Esta semana, El país ha publicado un artículo rememorando el 60 aniversario de uno de los libros emblemáticos de la filosofía y las ciencias sociales de los años 60: El hombre unidimensional, de Herbert Marcuse. (https://elpais.com/ideas/2024-08-05/el-hombre-unidimensional-cumple-60-anos-sin-pensar-en-jubilarse-ni-dejar-de-consumir.html).

Muy joven, me apasioné con el libro interesado por su análisis de la denominada “sociedad industrial avanzada”. El estudio de Marcuse se inscribe dentro de la revisión crítica que la Escuela de Frankfurt  realiza de la teoría marxista y su análisis sobre el desarrollo y las contradicciones de la sociedad capitalista.

Si para el marxismo clásico el desarrollo de la sociedad capitalista lleva a unas contradicciones irresolubles, en la base económica de la sociedad, que provoca la atmósfera intelectual para provocar una revolución social, Marcuse estudia la capacidad de integración de las contradicciones internas del capitalismo avanzado y sus posibilidades de reinvención para convertirse en una sociedad del bienestar de la que aspira a disfrutar la mayoría de sus integrantes.

En otras palabras, la sociedad industrial avanzada ha sido capaz de alcanzar un nivel de desarrollo económico y tecnológico que le ha permitido incorporar como una clase media próspera a los sectores marginados que la teoría marxista clásica percibía como los agentes del cambio revolucionario.

A diferencia del análisis marxista clásico, que se centraba en la estructura y dinámica del proceso económico de la sociedad capitalista, así como en el proceso de alienación considerado como inherente a las relaciones de producción dentro del sistema, (los dueños de los medios de producción arrebatan un valor producido por el trabajo de los no propietarios de los medios que tienen que vender su fuerza de trabajo por un salario), Marcuse se centra en la alienación de la conciencia generada por los cada vez mas sofisticados medios que la sociedad tecnologizada posee para crear necesidades ficticias y un falso ideal de libertad asociado a la capacidad de consumo.

Para Marcuse, la eficacia de la sociedad industrial avanzada genera un clima de bienestar a través de la producción y venta de bienes materiales, la industria del entretenimiento y de la información (Pensemos hoy en los medios digitales). Sesenta años antes de que Byung-Chul Han escribiera sobre la “sociedad del rendimiento”, Marcuse destaca una sociedad que había alcanzado unos niveles de rendimiento que podían convertir al individuo en esclavo de sí mismo.

El triunfo de esta sociedad consiste en su capacidad para convertir en único modo de vida unos estándares ficticios asociados a la cultura del consumo y marginar cualquier otra alternativa de forma de vida ajena a este ideal del bienestar material como sinónimo de éxito vital. La vida humana reducida a una sola dimensión. El sueño hecho realidad de todos los proyectos totalitarios.