La mayoría de nuestras vivencias son olvidadas (truco de cámara con lentes defectuosos), pues si las recordáramos todas, el vivir, con todo el flotar y hundirse, no fuera posible; de ahí que la misma memoria es selectiva. Sabe lo que hace. La memoria es el otro yo tan cacareado por cualquier corriente de pensamiento posible.

El tiempo se alimenta de nuestra memoria y a la vez la psiqui la convierte en imágenes de nuestros sueños nocturnos que los diurnos niegan con la práctica de vida y viceversa. Durante estos días festivos, nuestras vivencias juegan al gato y al ratón, no respecto al recién pasado y sus actos irremediablemente dados al golpe de dados, sino para nuestras curas. Juegan a desvelar nuestra sensibilidad de cosa por perseguir y darles prioridad a cosas que, si no pensamos y actuamos así, la cosa llamada felicidad o infelicidad, nos expropia.

El término cosa se origina en el derecho romano y, aunque no se refiere a un órgano del cuerpo, convertimos el corazón, el cerebro, la sangre, la boca, los ojos y el tocar, en cosas.

¿De qué se alimentan las cosas? De los actos creados por nuestro proceder y de los que provienen de la historia y como todo es historia, querámoslo o no, he aquí estas cosas (palabras, a falta de oficio). Al querer desvelarlas soy más cosa. ¿Superamos ser cosa? Ni llamándola de otra manera; la paradoja es que es el otro quien recibe el certificado ( de defunción) como cosa que ha vivido satisfecho e insatisfecho de ser cosa.

Por estos días recién que somos más memoria de la cuenta, ella (la memoria) selecciona qué cosa seremos por unos días; si buenas personas educadas, que saludamos afectuosamente por el clima; si buenos cristianos con el prójimo de darle cosas que nos sobren, no que nos falten por el hecho de que nos sobren muchas cosas, además de hacernos muy felices y ejercitarlas, también tenemos la osadía de pensarnos como cosas buenas o malas. Lindo, ¿verdad?

Como soy pura memoria en naufragio por excesos de cargar, poseer y creer que cediéndoselas a otro voy a estar mejor, busco recodarlas, adrede, de cómo llegaron a mis manos, para regocijo del gimnasta que todos llevamos dentro, en busca de sus orígenes, de cómo fueron adquiridas, sus historias de cosas en manos de otra cosa.

Cosa también es la inteligencia, tanto bien llevada como mal llevada (situaciones emocionales maniqueas), como la sabiduría, de la que siempre intento acercarme y es de todas las cosas que busco poseer, que veo como paradojas y encuentros que no los son, y los más que se resisten a no serlo, debido a que tampoco se toma en serio como la inteligencia que, sabiendo que vive haciendo malabarismo y payasadas, cree lo contrario y no dejar de ser una cosa, mientras más orgullosa más cosa.