- La mala memoria de algunos políticos
A través de una serie de artículos, desde 2017 hasta 2021, nos referimos en varias oportunidades tanto a la Marcha Verde como a los jóvenes de La Plaza de la Bandera. Sin esas pequeñas revueltas de la clase media nacional no hubiera gobierno del PRM. Mal agradecidos serían los que despreciaran ese esfuerzo, para denostarlos como simples “poppys”, es decir, niños ricos.
La ceguera de algunos, el mal agradecimiento de otros, nos motivan recordar algunas cosas que publicamos, indicando solo los titulares y el año.
Hablando de la Marcha Verde (Acento, 4-4-17) finalizamos diciendo:
«Que nadie se asuste por esa Mancha Verde, por esa masa de pequeños burgueses o de clase media, como les gusta decir a los que nos adversan, que siguen siendo los mismos ciegos de siempre. Esa no es más que eso, por ahora. No tiene una ideología. No conoce su poder. Pero ay, si aparece el ideólogo idóneo y el código de ética para ejercer el poder: Que tiemblen los que por ahora solo ven un grupo verde. Ese grupo se irá alcoholando como decimos y cuando el fruto llegue a su madurez, cuando sea la hora de la Verdad. Todo será diferente. Cuando dije todo: Dije: TODO».
2.-La Clase Media llega al poder sin tirar un tiro.
También olvidan algunos, esto que dijimos el 17 de julio del 2020:
«Las primeras señales de que al fin, estamos a punto de obtener por medios lícitos, sin un tiro, una revolución social esperada y deseada, están bastantes claras: Se perfila el hecho de preferir a gentes jóvenes o experimentadas, que a su vez han cursado especialidades o las han ejercido con limpidez, para ocupar los altos cargos gubernamentales. Sobresaliendo la capacidad cultural, los estudios, los trabajos realizados, sobre el amiguismo ramplón.
En cierta forma, vemos que la esperada y soñada institucionalidad, la separación de los poderes, la anticorrupción como bandera, flotan en el aire, se respiran, a pesar de la pandemia y del polvo del Sáhara.
Detalles de que las cosas buenas se repiten, de que algunas se respetan, de que lo importante es el país y su rescate moral, de que hay que aprovechar todo lo bueno y decente que se encuentre, de que se rescaten y se repongan los que tuvieron el valor de renunciar para no mancharse las manos, y los que se han mantenido con las manos limpias, que son de nuestra clase y necesitan el trabajo, pero más que nada, los necesita el país.
Ya por este medio hablamos del futuro de Luis Abinader, no solo porque era el hijo de nuestro querido compañero de estudios José Rafael, que era un valor agregado, sino porque había sido formado y educado en la fragua viva de nuestros valores.
Poco a poco veremos, que el paso de la improvisación experimental al respeto por la ciencia y la tecnología modernas, hará un nuevo país. Uno con agricultura científica y tecnología de punta; un país con empresas eficientes y modernas.
Solo falta que la justicia cumpla sus deberes. Que la cultura tenga su espacio, que las artes y las letras sean respetadas y dignificadas.
En otras palabras: Que se cumplan las reglas de nuestra clase, de que seamos un país culto y decente.
Creo que hemos entregado el poder en las mejores manos posibles y que nuestra clase, al fin, tendrá la oportunidad, a pesar de todas las cosas en contra que le acechan, de cumplir sus sueños de entrar con dignidad y pasos firmes en el siglo XXI.»
Algunas cosas no se han cumplido. Otras se ven llegar. Faltan algunas, pero con aspiraciones como una Justicia independiente, de un renacer de esperanzas en la educación pública y en la prueba de idoneidad en el poder, del presidente, que vigila cada rincón del país, como no lo hizo nadie más, sin siestas y sin fines de semanas fiestosos, sería bastante. Eso solo justificaría el cambio soñado, pero esperamos más, y ese más, solo puede venir de quienes puedan darlo.
3.- Finalmente, este un país donde la mayoría quiere ser de clase media.
Recordando el concepto del Moce:
El 5 de agosto de 2020, entre otras cosas, dijimos acerca del Movimiento Central, lo siguiente:
«Aunque hicimos alguna referencia de lo que entendíamos como ciudadanos meritorios, no llegamos a explicar algunas cosas básicas.
Lo primera sería explicar nuestro concepto de Clase.
No tiene nada que ver con la nomenclatura de izquierdas o derechas. Somos del Centro.
Clase, entendemos nosotros, es lo que así interpreta el pueblo llano. Es decir, una persona de conducta decorosa.
Si alguien es decente, honesto, educado, discreto, serio, conceptuoso, cuida tanto su persona como su lenguaje, es incapaz de usar una palabra subida de tono, o de hablar alto, decimos que tiene Clase.
Para nosotros tiene Clase Moce».
Como vemos, por esta simple y escueta definición, nada tiene que ver, como dijimos en el pasado artículo:
«Debemos confesar nuestro error al proclamar que la clase media había llegado al poder. Habíamos olvidado que el contingente de personas serias y honestas, mesuradas y decentes, que componen la base real de la comunidad nacional, lo mejor y lo más granado, puede venir de las zonas más humildes.
Hemos despreciado o menospreciado a los humildes. A los que no son de clase social por dinero o por alcurnia, o por haber ascendido a través de los estudios o de la tecnología.
De modo que, si un humilde agricultor, se comporta como un caballero o una simple ama de casa, lo hace como una señora digna de alcanzar el privilegio, que hoy es un relajo, de Doña, decimos que son pobres, pero tienen Clase.
Sin embargo, aunque en su familia o en su comunidad se les vea como “gentes raras”, por escuchar pacientemente, por no encolerizarse sin motivos, por ser observadores, interesarse por asuntos culturales, o por imitar lo que creen correcto, en las personas que han estudiado. Anotando que en los medios rurales, tradicionalmente, el modelo mayor era el maestro o la maestra. Ahora no sabemos. Habrá casos, pero dudamos que sea la generalidad. Hasta a eso hemos llegado.
De ahí que sea una tremenda decepción para un Moce de nacimiento, cuando estos profesores, que deberían ser ejemplos de conductas decorosas, para elevar la moral y la educación de sus alumnos, sean todo lo contrario.
Si así vamos subiendo en la panorámica, y en vez de agricultores, encontramos obreros modestos, pequeños comerciantes, mujeres que laboran fuera del hogar en empleos también modestos, no necesariamente domésticos (incluyendo estos, como es natural), y porteros, guardianes o serenos que tienen el mismo comportamiento, sin importar que vivan en zonas marginadas, todo el mundo los respeta, aunque los que no son Moce pueden hasta burlarse, llamándolos “pendejos”. Nada molesta más a una persona ineducada que ver a un “jodido” ‘privar en gente,’ y no solo “privar”, sino serlo en realidad.
Para nosotros tiene Clase Moce.
Las ideas nuevas serían las de aprovechar la existencia del verdadero Moce.
El Moce nace. No se hace.
Los políticos, regularmente, no son Moces. De hecho hay en la administración pública, pero son minorías en cada lugar; no solo eso, se les menosprecia. Ser honesto y decente, real y efectivamente, “no vende”. Los miran como auténticos “pendejos”. El político triunfador es el aprovechador que se hace el pendejo, pero no lo es.
Su único problema es que pasa desapercibido, cuando no es objeto de burlas de sus familiares y amigos; mientras él no cambia, y mantiene su identidad. Arturo Uslar Pietri, el gran patriota y escritor venezolano, cuya madre, Helena Pietri, nació en nuestro país, llamaba a los “pendejos” en su Venezuela natal, a esos ciudadanos ejemplares: y nosotros ahora, llamamos la atención, de que estos que no son activos, porque son serios, fuesen captados desde niños y que exista para ellos una beca especial y un centro de estudios donde puedan ser internados, y además de una educación esmerada, tengan oportunidades para desarrollar sus talentos innatos. Para asegurar que un día, esos con “clase”, sean una reserva dirigencial de primera magnitud».
En conclusión, si se quitan los anteojos de los caballos de coche y vieran alrededor se darían cuenta de que la clase media esencial, la gente que quiere lo mejor, la decencia, la honestidad, el fin de la corrupción, y que se afana trabajando y estudiando, lo hace, porque ya no aspira al proletariado, sino al término medio: a la decencia, a la pulcritud, a la justicia. Y eso es lo que ofrece este gobierno, lo que podemos dar los poppys y los pequeños burgueses, las gentes que están hartos de los robos públicos. Y esa masa volverá a las urnas y votará por los más decentes, por los más justos, llámense como se llamen, porque cada dominicano, si se lo preguntas, aspira a eso. Y ahí está la mayoría silenciosa que decide. Como dijimos de la lucha de los Verdes y de los de la Bandera, todo ha cambiado. Y cuando decimos todo. Decimos: TODO.