psicológico: intimidar, criticar, descalificar sus contactos cercanos, alzar la voz, enojarse de forma amenazante, aparentar que no encuentra sentido a lo que el otro dice, silencios prolongados, amenazas, evitar integración a grupos, control del teléfono de la pareja, debilitar, ofender, humillar, culpabilizar, desconocer los logros de la víctima, en ocasiones se utiliza el sexo como castigo. Podría inducirse a la pareja al alcohol, drogas o deudas, como una forma de controlarla. En muchos casos el abuso pasa del nivel psicológico a la violencia física, pero no todos los abusos llegan a la violencia física. Como sabemos, cuando se llega al abuso físico hay un riesgo evidente de muerte de la pareja y a veces hasta del propio victimario.
Quien golpea a su pareja realmente puede sentirse culpable de maltratarla e intenta compensarla por lo que hizo, siendo muy cariñoso y comprensivo, pero esto no impide que después vuelva a agredirla e incluso llegue a matarla. A veces la pena y culpa por matarla, lo lleva a matarse él también. Realmente es un trastorno difícil de corregir.
La víctima puede llegar a tener tanto temor y desconfianza en sí misma y los demás, que se siente irremisiblemente perdida e incapaz de poder defenderse. En los países desarrollados normalmente hay instituciones o recursos destinados a proteger y asistir a estas personas abusadas que normalmente no están en condiciones de defenderse solas. Así existen casas de acogida, donde estas víctimas van al escaparse del hogar y de forma oculta, son alojadas hasta que sus casos son investigados y se tomen las medidas justas, impidiendo que alguien sea perjudicado. En estos lugares la persona afectada cuenta con todo tipo de ayuda: alojamiento, alimentación, seguridad, apoyo psicológico y legal. En la República Dominicana existen más de 10 casas de acogida y alojan a las mujeres afectadas y sus hijos menores de 14 años.
Quizás de todo este proceso, lo más difícil es que la víctima logre comprender su situación y decida defenderse, de hecho, según estadísticas, a la sexta vez de separarse es que la mayoría decide no volver. No es fácil separarse del agresor para la mayoría de las mujeres y más bien, tienden a ocultar su situación.
Nadie al unirse a una pareja debiera aislarse y cuando esto sucede, conlleva un mal pronóstico.